Jungkook.
Nunca he sido de los que se miran muchísimo al espejo. Pero, desde mi juventud, me acostumbré a hacerlo. Revisando mi abdomen, mi peinado, mis ojos, mi mandíbula. Todo perfilado y profundamente aniñado. Ningún indicio de madurez. Ninguna señal que me hiciera ver mayor o que detuviera las constantes golpizas que me ganaba por ser diferente. ''Maricón, travestido, poco hombre, adefesio, desviado'' nada muy alejado de la realidad. Nada muy alejado de lo que mi apariencia demostraba. Lo que recibía era lo que daba, ¿cierto? Y si al resto le molestaba mi rostro, mi cara..., ¿por qué no darlo a entender para así resolver diferencias? Aunque no pudiera arrancarme la piel y aunque no pudiera romperme hasta hacerme trizas -para así desaparecer-. Porque tan fácil no era.
Vete.
Muérete.
Desaparece.
Ahógate.
—Lo lamento, señora. No hay posibilidad alguna de que Jungkook pueda ser alfa. Lo siento muchísimo.
Ella me observó horrorizada. Como si le hubieran contado la peor de las tragedias.
Tal vez lo era.
Pero en mi inocencia no lo comprendí hasta que asestó el primer golpe. Y luego el segundo. Después el tercero.
Para el cuarto no bastó sólo con rasguñarme. Ella envolvió un machete en kilos de vendaje antes de descolocar mi mandíbula y terminar en la clínica mejor pagada de la ciudad. No era débil. Ella no era débil. Tenía la fuerza de una alfa. Una alfa bruta y malditamente cruel. El médico me atendió nuevamente y, esta vez, no fue delicado. Me veía como a un cualquiera. A un sin género definido. Lo que claramente era, genéticamente hablando. Pero, ¿por qué una característica física debía definirme como persona? Es decir, ¿ahora yo no merecía un buen trato sólo por no tener la voz ronca y mandona, o ser un dominado de primera? La gracia humana era eso, una simple gracia. Era estúpido y razón de burla. Siempre lo entendí así. Y no dejaría de hacerlo incluso si mi personalidad maduraba o aprendía a ver la vida con otros ojos.
—¡¿Qué está mal en ti!? ¡Explícamelo, por favor! ¡Haces que tus compañeros se aterren en la escuela y no puedes conseguir enorgullecernos a tu padre y a mí siendo un maldito alfa! ¡¡Sé un alfa, Jungkook!! ¡Por el amor a Dios, haz algo para serlo! ¡No soporto ver cómo te humillan, no soporto verte en una escala inferior a la nuestra! ¡Deberías sólo superarnos! —exclamó histérica, rompiendo en solemne llanto mientras seguía lastimándome— Nuestro hijo, hijo de dos alfas de linaje intachable. ¡E-eres tan asqueroso, t-tan defectuoso! Sólo remédialo —suplicó exasperada, asqueada. Me zarandeó. Con sus uñas putrefactas me enterró, clavó en mí el dolor de una madre desdichada. Porque los padres desean que los hijos sean mejores. No quieren verlos débiles. A ningún padre le gusta ver que se burlen de sus niños. Y de mí se mofaba hasta el alcalde de la ciudad. Porque ni siquiera alcanzaba para alfa mediocre. Ni alfa de bolsillo, ni nada. Simplemente era Jungkook. Un niño adolescente que parecía más bien un infante y que ni con un entrenamiento severo podría cambiar su naturaleza. Las pastillas, las hormonas inyectables ni siquiera estaban haciendo el efecto que en un principio se pretendía. Ya me había acostumbrado a esta vida. Mi cuerpo rechazaba ser algo que no funcionaba.
Gracioso.
Y más.
Más.
Más.
Hasta que quedé inconsciente.
Con una sonrisa en el rostro, para ser precisos.
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La resiliencia de mí amor -KooKv-(Ad.)
FanficAdaptación de @ew_dams Es realmente hermoso ✧◝(⁰▿⁰)◜✧ Jeon Jung Kook tiene doce años cuando conoce a Kim Taehyung, que a su vez cuenta con diecisiete. Las circunstancias en las que se relacionan no son favorables. Jeongguk se encuentra en la penit...