LADY MILDRED
Max miró su rolex antiguo, ya no había nada que hacer, se encaminó a la salida. Sus abogados ya sabían lo que tenían que hacer, a pesar de que Sir Richard Harwood fuera un oponente capaz de intimidar con su sola presencia no podia hacer nada por Joseph Mathews. Él era culpable.
Su chofer y guardaespaldas le abrió la puerta del oscuro golpe. Apenas entró y una angustiada voz femenina lo llamó, por un momento quiso hacer caso omiso a su llamada, pues estaba molesto por el inconveniente que le había causado la sorpresa de saber quien era su abogado.
Su chofer sé puso alerta y cerró la puerta protegiéndolo y rodeó el auto apresurado. Max sé mantuvo inmóvil hasta el momento en que la joven golpeó la portezuela rogando hablar con él.
- Continúa, - ordenó a su empleado.
El lujoso auto se puso en marcha y el rostro de la joven frente a su ventana polarizada mostró asombro al ver que se movía.
-¡Por favor señor Blackthorne! - Exclamó corriendo junto a la puerta, - ¡Quiero hablar con usted! ¡Acepto el trato, me casaré con usted!
Max se quedo paralizado y enseguida ordenó que detuviera el auto. Una sonrisa arrogante se formó en sus labios y la sensación de triunfo recorrió su cuerpo como una droga que le hizo revivir nuevamente el alcance de su poder.
Abrió la puerta invitándola a entrar al auto. La vio titubear y mirar hacia la estación de policía de donde salia Sir Richard apresurado con una expresión de gravedad en su rostro al verla junto a el auto. Entró y se sentó tensa y pálida buscando no acercarse tanto a él.
El lujoso auto continuó su camino. La ventanilla que separaba al chofer de ellos se elevó para darles la intimidad que necesitaban.
- Sabia que tomarias la decisión correcta.
La miró encogerse en el asiento manteniendo su rostro agachado evitando mirarlo.
- Nos casaremos en una semana, - le anunció impersonal mientras sacaban su móvil abriendo su agenda para verificar la fecha que ya tenia apartada desde hacia varios días. - El próximo viernes, tienes una semana para arreglar algunos detalles y comprar tú vestido.
Buscó en el bolsillo interno de su chaqueta negra y sacó una tarjeta platino ofreciéndosela como sí fuera sólo un pedazo de. plástico.
- Tienes carta blanca, - se la dejó sobre el regazo al ver que no hizo intento por tomarla. - Compra lo que haga falta para ti y tus hermanas, ¿Tú padre querrá acompañarnos? No guardo ningún rencor hacia él, así que será bienvenido sí decide acompañarnos a la boda.
Milly no dijo nada. Max miró hacia la ventanilla, estaba excitado ante la presencia de la bella joven a su lado.
Levantó una ceja y la miró de reojo. Mildred al fin levantó el rostro y miraba hacia el exterior evitándolo; al fin iba a ser suya, tendría el placer de descubrir a la verdadera mujer que había tras esa fachada de hija perfecta.
Lo disfrutaría mucho. Llegaría a ser sublime cuando ella misma se mostrara ante él.
Seria todo un reto. Un verdadero reto.
- No lo necesito, - le tendió la tarjeta negándose a sí misma tomar dinero de él. - Yo me haré cargo de mis gastos.
- De ninguna manera, - movió una mano despectivamente. - Todos los gastos que realices de ahora en adelante serán cubiertos por mí, eso va incluido en el trato que has aceptado y no aceptaré una negativa de tú parte.
Milly asintió guardando temblorosa la tarjeta en el bolsillo de su abrigo. Acababa de aceptar la propuesta de la bestia y ya no podía negarse a nada que él le pidiera por el temor de que cambiará de opinión y su padre no saliera libre para volver con sus hermanas.
-¿Cómo es que tú familia conoce a Sir Richard? - Preguntó Max después de un tenso silencio.
- Es un viejo conocido de mis padres.
Le respondió sin dejar de contemplar las grises calles de Londres.
Milly estaba preparada para responder sus preguntas. La presencia de su padrino y abogado más influyente y reconocido había abierto una puerta que ella no esperaba descubrir hasta el último momento.
- ¿Cuándo quedará libre mí padre? - Preguntó intentando ocultar el temblor de su voz, debido a la angustia de recordar el aspecto derrotado de su padre.
- Tan pronto mis abogados se reúnan con Joseph y Sir Richard, - levantó los hombros con indiferencia volviéndose a mirarla. - Hoy no puede ser, tal vez mañana, todo depende ahora de ellos.
Milly asintió todavía evitando mirarlo. Había llegado la hora de hablar acerca de lo que ahora más le preocupaba, era necesario para continuar aquello que ya no podia detener.
- Muy bien, - suspiró Milly y lo miró enfrentándose a él nerviosa por lo que tenia que decirle . - Me gustaría que se redactará un documento en el que estipule que pase lo que pase con este matrimonio mí padre no volverá a ser acusado por... el dinero que tomó de su empresa y que usted renunciará a.... el titulo de mí familia, que por desgracia sé le dará a la primera hija que... se case.
- ¿De qué titulo estas hablando? - Demandó con un dejo de sorpresa.
Milly lanzó un suspiro y estrujó sus manos. Se sonrojó un poco ante la insistente mirada plateada.
- Mí abuelo, en su testamento estipuló que su primera nieta que se casara recibirá junto con su esposo el titulo de Barones de Collins.
El silencio que siguió a aquella sorprendente revelación la mantuvo con un nudo en el estómago mientras esperaba alguna reacción de la bestia.
Una inesperada carcajada escapó de la garganta del hombre. Milly lo contempló con la boca abierta como sí no pudiera creer lo que ahora estaba viendo. El rostro duro y de fuertes facciones se convirtió en un casi rostro humano con un toque de belleza masculina que hizo dar un vuelco su corazón, a punto de salir de su pecho.
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la bestia y la bella
Storie d'amoreMaximilian Blackthorne era conocido como la bestia en el mundo de los negocios. Nunca permitía que nadie se aprovechará de él, mucho menos un contador cualquiera. No le importaba que fuera por momentos de vida o muerte. Joseph Mathews iba a pagar po...