Grace
Ya han pasado dos días desde que envíe mi relato al concurso de escritura. Para ser sincera, TODA la clase se ha presentado, nada más para ganarse el dinero y para pasar más tiempo con Pearce.
Entramos en la clase de lengua después de haber revisado el móvil unas doscientas veces. Me tienen que enviar hoy un correo con la noticia y estoy muy nerviosa.
—Tranquila, que te van a elegir —me toca el hombro relajándome.
—Harper cariño, de 500 alumnos que yo sea una de las 10 seleccionadas es muy poco probable.
—Qué negativa eres, tienes que vivir con más emoción.
Niego con la cabeza sin sentir ninguna emoción y me siento en mi pupitre.
Pearce entra algo más arreglado de la cuenta y se sienta como de costumbre en su mesa, esperando a que todos se callen.
—Afortunadamente, dos alumnos de este centro han sido seleccionados para ir a Michigan a competir contra los demás alumnos de los otros institutos.
¿Qué? ¿No se supone que me tendrían que haber avisado a mí? ¿O solo avisan a los ganadores?
—Una de ellas es la señorita Cooper, por su poema de la vida y la muerte —anuncia observando a Shidney.
La rubia mira a su alrededor con aire de superioridad. No me lo puedo creer, en ningún momento pensé que Shidney le gustara escribir. Pero si ha sido seleccionada debe de ser muy buena aunque me cueste admitirlo.
—Y la otra persona es la señorita Collins—deja salir una sonrisa al pronunciar mi nombre.
Lo miro como si se tratara de una broma y parece que lo está diciendo en serio.
¡No me puedo creer que vaya a ir a Michigan!
—Quiero hablar con vosotras después de clase, para ver como nos organizaremos.
Ambas asentimos y comenzamos con la clase. No sé como voy a prestar atención después de esta increíble noticia.
***
Después de clase entro en el departamento de lengua y literatura y Shidney ya se había adelantado.
—Tome asiento señorita Collins —ordena Pearce señalándome la silla—. He estado hablando con la señorita Cooper y para pasado mañana cogeremos el avión.
—¿El avión? ¿No es más barato usar algún coche? —pregunto nerviosa. No me puedo permitir pagar el billete de un avión.
—Con el avión llegaremos más rápido —dice Shidney de una manera arrogante.
—De acuerdo... ¿Y cuánto llegará a costar el billete? —temo la respuesta de aquella pregunta.
—Unos 149 euros —responde Pearce—, ¿le supone algún problema el dinero? Es el más barato.
¿149 euros? ¿Está loco? Para conseguir ese dinero necesitaría hacer dos veces el doble de turnos en la cafetería.
—No me supone ningún problema —miento.
—Genial. Las habitaciones nos la proporcionará la compañía. Traigan lo necesario, solamente estaremos dos días. ¿Alguna duda?
Niego con la cabeza sin haber escuchado nada. Tendré que pedirle a Rosa que me deje trabajar también en las noches.
Nos despedimos de Pearce y una vez salido del departamento, Shidney me corta el paso.
—Ni muerta tienes tú ese dinero para pagar el billete, haz el favor de no ir y déjanos al señor Allen y a mí estar a solas.
—Vete a la mierda —la rodeo, dejándola sola en el pasillo.
***
Le he pedido a Rosa que me de el doble turno, así puedo llegar a conseguir el dinero. Aunque tenga que estar tardes y noches durante estos dos días, merecerá la pena, ir a Michigan sería una experiencia increíble, aunque la tenga que compartir con Shidney.
Tras unas cuantas horas de servicio, miro el reloj y son las seis de la mañana. He pasado doce horas de servicio y todavía me queda hoy. Yo pensaba que la cafetería se cerraba a las doce de la noche, pero me di cuenta de que es un local de 24h. Cuando me lo contó Rosa me quedé boquiabierta.
Salgo de la cafetería dando cinco bostezos y me despido de mi compañera de trabajo.
Siento como mis ojos se quiere cerrar, pero toca ir al instituto. Con suerte podré echar una siesta en la clase de historia.
Entro en la clase donde Harper me espera. Al verme, pone una cara de susto.
—Hija mía, ¿y esas ojeras?
—¿Tanto se nota? —interpreto una mueca de disgusto.
—¿No has dormido nada?
—Esto... sí pero mal, tuve una pesadilla y no pude reconciliar el sueño —miento con la intención de no hacerla preocupar.
No quiero que sienta lástima por mí. Harper asiente poco convencida de mi respuesta y me siento en mi pupitre.
El señor Allen aparece con un libro en la mano y como de costumbre se sienta encima de su mesa en vez de su silla.
—Hoy os voy a leer una de las obras que tenéis que estudiar este año para la selectividad —anuncia abriendo el libro por la primera página—. Ya podéis ir a la biblioteca a cogerlo después de esta clase, hoy solo la dedicaré a los primeros capítulos —dicho esto, comienza a leer.
Escuchar su profunda voz hace que mis ojos se cierren poco a poco. Sin ser consciente de que estaba en una clase, apoyé mi cabeza en mis brazos y me dispuse a dormir.
Pearce inmediatamente paró al ver que mi cabeza no estaba firme, si no en la mesa. Dejó el libro encima de su mesa y caminó con lentitud hacia mi pupitre, sin querer despertarme.
—Señorita Collins —nombra mi apellido y automáticamente abro los ojos —. ¿Tanto le aburre mis clases? —pregunta con un tono de enfado.
—¿Eh?, no, no, sus clases me resultan interesantes —le digo sintiendo una vergüenza recorriendo mi cuerpo.
—Ya van dos veces que la pillo durmiéndose en mi clase, tendré que proporcionarle un castigo.
¿Otro más? Voy a batir el récord de la chica con más castigos en este instituto.
—Para la semana que viene, quiero que dictes un poema ante toda la clase de memoria, solo así aprenderá a comportarse—rueda los brazos clavándome una mirada que no puedo descifrar.
Asiento rápidamente y él se vuelve hacia sitio, a volver a leer el dichoso libro. Mi reputación está cambiando por culpa de este hombre.
ESTÁS LEYENDO
El profesor Allen
Novela JuvenilEl señor Allen es un profesor de literatura el cual empieza a sentir algo por una de sus alumnas, Grace. A raíz de eso, para evitar que sus sentimientos hagan algo inadecuado, decide empezar a tratarla mal para así evitarla. Pero... ¿conseguirá su...