- Capítulo 24 -

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Pasaron tres semanas desde la muerte de Anne y las cosas cambiaron un poco en la vida de Harry.

La partida de su madre había dejado un vacío irremplazable dentro de su vida, estaba sumido en una depresión que preocupaba mucho a sus seres queridos, no había regresado a su casa, de hecho no volvió a pisar aquel lugar desde que el par de policías lo fueron a buscar para darle la noticia del accidente de sus padres, cuando salió de su casa ese día no creyó que su vida cambiaria tanto y jamás volvería a esa casa, se había mudado temporalmente con Louis, el ojiazul se había encargado de llevar todas sus cosas de la casa de los Styles a su departamento, Harry se había negado a ir a sacar sus pertenencias, no toleraría si quiera poner un pie en la banqueta frente a su casa, aun estando lejos de ahí el sentimiento de la ausencia de Anne no lo dejaba en paz y no se imaginaba sobreviviendo dentro de aquellas paredes que albergaban tantos recuerdos.

Desde que Gemma había salido del hospital nueve días atrás, el ojiverde había perdido motivo para levantarse de la cama, ella estaba quedándose en su casa, durmiendo en su antigua habitación, ella contrario a Harry quería recordar cada cosa que había vivido ahí con su madre, iba hasta el closet de Anne y sacaba su ropa solo para probársela y así sentirla un poco más cerca.

Su permiso laboral estaba por terminar, tenía que regresar a Manchester y atender su puesto en la firma, pero había muchas cosas que no le permitían avanzar, la primera y más importante que cualquier cosa, Harry, el rizado apenas comía, tenía que ser obligado para levantarse y asearse, dormía todo el día y tenía insomnio por las noches, había tenido un ataque de pánico y no hablaba con nadie, ni siquiera con Louis.

Harry había vuelto directo al hospital después del entierro de Anne, había entrado a la habitación de Gemma y no había salido de ahí hasta que ella fue dada de alta, hablaba muy poco, solo para preguntarle a su hermana sobre su estado, Louis había regresado a la escuela de arte una semana después del fallecimiento de Anne, Harry se lo había pedido, pues para él era sumamente difícil tener al ojiazul a su lado y prestarle atención, no era que el rizado ya no lo amara, era más bien que su dolor era tan grande que aplastaba cualquier otro sentimiento dentro de él, como el amor que tenía por Louis, la preocupación que sentía por Gemma, la curiosidad por conocer a Brian o el enojo que sentía contra Desmond.

Su hermana se encargó de contratarle una enfermera a su padre, no hizo falta que Harry le dijera que ya no cuidaría de él, ella lo noto cuando su hermano no salió de su habitación los primeros tres días, vagando entre el sofá y la cama recostándose junto a ella. Gemma no tuvo ni un instante a solas para hablar con su abuela de los problemas que Harry había presentado tiempo atrás, así que le mando un mensaje de texto a Louis, para que pusiera al corriente a Mary, quien a su vez compartió la información con Brian.

Ambos Selley se preocuparon mucho cuando el ojiazul hablo con ellos, se pusieron a la orden para apoyar económica y emocionalmente a su nieto, pero Louis les rogo que no lo abrumaran, sí algo había aprendido en los días posteriores al fallecimiento de Anne, era que Harry estaba tan abrumado por el dolor, que su mejor regalo era el silencio, no era lo indicado para alguien en el estado depresivo en el que él se encontraba, pero había sufrido un pequeño ataque de pánico cuando Gemma intento hablar con él sobre la pérdida de su madre, ambos habían acordado dejarlo tranquilo pero vigilarlo en todo momento.

El primer y enorme problema que Gemma tenía era que ya habían establecido una rutina y al regresar a Manchester todo se complicaría. Ella se quedaba a cargo de la vigilancia de Harry cuando Louis iba a la escuela de arte, mientras Louis lo cuidaba por las mañanas, lo cual era lo más pesado, pues era cuando Harry no quería levantarse para desayunar o bañarse si quiera, el ojiazul todos los días dejaba al rizado aseado, comido y dormido para cuando Gemma llegaba, solo un par de veces lo encontró despierto, el ojiverde veía el techo de la habitación, recostado en la cama y no hablaba con ella.

El arte de amarte - Larry Stylinson -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora