Capítulo 2 "Un café demasiado dulce"

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Una vez que salí de clases, me dirigí hacia la cafetería en la que trabajaba.

Cuando murió mi madre hace 5 años, solo me quedaba mi padrastro. Él no quería mantenerme, así que me obligó a trabajar o me echaba de casa.

Entro en la cafetería, saludando a mis clientes veteranos, sobre todo a mi jefa Rosa, una señora de mediana edad, que es como mi segunda madre.

Mi madre y Rosa eran muy amigas, por lo que sin ella no tendría este trabajo regalado.

Me pongo el delantal y cojo mi libreta para apuntar los pedidos, no soy una persona de buena memoria.

Un cliente entra y le sonrío como siempre.

—Hola señor Clifford, ¿café con leche sin azúcar? —le pregunto sabiendo la respuesta.

—Qué bien me conoces cielo —me sonríe y se sienta con dificultad en su sitio de siempre.

Me amarro una cosa en el pelo y me dispongo a preparar el café.

—¿Qué tal está Tom? —pregunta abriendo el periódico.

—Oh, está muy bien, como siempre —le entrego el café junto con una galleta.

Me vuelvo al mostrador queriendo evitar más preguntas sobre mi padrastro.

Rosa sale de la cocina nerviosa y se quita el delantal a toda prisa.

—Cariño, voy a salir una hora para ver cómo está Dylan, ¿podrás encargarte del local? —me pregunta preocupada. Seguro que su hijo ha vuelto a liarla en el colegio.

—Tranquila, estaré bien —sonrío y me planta un beso en la mejilla.

Rosa sale chocando con Harper.

—Hey, ¿qué tal señorita Collins? —pone el tono del señor Allen.

—¿Qué haces aquí?

Ella suele ir a veces a la cafetería para hacerme compañía. Puedo pasarme toda la tarde aquí metida y siempre me acompaña. Sin ella los días serían muy aburridos.

—Nada, ¿te ayudo con algo?

—No está tan lleno, así que puedo sola.

—De acuerdo...y...., ¿cómo ves al señor Allen?

De nuevo me saca el tema del profesor. Me quiero negar a responder pero conociendo bien a Harper, es mejor responder a su pregunta.

—Pues demasiado arrogante y frío, creo que no le caigo muy bien—le doy la espalda a mi amiga para buscar algo en las estanterías—, creo que ya doy la asignatura como suspensa.

Giro sobre mi misma y observo como Harper mira hacia atrás, ignorándome por completo.

La persona que acababa de entrar se lleva consigo todas las miradas de mis clientes. Dos chicas que se situaban al lado de la puerta se pusieron rojas y empezaron a sonreír coquetamente.

No puede ser...

De todas las cafeterías que hay en la zona, ¡tiene que venir a ésta!

—Uy, hablando del rey de roma —me susurra Harper elevando las cejas.

Le hecho una mirada amenazante y el señor Allen se sienta a dos sillas de Harper, justamente en la barra.

—Buenas tardes, ¿me puede dar un café con azúcar? —me pregunta sin mostrar ningún interés en las dos —, y que sea rápido, no me gusta perder el tiempo.

El profesor AllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora