Una chica hundiéndose en sus problemas.
Un chico dando lo mejor para intentar salvarla.
Dos mundos diferentes. Él era la luz en la oscuridad de ella, y ella era la luz en la oscuridad de Él. Eran el complemento perfecto de cada uno.
"A veces el ob...
—¿Donde dijiste que estabas? —pregunté de mal humor.
—Central Park. —respondió, su tono amargado había cambiado radicalmente.
—Vaya casualidad que estemos relativamente cerca. —volví a salir del hospital. —Que te parece si vienes, justo aquí donde estoy. —dije en tono convincente. —tú y esa niña. —aclaré fríamente.
—¡Claro! —fruncí las cejas ante su repentina emoción. —¿Donde estás?
—En el hospital.
—Eh? Hospital?
—Haremos una prueba de ADN, ¿Hay algún problema con eso? —apoyé mi espalda en la pared.
—¿Prueba de ADN?... —dijo indignada. —Acaso no confías en mí? —casi me reí.
—La respuesta es simple. No.
—Ouh...
—Bien, lo dije una vez, y no pienso repetirlo, lo tomas o lo dejas, ahora si me disculpas voy a colgar, no tengo ganas de perder el tiempo. —estaba apunto de colgar pero volvió a hablar.
—¿Que harás si es tú hija?
—Hace unos segundos decías que lo era, ¿Por qué tan insegura ahora? —bufé.
—Lo es. —dijo rápidamente. —¿Qué harás? —volvió a preguntar. Resople.
—Tirarla de un acantilado. —respondí con tranquilidad.
—¿¡QUÉ!? Pero, ¡Es tú hija!! ¡NUESTRA! —aclaró. Hice una mueca.
—Tienes razón. —lo pensé mejor. — entonces las tiraré a ambas de un acantilado. —sería fabuloso escuchar sus gritos haciendo eco por todo el lugar, formando una sinfonía de pánico y desesperación.
—Tus bromas siguen siendo muy pesadas—dijo resoplando. —ya voy para allá.
—Nunca dije que estuviera bromeando.
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Una sonrisa siniestra se alojó en mis labios ante tal pensamiento. —ninguna de todas las veces. —terminé de hablar y colgué.
—Bah, pero que desastre. —caminé de vuelta adentro con la mirada curiosa de Dave sobre mi. —haz una sola pregunta y te juro que te quemaré vivo. —levantó las manos en forma de rendición y caminamos de vuelta por el pasillo donde había visto a Zach.
Llegamos a una sala de espera en el departamento de maternidad, casi vomito al ver tantas decoraciones de bebés. En la sala sentados estaban todos.
TODOS
Menos la única persona que esperaba, decidí retroceder por donde había venido, no tenía humor para lidiar con ninguno de ellos, pero para mi suerte o no, un chillido agudo resonó por toda la sala captando la atención de todos. Ese chillido reconocible, que no había escuchado hace 3 años y solo una persona sería capaz de producir tal ruido tan molesto.
