XIII.

1.7K 210 514
                                    

『  a r d i e n t e  c a r i c i a 』

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

a r d i e n t e  c a r i c i a 


¡! Atención: en este capítulo hay contenido erótico festivo (y sexual). No es para nada explícito, pero para la gente que no se sienta cómoda con este tipo de lecturas, recomiendo no leer hasta el siguiente capítulo.

¡Os adoro! 


« I cling into your hands

so that something human might exist

in the chaos ».


¿Qué es una tragedia?

A veces, la tragedia es el desenlace de una vida. Niños y niñas privados de su libertad, que crecieron sin poder vivir la vida que tanto deseaban. Almas inocentes que fueron corrompidas por manos llenas de sangre y maldad.

Podían ser víctimas de sus familias, que los llevaban hasta el límite de lo innombrable hasta dejar horripilantes secuelas. Víctimas de abandono, que posteriormente fueron recluidos para volar muy por debajo de lo que merecían. Víctimas de padres cuyos corazones albergaban odio a causa de una mala decisión maternal y, posteriormente, lo expresaban en sus hijos. Despertando así a una calamidad andante; Víctimas cuya sociedad ahuyentó tanto, que esta misma fue la causante de convertirlos en algo que jamás hubieran imaginado.

A veces... La tragedia eran personas.

A veces, unas nacían con la tragedia y el infortunio en sus venas. Otras, eran la personificación misma de la palabra.

Fujioka Echo era una de ellas, y se encontraba rodeada por muchas otras. Su otro corazón, que ahora palpitaba al mismo son que el suyo; su otra alma, que sentía y compartía como una misma entidad el sentimiento más intenso del uno hacia el otro.

Esa persona, era otra tragedia.

Dos tragedias que se amarían por siempre a pesar de todo y todos. Porque el sentimiento que ocultaban, no desaparecería ni con recuerdos perdidos de otras vidas.

Echo observó al chico que yacía frente a ella, buscando guardar cada detalle de sus ojos, de su rostro, y hasta de cada pequeña cosa que encontrase. Su mano derecha surcó con dulzura la mejilla del villano, rozando con mucha delicadeza las grapas que conectaba su piel sana con la dañada.

Iba a ser su último día juntos, y necesitaba disfrutar cada mísero segundo de él.

En el silencio que se había desarrollado, ambos en la habitación, en una ligera penumbra realmente agradable, Dabi dejó con expectación que los dedos de la muchacha recorrieran todo su rostro al son que dictase; ahora, dirigiéndose muy lentamente hasta sus labios.

V O I D | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora