XIV.

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『 L a  n o s t a l g i a  d e  t u  p r e s e n c i a 』

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L a  n o s t a l g i a  d e  t u  p r e s e n c i a 


« we were meant to be 

perfectly imperfect».


Pov Echo


Como pequeñas olas del mar, surqué mis dedos por el cansado rostro del pelinegro, el cual dormía plácidamente a mi lado. Tanteé con cuidado las grapas metálicas que lo juntaban, y seguí, bajo el mismo esmero, por su piel quemada.

¿Estará adolorido? ¿Le habré hecho daño en algún momento? Fui cautelosa de que ninguna de sus heridas sangrara, pero como él no hizo ver en ningún momento que algo fuese mal, me encontraba dudosa y preocupada.

Era una persona que no solía mostrar cuánto estaba sufriendo. La cantidad de daño que soportaba desde que se levantaba, hasta que decidía acostarse. Ni siquiera lo hacía en los peores momentos; simplemente aguantaba. 

Estaba segura de que después de esta noche, Dabi tenía el cuerpo un poco entumecido.

Sólo esperaba que hubiera sido igual de placentero para él como lo había sido para mí.

Dejé que mis párpados se desplomasen hasta tenerlos entrecerrados y un largo suspiro salió de mis labios. Descansando mi brazo sobre su pecho, escuché y noté, por la tranquilidad del cuarto, su corazón bombeando con sosiego.

Era la primera vez que lo veía tan tranquilo. 

— Touya Todoroki — hice una mueca—. No... Dabi— articulé en un suave murmuro, sin dejar de observar su rostro—. Ojalá tuviera tan sólo tres horas más.

No quería moverme de allí. La cama era como un refugio, y teniéndolo al lado, con su mano reposando en mi cintura, me sentía mucho más arropada. Era prácticamente imposible que mis ganas de seguir el día se adueñasen de mí.

Pero tenía que hacerlo.

Con una mueca de agobio y congoja, me levanté lentamente mientras procuraba que él no despertase. Caminé hacia la ducha sin una sola prenda encima, no sin antes agarrar una toalla.

Cerré la puerta tras de mí, inundando el baño de vapor caliente en cuanto encendí el regulador. Esperando pacientemente a que el agua estuviese a mi gusto, me di media vuelta para mirarme al espejo.

Levemente extenuada, y bostezando en el proceso, apoyé mis dos manos contra la pica de mármol.

— Es una piraña...— me dije a mí misma, contando los lugares en los que él había estado, completamente visible.

V O I D | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora