- Capítulo 15 -

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Harry iba a paso lento, cuando por fin llego al porche se tomó otro momento para tocar el timbre de la puerta, escucho como alguien se acercaba y cuando la puerta se abrió y vio a la mamá de Savannah en el umbral con cara de sorpresa, trató de controlar sus respiraciones para poder hablar, pero ella hablo primero.

- ¿Harry? – Preguntó la madre de Savannah.

- Hola Emily ¿Se encuentra Savannah? – Contestó con la mayor calma y serenidad que no supo de donde saco.

La madre de la chica, le abrió paso para que entrara.

- Ahora la llamo, toma asiento, ya conoces la casa. – Harry asintió y se dirigió a la sala de aquel lugar.

Era tal cual como lo recordaba, elegante, limpio y hogareño, muy acogedor a pesar de ser un lugar amplio, en la parte de abajo estaba la sala, comedor, cocina, estudio y una biblioteca que era prácticamente de Savannah ya que era una amante de la literatura, en la parte alta solo había habitaciones, muchas de hecho y todas eran muy grandes, bueno al menos la de la chica, que es la que conoció.

Aunque los Brown eran una familia que podía darse ciertos lujos, no lo hacían, eran tranquilos y tenían los pies bien puestos en la tierra, Emily era una persona encantadora y muy dulce siempre se había llevado muy bien con ella al igual que con el padre de Savannah y sus dos hermanos.

Un pequeño y apresurado yorkshire salto sobre el regazo de Harry y empezó a lamerlo por toda la cara sacándole risas al ojiverde.

- Increíble que esa bola de pelos aun te amé. – Harry se giró y la vio entrando a la sala con un libro en la mano, seguía tan hermosa como siempre, no es como si tuviera diez años de no verla, pero sí tenía mucho que no pensaba en ella y ahí estaba, su cabello ahora estaba más largo a pesar de que lo traía recogido en una coleta alta y no muy arreglada, podía notar que era más largo que la última vez que la vio, ella nunca se arreglaba más de lo necesario, era de jeans, tenis y cualquier playera o suéter.

- Eso es porque soy más agradable que tú. – Sonrió mostrando sus hoyuelos y Savannah rodo los ojos.

- ¿Qué haces aquí Harry? – Se acercó hasta la sala y se sentó tranquila en el sillón frente al rizado.

- B-bueno yo... es que yo, sí yo estaba... y pensé que bueno... - Harry de la nada empezó a divagar y su control de nervios se fue al carajo, Savannah levanto una ceja y lo vio por encima de sus lentes que usaba solo cuando leía.

- No estás diciéndome nada Harry. – Dijo acomodándose mejor en su sillón y cruzando los brazos.

- Sequetuvisteunhijo. – Dijo demasiado rápido que la chica tardo un poco en procesar lo que el ojiverde dijo, pero cuando lo hizo parpadeo varias veces y abrió sus ojos grandes. – Sé que tuviste un hijo. – Repitió más claro esta vez.

- Te oí la primera vez. – Contestó la castaña.

- ¿Y bien? – Dijo Harry después de que la chica no dijera nada más.

- ¿Y bien qué? – Contestó a la defensiva.

- ¡Y bien estabas conmigo cuando te embarazaste! – Contestó el rizado alterado, ese era el efecto que tenían en esa relación, siempre se sacaban de sus casillas mutuamente.

Savannah lo veía, pero no decía nada, estaba a punto de decir algo y luego se retractaba cuando estaba a punto de hablar, volviendo a observar al rizado.

- ¡Dime algo! – Exigió el ojiverde.

- ¡¿Qué quieres que te diga Harry?! – Savannah era terca, mucho, no se dejaba intimidar por nadie y no dejaba que nadie la hiciera sentir mal.

El arte de amarte - Larry Stylinson -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora