CAPÍTULO 36

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REMEMBRANZAS

El auto se detuvo en la entrada de Rectory Mayor. Georgie salió apurada, la amabilidad que le caracterizaba se perdió entre su nerviosismo y la angustia del pasado que la había alcanzado. Se aferró a su viejo bolso y entró a la mansión casi a hurtadillas, no quería ver a nadie, ni que nadie la viera.

Agitada cerró la puerta de su habitación y se recargó en ella sintiéndose completamente agotada. El regreso de Lucille Blackthorne estaba a punto de acabar con la poca tranquilidad que reinaba en esos momentos en la vida de todos los que alguna vez tuvieron que ver con ella y Oliverius.

¡Oliverius! Un suspiró se escapo de sus labios entreabiertos. ¡todo debió ser tal y como estaba planeado desde el principio! Un sollozo rompió el silencio de la sencilla habitación, el sonido de el bolso al golpear con el suelo lo remató. ¡Esa maldita! ¡Ella fue la causante de que su vida fuera lo que era ahora! Lo único bueno de eso era que estaba junto a su hijo, a pesar de que él la odiaba como alguna vez también lo hizo Oliverius.

Pasó una mano por su cabello despeinándolo un poco.

"- Ella es mi amiga Lucy - la presentó después de invitarlo a tomar una cerveza con ellas -, vivimos juntas en un departamento muy cerca de aquí.

- Hola - sonrió Lucy coqueta como siempre lo hacia cuando conocía a un hombre -, toma una cerveza con nosotras, estamos celebrando mi primer trabajo como actriz en una obra.

- ¿Eres actriz? - Preguntó amable.

- Si, terminé hace poco unos cursos - le confesó con gran entusiasmo -, no es mucho, pero cuando empiece a ganar dinero como actriz voy a estudiar en la mejor academia de Londres o tal vez me vaya a Hollywood. Quiero ser tan grande como Liz Taylor. Es mi sueño.

Oliverius hizo una mueca antes de sonreír intentando ser amable. Georgie se dio cuenta y se sintió entusiasmada, era la primera vez que un hombre no estaba muy interesado en Lucy.

El resto de la noche coqueteó con él. Las acompañó ya pasando las doce a el pequeño edificio de tres departamentos en donde vivían.

- Buenas noches, digo días - rió Lucy abriendo la puerta. Miró a Georgie e hizo un gesto con la cabeza para entrar.

- Bueno, gracias por acompañarnos Oliverius - le tendió una mano para despedirse.

Él la miró ignorando a Lucy que movía el pie exagerando su espera por Georgie. Tomó la mano de la rubia y la llevó a sus labios sin despegar sus enigmáticos ojos de ella.

- Fue un placer Georgie.

La joven asintió sonrojada y zafó su mano consiente de la presencia algo molesta de su amiga.

- V-volveré a verte...

Oliverius sonrió metiendo las manos en la chaqueta verde oscuro y asintió divertido.

- Si Georgie, volveremos a vernos.

Dio la vuelta y se alejó tranquilamente por la solitaria calle.

Georgie suspiró muy quedo y fue hacia su amiga emocionada.

- "¿Volveré a verte?" - Inquirió burlona -, ¿Qué fue eso Georgie?

- Dejalo Lucy, no soy como tú - entró al apenas iluminado pasillo -. Él es un hombre que me interesa mucho, tal vez demasiado.

- Es muy burdo, muy... campesino - fruncio la nariz -, demasiado común para alguien como yo.

- Si, pero él me gusta a mí - replicó incómoda - y con eso me basta.

- Cada quien encuentra su cada cual en la vida - levantó los hombros mientras abría la puerta del departamento -. Encontraste al tuyo.

la bestia y la bellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora