XXII.

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『 M i r a d a   P e r e c e d e r a 』

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『 M i r a d a   P e r e c e d e r a 』


«Tus manos protegen las flamas,

provenientes del viento salvaje a tu alrededor».

- Icarus, by Bastille.


...


Cuando Gigantomachia se alzó, el estruendo y el retumbar que vino a continuación fue tan abismal, que todo el terreno de Deika pudo notarlo. Digno del resultado de un desolador terremoto. Provocado no sólo por sus ligeros movimientos, que se sentían con mucha más potencia, si no también por los ataques de los héroes y la Yakuza, causando algo más que bullicio en la ciudad.

Agitaba cada columna de la mansión de tal forma que el entorno de los tres presentes— el héroe espía; animal con alas incapaz de volar con libertad, la revolucionaria Yakuza que logró saborearla, y el gélido pero abrasante villano—  iba sucumbiendo al peso de sus enormes pisadas. Ni Echo ni Dabi podían mantenerse durante diez segundos seguidos completamente de pie. 

Perdían el equilibrio sin miramientos, pues el simple caminar de aquella cosa, era lo suficientemente fuerte como para ir destruyendo el lugar en el que se resguardaban, cimiento a cimiento. La mansión temblaba, y hasta rugía. Trozos del techo caían a pedazos, y las paredes de cada costado, de cada habitación, se agrietaban a medida que el tiempo pasaba. 

El sonido de cada grieta y cada percusión llegaba a los oídos de Void. Con una agudeza que le impedía concentrarse lo suficiente en el hombre de cabello negro parado frente a ella. 

Los gritos que llegaron poco después insistía en que se le dificultase. Los podía escuchar a la perfección; maldiciones y ataques que eran propios de una avalancha, todo en un intento de retener a ese ser monstruoso. 

— Parece que tendremos más movimiento de lo que creíamos— comentó Dabi, con una mueca entretenida. 

Los ojos de grises de la joven se posaron hacia atrás. El pasillo tronaba bajo ellos, y tuvo que apoyarse en la barandilla al sentir otro zarandeo más poderoso; una parte se había desprendido hacia el último piso, dejando unos meros metros de pasadizo para ellos.

Su mirada se oscureció con cierto disgusto. Si ya costaba esquivar las llamas del villano en un tramo tan estrecho como lo era ese corredor, ahora que casi no había planta alta... Todo se complicaba.

V O I D | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora