Capítulo 17 "Sus labios"

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Me niego con la mano y le digo que quiero salir afuera a respirar algo de aire.

Éste me saca de la discoteca con una sonrisa y una vez que hemos salido, siento el aire frío recorrer mi cuerpo. 

Se siente demasiado bien debido al calor que había ahí dentro. 

—Te llevaré a mi casa. 

—No te preocupes, pediré un taxi. 

—En ese caso, aquí nos despedimos —me atrapa con sus brazos y se acerca hacia mí para darme un beso, a lo que yo me opongo—. Venga tía no me seas estrecha —insiste. 

—¡Qué no Jacob! —le suplico intentando zafarme de él. 

Si no fuera por el alcohol que me hace más débil, le hubiera empujado más fuerte. 

—Venga, solo un morreo, ¿qué te cuesta? —sigue insistiendo. 

—¡Qué te ha dicho que no! —una persona más alta que él la empuja alejándome de mí —¡No la vuelvas a molestar! ¡¿oíste?! —el grito de Pearce me sobresalta y me giro hacia él para ver como su mandíbula se tensa. 

—Okey okey tranquilo viejo. Quédate tú con la estrecha —Jacob levanta las manos como muestra de rendimiento y se vuelve a la disco, dejándonos solos. 

Pearce me mira determinadamente y yo aparto la mirada avergonzada.

Rápidamente nota como me abrazo por el frío y se quita su chaqueta.

—Toma, póntela, llamaré a un taxi —me la tiende y yo la acepto sin pensarlo. 

Se siente tan bien tener el olor de él en mi cuerpo. Veo como Pearce está jadeando y sudando por la frente. ¿Ha venido corriendo hasta aquí?

¿En serio? 

Éste intenta llamar a un taxi con la mano pero ninguno parece parar. Siendo un viernes estarán todos llenos. 

—No siempre soy así —comento intentando hacerle pensar que no es mi estilo de vida emborracharme. De una manera u otra, siento que debo darle una explicación. 

—¿Y entonces qué hacías ahí Grace? —me pregunta con un tono frío, lo que me hace sentir peor.

De alguna manera me afecta que él esté enfadado conmigo. Antes de contestarle, siento como algo sube por mi garganta y me aparto con la intención de vomitar. 

—No me mires —digo con vergüenza. 

Pearce me sujeta el pelo y yo acabo soltando todo lo que bebí. Afortunadamente un taxi para al lado nuestro y Pearce me ayuda a entrar.

Se sienta a mi lado y le dice al conductor la dirección de mi casa. 

Una vez que el auto está en marcha, miro por la ventana pensando en todo lo ocurrido. Ahora mismo me encuentro mucho mejor. El haber vomitado todo el alcohol, hace que mi cuerpo haya quedado limpio. 

—Oye... —digo después de unos minutos de silencio—, muchas gracias por venir y siento haberte llamado amargado... estaba con el efecto del alcohol y pues... 

—Me alegra de que me hayas llamado, de lo contrario ese tío habría conseguido su propósito —me dice sin mirarme a los ojos—, y no te preocupes por lo de amargado, los borrachos dicen la verdad. 

Suspiro arrepintiéndome de haber salido de casa y de haber aceptado esas bebidas. 

—¿Estabas durmiendo? —pregunto esperando a que dijera que no. 

—No, estaba leyendo —me separo un poco de él para poder mirarle con más comodidad—, me cuesta mucho dormir por las noches. 

—¿Y qué estabas leyendo? —mi interés hace a éste mirarme. 

El profesor AllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora