VI.

1.5K 214 556
                                    

『  U n a  v i d a  s i n  t i  』

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

『  U n a  v i d a  s i n  t i  


« No puedo mantenerte en estos brazos,

así que te guardaré en mi mente ».

- Pvris: You and I


...


¿Hasta dónde llega tu amor? ¿Tienes un límite? 

¿Hasta dónde llegaría si la otra persona se convierte en algo que ya no se te hace conocido? ¿Qué pasaría si se convirtiera en un monstruo? 

Si tuvieras que luchar contra esa persona para proteger tus ideales y el mundo que conoces, ¿Lo harías? 

¿La seguirías amando a pesar de todo? 

¿O la destruirías contigo en el camino?

— Va a ser un día largo...

Katsuki agudizó los ojos, mientras su cuerpo sentía los estragos de las ondas que todavía se conservaban en su interior. Sus extremidades temblaban, pero en cuanto la miraba, podía discernir la diferencia que había entre ellos. 

Echo respiraba fuerte, y tenía alguna que otra mancha y contusión por sus explosiones; mas no parecía estar agotada. Tenía su analgesia de su parte, así que si no notaba dolor o agotamiento físico, ella podía seguir horas y horas sin inmutarse.

Estaba en clara desventaja. 

Y no sólo por eso. ¡No la veía moverse! Ya habían sido tres veces en las que la había perdido de vista y, esas mismas tres ocasiones, se había mostrado de repente de frente, o tras él.

Era demasiado veloz. 

Lo que había dicho antes era completamente cierto; se había hecho más rápida, y también más fuerte. Sus embestidas y la potencia de su quirk habían aumentado notablemente. Ahora los estragos de las ondas duraban mucho más que antes y te dejaban prácticamente inactivo durante un buen tiempo. 

Maldita sea, gruñó, ¿Qué le habían enseñado en la mafia? 

— Lo que le contaste a Hawks... — lo miró. Aunque calmada, con precaución— ¿Es verdad?

Fujioka no respondió. 

Sabía que Katsuki odiaba que tardase en hacerle caso, por lo que adrede, no quiso hablar. En cambio movió sus pies hacia adelante, arrastrando la arena con sus bambas. 

Hasta que a los dos segundos, escuchó el alarido del muchacho.

— ¡¿Es verdad?!— repitió. Situó su mano izquierda en su otro brazo, buscando calmar el temblor— ¡Responde! 

V O I D | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora