CAPÍTULO 29

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TRAICIÓN

¿Desde cuando estaba gestando aquella traición? Lo hubiera esperado de sus enemigos, pero ¿De ella? Los últimos meses su matrimonio se convirtió en lo que siempre esperó seria la vida con una esposa y muy pronto hijos. Ella le dijo que lo amaba y él aceptó su amor. Se abrió ante ella, lo que nunca hizo con otra persona. Oprimió las manos sobre la piel del asiento del rolls royce que lo llevaba a Rectory Mayor.

Nada pudieron hacer en su contra. El resultado de la inspección fue positivo, no se encontró nada para merecer una grave sanción, apenas una multa que había sido un castigo por todo el sórdido asunto, ahora la policía iba en contra de los responsables por calumnia y falsa declaración. Empero él también estaba buscando y cada uno de ellos iba a pagar. Ella..., ella también lo haría.

- ¡Maldita! - Exclamó con voz ronca.

Sus cejas se inclinaron en un gesto de completa y absoluta ira. ¡Ella era la peor de todos! Lo engañó de una manera que lo hizo caer cegado por sus encantos, por su cabello rojo, su pálida piel, su dulce voz, sus ojos verdes y cristalinos...

"- Te amo"

Su voz taladraba sus oidos. "Te amo...

-¡Amor! - Escupió con desprecio.

La vida le había enseñado desde muy joven que el amor no era más que una palabra que se decía para conseguir algo, después ya no importaba, el amor se convertía en sólo una quimera. No eran capaz de volver la vista atrás simplemente se desvanecía y terminaba en dolor y soledad.

Ella jugó con él desde el principio, ¡Maldición! ¿Cómo pudo caer? ¿ Cómo pudo pensar que ella podría ser diferente?  Todo fue una maldita mentira. Fue plan para acabar con él. Ni Joseph Mathews, ni Sir Richard o Lady Mildred podrian hacerlo. ¡El era la bestia! Y hacia falta más que una débil trampa para atraparlo.

Suspiró recargándose en el asiento. ¡Mierda! Estuvo a nada de caer.

Milly dejó el cepillo sobre el tocador, miró su rostro todavía pálido. Una semana le tomó para recuperar su energía y las ganas de volver a estar bien para el regreso de Max a casa.

Estaba consciente del trabajo que tenia después de haber pasado dos semanas fuera en  su luna de miel, tenia que ser una esposa comprensiva y permitir que la ausencia de un par de semanas le permitieran a Max retornar a la vida real y a sus negocios. Esa mañana recibió una llamada de Anne Miller anunciándole que Max regresaría a casa y que cenarían juntos esa noche para hablar de un asunto muy importante. Cada minuto que pasaba desde que recibió la llamada la mantuvo en una zozobra, sólo fue capaz de calmarse cuando pensó en la maravillosa noticia que le daría.  Acomodó algunos mechones de rizos rojos y los prendió con unas horquillas de plata con esmeraldas.

Sus manos  se posaron emocionadas en su vientre todavía liso. Estaba impaciente de que llegara, al fin todo estaba saliendo bien para los dos. El futuro se veía perfecto, lleno de una felicidad que no se acabaría nunca. Después de la cena al fin podrian hablar. Le daría prioridad a lo que él tuviera que decirle y después terminaría la noche en sus brazos.

Se levantó acomodando el tirante verde que rodeaba su cuello, su piel brillaba de una manera que mostraba lo radiante que se sentía. Retocó su labial rojo.

La puerta se abrió de un golpe, el sonido de la madera al golpear la pared la sobresaltó tirando el tubo del labial y volverse alterada hacia la enorme figura oscura que abarcaba el marco de la puerta con su poderío. Una mano se posó por instinto en su pecho.

- ¡Me has asustado!

Max no dijo nada sólo la miró inclinado las cejas completamente furioso. Sus ojos plateados brillaron como los de una fiera a punto de atacar.

la bestia y la bellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora