Capítulo 6 "¿Por qué me evitas"

72.2K 5.9K 1.3K
                                    


Entro en el instituto una hora antes de su comienzo. No quería estar en casa para cuando mi padrastro despertara.  

Me meto en el baño de chicas y observo mi rostro.  Ayer se le fue algo de las manos y "sin querer" me golpeó en la mejilla, pero casi no se nota. 

Observo también mis brazos y están llenos de moratones. Afortunadamente hoy no hace calor, por lo que mi sudadera me los tapa. 

Salgo del baño y me adentro a la cafetería de nuestro instituto. Me pido un café junto con algunas magdalenas y me siento para comer. En menos de una hora tengo el examen de lengua.

 Se me ha olvidado los apuntes en casa, por lo que no puedo repasar. Una vez terminado el café y las magdalenas, apoyo mi cabeza en la mesa con la intención de descansar un poco. 

—Collins a mi despacho! —me levanto ante la voz de la directora pero era Harper imitándola.

 —¿Eres idiota? —pregunto molesta. 

Mi corazón va a mil. Ahora sí que estoy despierta. 

Harper se ríe por un rato hasta que su mirada cae en mi mejilla, y se pone seria de repente. 

—Dios Grace, ¿qué te ha pasado? —se acerca más a mí tocando mi mejilla morada. 

—¿Se nota mucho? 

—¿Qué si se nota? Parece que has estado en un combate de boxeo. Tienes que decírselo a... 

—Harper... —hago un silencio—, ya sabes que no puedo. 

—Pero no puedes... 

Le interpreto una mirada para que hiciera silencio y ella se calló. Ambas sabemos que no puedo hacer nada respecto a este tema. Tengo 17 años, solo tengo que esperar a cumplir 18 para mandarlo a tomar por saco, pero no cumplo hasta febrero y estamos a noviembre, por lo que queda mucho todavía. 

Suena el timbre y nos adentramos al aula. Creo que nadie sabe que ahora mismo, hay un examen sorpresa. Va a merecer la pena ver como todos se quejan. 

Me siento atrás del todo, intentando ponerme en una postura para que nadie más me viera el rostro. Pierce entra algo apurado con un montón de papeles en su mano. 

—Hoy tendréis examen sorpresa, así que separen las mesas y no os quejéis, porque hoy no estoy de humor —dice entregando el examen a cada alumno. 

Siempre está de mal humor. 

Mis compañeros se quejan por lo bajo y separan las mesas. Harper, que se sitúa delante mío, me da ánimos y yo le sonrío. 

—Podéis estar las dos horas que tenemos —comenta. 

Después de esta clase tenemos tutoría con él, por lo que dos horas de examen me vienen genial.

 —Una vez que terminéis, salís de clase y vais a la biblioteca, no quiero que molestéis a los otros compañeros —su tono frío hace retumbar por toda la clase. 

Se acerca a mí y me entrega el examen sin mirarme, algo que agradezco porque si viera mi rostro, se pondría muy pesado. 

Veo el examen y hay solamente 20 frases. El tío se ha pasado dos pueblos.Cojo mi bolígrafo y procedo con la primera frase. 


*** 

El timbre suena indicando la finalidad de la primera hora y mucha gente empieza a entregar sus exámenes.¡Qué rápidos son! ¡Yo solo llevo la mitad! 

Observo que solo quedamos 5 en clase y me vuelvo a concentrar en mi examen. Pasan 20 minutos y otros dos compañeras, entre ellas Harper, entregan el examen satisfechas. Ojalá yo tener esa sonrisa.

Ahora solo quedamos dos chicos y yo. Ver el salón tan vacío hace que me ponga muy nerviosa.

Solo me queda una frase cuando los dos chicos se levantan al mismo tiempo. Se van de la sala y me quedo sola con el Señor Allen. 

Que raro que Shidney no se haya quedado aposta para observarle. 

Una vez que termino la última frase, me levanto algo nerviosa y me acerco hacia su pupitre para entregarlo. Se lo entrego rápidamente y me dispongo a irme del salón, evitando que se diera cuenta de mi rostro. 

—¿Qué tal te ha ido? —pregunta de nuevo con su tono frío

—Creo que bien —respondo mostrándole solo mi espalda. 

—Grace, ¿por qué me estás evitando? —noto como se levanta de la silla y se acerca hacia mí. 

—No te evito, solo quiero irme —alzo los hombros acercándome más a la puerta pero éste me toca el hombro, haciendo que me volteara. 

Una vez que su mirada se clava en mi mejilla, hago un esfuerzo por no llorar. Estar frente a él hace que me sienta más vulnerable y sensible al mismo tiempo. 

—¿Qué es esto? —frunce el ceño observando delicadamente mi rostro. 

—No es lo que crees, ayer me caí de las escaleras con el sueño que tenía..., y pues me golpeé—miento sabiendo que no ha colado. 

—¿Quién te lo ha hecho? —noto como su mandíbula se tensa. 

—Te he dicho que ha sido culpa mía. Soy demasiado patosa. 

—Me estás mintiendo.

—No te metas en mi vida ¿vale? —es lo único que digo.

 Me separo de él y salgo de la sala casi corriendo. No entiendo ahora el porqué se preocupa por mí. No tiene necesidad de hacerlo.

El profesor AllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora