—¿Y qué tal las clases con Pierce? —me pregunta Harper mientras entramos en la clase de lengua.
—Bien —sueno indiferente—, y por favor, no lo llames por su nombre, lo podría escuchar cualquiera ya mí me meterías en un compromiso.
—Perdón, se me ha escapado. Pero va, no me creo que no haya pasado nada en esas clases, me estás ocultando algo —me señala con el dedo.
—Emm sí, me estuvo explicando un par de cosas y luego fui hacia mi casa. No hay mucho que contar, te estás imaginando cosas por donde no las hay.
—Mira Grace, somos amigas desde los seis años y hemos pasado por muchas cosas juntas. Ahora, si me vas a contar la trola esa de que no pasó nada, ponte una excusa mejor, como actriz estás muy verde.
—Otra, ¿tan transparente soy? —río no creyéndome ser capaz de mentir.
—Demasiado. Así que en el recreo me vas a contar todo.
—Bueno pero te me relajas, no quiero ni suspiros de amor ni planes de boda, ¿estamos?
—No te prometo nadaaa —ríe sentándose en su silla. Yo hago lo mismo pero hacia atrás del todo. Sentarme en la última fila es lo mejor. Pasas desapercibida y el profesor solo se centra en los alumnos de la primera fila, en otras palabras, en sus favoritos.
Puedo notar como Shidney no aparta la mirada de mí. Puede que haya logrado el que me castiguen, pero nadie va a olvidar la escena de ayer en la cafetería.
—Vigila tu espalda porque ésta te la va a devolver —susurra Harper notando la mirada de ella.
Ruedo los ojos harta de tener que soportar comportamientos infantiles y Pierce entra para darla clase. Hoy tenemos parte de literatura, por lo que me alegra no tener que dar sintaxis.
—Antes de proceder a empezar con la generación del 27, he puesto por los pasillos un cartel sobre el concurso que el instituto Brookfold ha organizado este año junto con más institutos del estado. Se trata sobre escribir un relato o poema con total libertad —comenta sentándose encima de su pupitre.
Normal que las chicas babeen por él si deja que le huelan su colonia.
—Una vez que lo escribáis, me lo enseñáis si queréis y lo enviáis al correo que está puesto en el cartel. Si acabáis siendo elegidos, entraréis en la final junto con otros chicos de otros institutos de la ciudad. Hay en total 25 institutos, por lo que tendréis mucha competencia.
—¿Para cuando finaliza? —pregunta Owen, el chico más listo de mi clase.
—Finaliza dentro de dos semanas. Tendréis que decirme las personas que queréis participar, para así daros consejos y pues para creer que todavía haya gente que le guste escribir —aclara levantándose para así sentarse en su silla.
¿Eso iba por mí? Es decir, ayer en su coche le comenté que me gustaba escribir. No, seguro que ni lo recordará.
—Otra cosa. Si conseguís ganar en la final, cosa que veo muy poco probable, creo que ganaréis algo de dinero, la publicación de vuestro escrito y supongo que os pagan la beca para la universidad. Ahora, dicho todo, volvamos con la clase.
Una vez aclarado todo, empieza dando el tema. Harper se gira con una sonrisa bien abierta.
¿Qué quiere ahora?
—¿Y bien? —alza las cejas.
—Y bien qué?
—No te hagas la tonta, ¿te vas a apuntar?
La miro como si acabara de decir una locura y vuelvo a la explicación del profesor, pero Harper me lo prohíbe.
—Ni muerta te voy a dejar que te pierdas una oportunidad así.
—¿Para qué me voy a matar por algo que sé que no voy a conseguir? Hay demasiada competencia, piensa que habrá más de 500 alumnos participando.
—Grace, tienes demasiado talento, no debes menospreciarte, ojalá yo supiera escribir como tú.
—No sé, ya lo pensaré... —susurro poco convencida—, pero me tendrás que dejar de hablar de ya sabes quién por mínimo dos meses, ya estoy harta de...
—Señorita Collins, ¿otra vez interrumpiendo la clase? —una voz hace que me sobresalte de mi asiento. No puede ser, siempre me pilla a mí.
—Fue mi culpa, la estaba molestando —me defiende Harper aunque lo que dice era cierto.
—A ti no te pillé hablando —declara Pierce con un aire de enfado.
¿Qué ha pasado con el Pierce de ayer?
—Te quedarás en el recreo ordenando alfabéticamente los libros de la biblioteca, a ver si así aprendes a no interrumpir mis clases —ordena volviéndose con la explicación.
Harper se gira no queriendo empeorar la situación y minutos después me tiende un papelito pidiéndome perdón.
En fin, dos castigos en menos de dos días, esto se está descontrolando. Y encima me quedaré sin mis natillas.
***
Después de que la clase de matemáticas finalizara, la gente salía escopetada para ir a la cafetería y así descansar. En mi caso, me tocaba ir a la biblioteca a hacer el trabajo que ningún profesor de lengua hace.
Esos libros llevan desordenados desde que ingresé aquí. Lo bueno es que nadie viene por aquí, por lo que podría estar tranquila.
Entro en la biblioteca y veo como todas las estanterías están vacías. Los libros están amontonados en las mesas, por lo que al menos me facilita el trabajo.
—Aquí tienes la lista de todos estos libros en orden alfabético —me sobresalta Pierce por mi espalda—, por lo que tendrás que ir buscando según el orden de la lista, no es tan complicado, ¿oh sí?
Me está vacilando.
—Creo que podré hacerlo, no soy tan tonta —bufo quitándole la dichosa lista de las manos.
—Si no terminas hoy, cosa que es imposible, lo harás mañana y así hasta que termines —finaliza yéndose de la biblioteca, lo que agradezco porque ahora mismo está insoportable.
No es suficiente el castigo que me ha puesto la directora, tiene que venir éste y ponerme otro peor.
Retiro lo de ayer, no tenía que haber dicho que Pierce "era agradable".
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El profesor Allen
Teen FictionEl señor Allen es un profesor de literatura el cual empieza a sentir algo por una de sus alumnas, Grace. A raíz de eso, para evitar que sus sentimientos hagan algo inadecuado, decide empezar a tratarla mal para así evitarla. Pero... ¿conseguirá su...