- Capítulo 29 -

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Harry y Louis se habían comprometido, era una completa locura para los que no conocían su historia, parecía apresurado, impulsivo y una mala decisión para dos personas que prácticamente apenas se conocían.

Lo que los demás no sabían y ellos sí, era que la conexión que tenían era demasiado fuerte para fingir que llevar las cosas con calma haría alguna diferencia, ambos estaban muy cómodos con la presencia del otro, ninguna relación es perfecta, pero si te sientes suficiente con él, sí te sientes parte de alguien más, sí con esa persona eres feliz, sin idealizarse uno al otro, sin expectativas, solo disfrutándose, sabrán resolver cualquier cosa, cuando realmente es amor, es sano, es sentir seguridad, calidez, es como sentirse en casa.

Esa sensación no era fácil de ignorar, ese sentimiento simplemente no se podía negar, esa noche llegaron al departamento, entre besos y caricias topando con todos los muebles de la casa y dejando un desorden a su paso, llegaron a su habitación por fin, tomándose un momento para verse a los ojos y sonreír, mezclando el zafiro y esmeralda, tomándose acariciando su rostro, grabando en su memoria cada detalle del rostro del contrario, ellos ardían en fuego, no era erótico, era uno que los purificaba, era santificante, el comienzo de una nueva vida, una juntos, nuevamente hicieron el amor, lo hicieron toda la noche, lo hicieron entre sonrisas, tiernas y calientes caricias, lo hicieron hasta desfallecer y quedarse dormidos.






*Sonó la alarma*

Fue difícil para ambos moverse, estaban demasiado cómodos, dormir juntos era de sus cosas favoritas, una de tantas, porque a veces el simple hecho de pasar tiempo juntos, era suficiente como para calificarlo "como su cosa favorita."

Piel con piel.

Era adictivo estar en la reconfortable seguridad de la compañía del otro, Harry sentía los latidos del corazón de Louis en su espalda, el ojiazul escuchaba las relajadas respiraciones del amor de su vida, el castaño tenía abrazado a Harry y este tenía sus dedos entrelazados entre los de Louis, eso era paz para ambos, en la piel del otro, ahí era su hogar.

Apagaron la alarma.

El celular de Harry sonaba insistentemente, se alternaba con el de Louis, después de unas diez llamadas perdidas, el rizado decidió contestar, sabía exacto quien era, ni siquiera reviso el identificador al aceptar lo llamada.

- No quiero. - Harry alargaba las vocales, aun con sus ojos cerrados, se rehusaba a salir de la cama, no quería que los brazos de Louis lo dejaran.

- ¡¿DÓNDE ESTAS?! ¡SOLO TE ESTAMOS ESPERANDO A TI! - Gemma estaba muy enojada.

- Estoy en mi cama, desnudo, entre los brazos de mi prometido, no me iré de aquí. - La voz de Harry era ronca y profunda, escucho como Louis soltó una pequeña risita y acaricio su espalda con su perfecta nariz, la piel de Harry se erizo y aventó su cabeza para atrás, con los ojos cerrados y una sonrisa. - Yeap, no iré. - Rio.

- Harry. - El rizado se sentó de una en la cama y Louis lo siguió, sin saber que sucedía. - Es importante que estés aquí, trae a Louis sí escuche bien, él será parte de la familia.

- ¿A-abu? - Al otro lado de la línea se escuchó la carcajada de Gemma.

- Veinte minutos Harry. - Demandó su abuela, mientras veía como Gemma estaba doblada de la risa, su esposo confundido y el ceño de Desmond fruncido, lleno de ira.

La llamada se cortó y lo entendió, Gemma lo tenía en altavoz.

- Mierda. - Dijo Harry levantándose con prisa de la cama. - Vamos amor, pedirás mi mano. - Bromeó el ojiverde, pero la cara de Louis palideció tres tonos.

El arte de amarte - Larry Stylinson -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora