Capítulo 18 "Me has decepcionado"

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Grace 

Después de lo que pasó el viernes por la noche, deseaba que la tierra me tragara viva. 

No me puedo creer el que Pearce me haya visto ebria, desde luego tener vergüenza es poco decir. 

Todo el fin de semana recibí mensajes de Harper pidiéndome disculpas. Sinceramente no me apetecía responderle, ya que estaba muy enfadada y era mejor relajarme estos dos días. 

Hoy es lunes, por lo que tengo a primera hora con Pearce y luego tutoría con él también, así que dos clases con el tipo que me ha visto borracha y vomitando. 

Una vez llegado al instituto, veo como Harper me espera en la entrada algo inquietante. Ahora mismo no me apetece hablar con ella, pero será mejor arreglar las cosas. 

—Grace! ¡Oh por dios! ¡Lo siento mucho! —se me planta delante de mí. 

—Harper mira... mejor olvidemos esto, ¿si? —digo con un tono de cansancio. 

—Soy una muy mala amiga, no tendría que haberte dejado sola por querer estar con Justin 

—No te preocupes Harper, que no me importa en serio. 

Ambas hacemos un silencio mientras caminamos por el pasillo. Entramos en el aula y noto como todos mis compañeros se ríen. Ninguno aparta la mirada de mí y yo ya empiezo a preocuparme. 

Una vez que Harper me dice que mire a la pizarra, mi corazón empieza a latir con dificultad.

Grace la estrecha es una calientap*llas

¡¿Quién diablos ha escrito ese mensaje?! 

Las lágrimas quieren salir de mis ojos pero no quiero dar el placer a la persona que lo haya puesto. Me voy para mi asiento escuchando comentarios hacia mí de los cuales algunos son muy ofensivos. 

¿A qué edad la gente deja de ser mala? 

Pearce entra y una vez visto como sus alumnos se parten de la risa mira hacia el encerado, encontrando el motivo. 

Se sienta encima de su mesa, esperando a que las risas se vayan. 

—Decirme quién ha sido —pide molesto. 

Todos se quedan callados. Claramente el culpable no se va a delatar. 

—Vale, ¿entonces no os importará que os pida vuestra libreta no? Así podré ver a qué letra se asemeja con la de la pizarra. 

De nuevo otro silencio. 

—Si no me lo decís, el castigo será aún mayor. 

Tras unos segundos de tanta tensión, nadie sigue sin levantar la mano. 

—Señor Allen... déjelo, no me importa, es mejor no darle importancia —comento para dejar esta absurda pelea. 

Pearce me mira como si acabara de decir algo malo y se queda callado. 

—No me preocupa lo que piensen de mí —alzo los hombros—. Ya no estamos en primaria, no hay necesidad de hacer estas cosas. 

—Pues parece ser que eres una persona algo estulta, pero como tú veas —dice levantándose y empezando a borrar la pizarra. 

¿Qué me acaba de llamar? ¿Estulta? ¿Qué significa eso? 

—Para el miércoles tendréis examen de sintaxis, y esta vez contará como nota. 

Mis compañeros empiezan a quejarse y la verdad que yo no estoy preparada para hacer un examen. 

¿Lo habrá dicho para fastidiar? 

Mínimo tenía que haber avisado con una semana de antelación, pero estoy yo como para enfrentarle. 

*** 

Después de la clase de lengua, toca tutoría, así que todavía me queda tener que soportar a Pearce.
 

—¿Qué ha pasado Grace? —me susurra Harper.

 Ahora mismo como es hora libre, podemos hablar sin ningún problema.

—Digamos que el tipo que está sentado ahí mismo —señalo hacia Pearce, que se encuentra leyendo un libro—, me salvó de las garras de Jacob. 

Harper abre los ojos como platos y pide que le dé todos los detalles. Empiezo a contar con dificultad todas las escenas y una vez terminado, ella sonríe como si estuviera enamorada. 

—En serio Grace, tengo que preparar la boda —da palmadas de la tanta alegría. 

Ahora mismo tendría que estar enfadada con ella por haberme dejado sola en la fiesta del otro día, pero supongo que es mejor olvidar y perdonar que tener rencor. 

—En serio, deja de estar todo el rato con la dichosa boda, es que se me hace difícil ahora tener que... 

—¡Señorita Collins! —la voz del señor Allen me sobresalta, causando que casi caiga de la silla—. Yo que tú me pondría a estudiar para el examen del miércoles, eres la que más verde está de la clase —dice desde el su escritorio. 

Ouch eso me ha dolido. Teóricamente mi 4,7 es la sexta nota más baja de la clase, pero tampoco era para decirlo de esa manera.

—Bueno estamos en tutoría, aprovecharé la clase como yo quiera, ¿no? —me enfrento clavándole con la mirada. No sé de dónde he sacado estas agallas. 

—Con que se me pone chulita ¿eh? —deja el libro encima de la mesa y se levanta, acercándose a mí. 

Todos del salón estaban tan concentrados en nuestra conversación que solo se escuchaban los pasos del profesor Allen.

Mi corazón latía rápidamente al ver que se plantaba delante mío. 

Con él al lado, parecía que mis agallas se esfumaran, provocando una enorme inseguridad en mí. 

—Olvídate de recibir clases particulares de mi parte, no voy a perder el tiempo con alguien que no tiene interés —dicho esto, me quedo mirándolo. 

Comparando con lo de la pizarra, ésto me duele más. No me esperaba esto de él. Después de lo que pasó en el taxi, pensé que era una persona totalmente distinta de la que me imaginé, pero me equivoqué. 

Además, ¿qué es eso de que no muestro interés? 

Estaba a punto de decirle algo, pero no quiero ganarme una expulsión, por lo que trago saliva manteniéndome callada. 

—¿No dices nada? —enreda sus brazos esperando impaciente una respuesta de mi parte. 

—No —respondo aparentando no haberme ofendido. 

—Desde luego que me has decepcionado, esperaba mucho más de usted —niega con la cabeza indignado y se vuelve hacia su asiento. 

Se me acaba de formar un enorme nudo en la garganta. ¿Por qué se ha comportado de esa manera? No me merezco que me trate así. Él sí que me ha decepcionado. 

Lo peor de todo es que no confía en mí para aprobar ese dichoso examen. Pues ahora mismo le voy a dar su merecido. Pienso aprobar ese examen aunque sea lo último que haga.

El profesor AllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora