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『 A t t e r r a d o r 』

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A t t e r r a d o r 』


«Choke them on the ashes 

of the dreams they burned».


...


Fujioka Echo y Shigaraki Tomura, lado a lado. Lucían como un dúo único y terrible. Como algo nunca visto. Ambas desgracias, finalmente, en un mismo bando. Eso parecía ante tal imagen.

Una imagen que los héroes temieron que se hiciese realidad por mucho tiempo.

Era la primera vez que se presentaban lado a lado de forma tan descarada. Sin mentiras de por medio, o sin sospechas de terceros; sin autoengaños ni excusas. Echo y Tomura estaban, por fin, el uno al lado del otro, aceptando la mano que debieron darse desde el principio. Habían dejado de someter sus emociones para decidir luchar el uno por el otro.

De nuevo, eso parecía.

De lo que sí no cabía duda alguna era que, Echo, eligió a Tomura por encima de todos. Por encima de los héroes, de sus amigos, y del país entero. 

Dichos amigos también temieron esa elección desde el principio. En cuanto supieron la intensa relación que los unía, el retintín de un desenlace así los embriagaba de vez en cuando. Compartían un pasado al que nadie podía hacerle frente. Uno al que nadie podía obligarles a superar.

En algún momento, hablando con ella, todos llegaron a reconocer que no había palabras para disuadirla, pues Echo nunca pararía de querer a Tomura. Sospechaban que, aunque no lo admitiera en voz alta, él siempre fue y sería de lo primero en su vida. 

Como siempre auguraron que, juntos, serían una catástrofe andante. Y así se veían. Los ojos de cada persona presente guardaba en sus retinas una imagen repudiable. Una que se temía, por una razón u otra. 

Y se había hecho realidad.

Era el camino que Izuku Midoriya deseaba con todas sus fuerzas que no tomase. Aún de escuchar cómo se abría sobre su enfermedad y sobre su experiencia con ellos, él siguió creyendo en su juicio, en que haría lo correcto a pesar de lo que dictaba su corazón, pero bien sabía, también, que Echo nunca podría desprenderse de sus sentimientos hacia la liga de villanos. Y mucho menos hacia ese albino que se alzaba a su lado con tanta crueldad.

Era como prohibir volar a un pájaro. Como cortarle las alas.

Era el camino que Todoroki intuyó nada más oírle decir que se había enamorado de Dabi, un villano conocido por su frialdad y su sadismo. Alguien relacionado a él de una manera alarmante, aunque esto aún era desconocido para él.

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