Capítulo 26 "Solo somos profesor y alumna"

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Abro los ojos sintiendo como una luz muy blanca me ciega.

Noto como el dolor vuelve a mí.

¿Qué ha pasado? ¿Estoy muerta? No, no estoy muerta, pero lo hubiera deseado, así no tener que soportar este horrible dolor.

Mi nariz me escuece y palpita. Me doy cuenta de que me cuesta mucho abrir el ojo derecho.

Enfoco a lo que hay a mí alrededor y observo que estoy en un hospital. Lo último que recuerdo es a Tom dándome con su puño en mi nariz.

-¡Grace! -una voz me sobresalta y giro la cabeza hacia la persona que acaba de decir mi nombre. Juro que esa maniobra con la cabeza hizo que viera las estrellas.

Intento enfocar a la persona y no me lo puedo creer. No, en serio, que no me lo creo.

-¿Qué tal estás? ¿Te duele algo? -me pregunta estúpidamente.

Claramente me duele algo, solo es ver mi cara.

-¿Quién eres? -bromeo, obteniendo una cara de sorpresa y susto por su parte.

Pearce se toca la nuca nervioso y su respiración se acelera.

-Qué es broma tonto -sonrío ladeando la cabeza-, estoy bien, me duele un poco todo pero se puede soportar.

-Dios Grace casi me matas de un susto, no lo vuelvas a hacer.

-Te dije que te la iba a devolver. No tenías que haberme tirado el vaso de agua mientras dormía.

Éste sonríe, pero todavía se le notaba asustado. Igual me he pasado.

Entra el médico cortando nuestra conversación, diciendo que me dará el alta pero que tengo que tomar una serie de precauciones para cicatrizar las heridas. El médico se va y Pearce y yo nos quedamos en silencio, hasta que decido romperlo.

-¿Cómo sabías que estaba aquí?

-Digamos que te he salvado la vida otra vez -alzo una ceja confusa-. Me habías llamado y se cortó el teléfono. Sabía que pasaba algo grave, por lo que fui a tu casa y noté como la puerta estaba con seguro. No sé pero tenía un mal presentimiento, así que me colé por la ventana de la cocina y le estampé un jarrón a ese imbécil.

-¿El jarrón azul con flores?

-Sí, ¿por?

-Ahí estaban las cenizas de mi abuela -digo seria.

-Dios, lo siento mucho yo...

Me empiezo a reír y veo como éste se mantiene enfadado.

-Qué es broma -me sigo riendo.

-En serio Grace, no quiero más bromas.

-De acuerdo... -intento controlarme-. Muchas gracias por salvarme, si no hubiera sido por ti estaría muerta otra vez.

-Deja de agradecer todo Grace.

-Está bien... ¿Y dónde está Tom?

-Lo dejé marchar -responde.

-¡Que hiciste qué?! -me levanto un poco para apoyarme con los codos.

Éste deja salir una pequeña sonrisa y yo le estampo la almohada contra su cara.

-Serás idiota, no me hagas esos sustos.

-Perdone señorita por ser tan sensible, yo me he comido dos bromas tuyas.

-Vale lo siento, estamos en paz -hago una pausa-. ¿Entonces? ¿Dónde está?

-Llamé a la policía y lo arrestaron. Ese ya no te va a molestar más, ya no tienes peligro.

-Se me hace raro escuchar eso.

Nos quedamos mirando y vuelve a entrar el médico. Siempre tan inoportuno. Me entrega un papel con los medicamentos que tengo que tomar para las heridas y me dice ya puedo volver a casa.

Casa... casa... al fin no tengo preocupaciones.

-Te llevaré -me dice levantándose.

-No te preocupes, tomaré el metro y...

-No es una pregunta Grace -me mira serio.

-Ya has hecho mucho por mí, así que no... -hago ademán de levantarme de la cama pero mis pies fallan.

Antes de caer al suelo, Pearce rápidamente me coge de la cintura, evitando el impacto. Qué buenos reflejos tiene. Levanto la mirada hacia la de él, tragando fuertemente la saliva. Me sonrojo al estar muy cerca de él pero me acabo separando. No quiero que se vuelva a repetir lo del otro día.

-Vale iré, pero porque todavía sigo con los efectos de la anestesia.

***

Mientras conduce, apoyo la cabeza en la ventana. Está lloviendo y hay demasiado viento. Me gustan estos días, no hay nada como estar bajo una manta y tomar algo caliente, que le den al verano.

-Oye Grace -llama mi atención sin separar la vista de la carretera.

-¿Uhm? -le miro nerviosa.

Creo que ya sé que va a decirme.

- Deberíamos hablar sobre... lo del otro día -carraspea sin mirarme todavía.

-Ah... esto... pensé que no querías hablar más de ese tema.

-Lo que pasó no fue mi intención, no quise ilusionarte ni mucho menos aprovecharme de ti. Hacía bastante que no estaba al lado de una mujer y mis hormonas se activaron, mis disculpasen serio.

Huy eso me dolió. ¿Entonces la razón de ese beso era solo por sus estúpidas hormonas?

-No te preocupes, está olvidado -miento.

-Vale genial, ¿entonces amigos? -sonríe aliviado.

-No, solo somos profesor y alumna -contesto tajante.

No me gusta ser así con él, pero tampoco es excusa decir que besó a una alumna solo para satisfacer sus necesidades. Aunque no lo crea, tengo sentimientos.

-Cierto -dice en voz baja-. Ya hemos llegado. Déjame que te abra la puerta.

-Señor Allen, sé...

-Llámame Pearce.

-Señor Allen -recalco su apellido-. Sé andar yo sola hacia mi casa, no se preocupe. Muchas gracias por salvarme de nuevo la vida, espero que no te moleste más con ella -sonrío falsamente y me dispongo a salir del coche.

-Sé que estás molesta y tienes todo el derecho a estarlo, pero no podemos...

Antes de que termine la frase, cierro la puerta fuertemente para que entienda que estoy enfadada y corro hacia mi casa.

Creo que esto me traerá muchos problemas.



El profesor AllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora