REGRESO
Una punzada aguda surcó su hombro, la caída había sido terrible.
Intentó moverse más le fue imposible; su cuerpo estaba atado por algo que no podía describir. Unas voces alteradas le rondaban en la cabeza, unas manos le tocaban y estas le hacían daño junto con el insistente pitido que taladraba sus oídos.
Gruñó molesto e intentó apartarlas moviendo el brazo, pero este parecía una masa muerta. Movió la cabeza y de inmediato esas manos le inmovilizaron. Agitado abrió los ojos, imágenes borrosas de personas a su alrededor se inclinaban hacía él tocándolo, hablándole, fastidiándolo. Los miró molesto e intentó apartarlos, pero su cuerpo no parecía responderle. A sus oídos apenas llegaban las palabras, una de ellas le llamaba con insistencia:
- ¡Señor Blackthorne!, ¿Puede escucharme?
Frunció el ceño al escuchar la pregunta, ¿Qué demonios estaba pasando?, abrió la boca dispuesto a recriminarle su estúpida pregunta y lo único que pudo fue emitir un gemido casi delirante. ¡Maldijo para sí antes de que el dolor en su cuello le detuviera.
- Trate de no moverse - le ordenó la voz -, vamos a hacerle unas pruebas para ver en que estado se encuentra después del coma que ha sufrido...
¿Coma? Frunció el ceño, ¿Qué demonios pasaba? miró a la enfermera sin entender nada, esta vez se ordenó a si mismo calmarse y mirar con más atención a su alrededor.
La niebla se había ido, el sueño que lo mantuvo luchando ya no lo tenía atrapado, las voces extrañas ya no podía escucharlas; aquellas voces que le acompañaron en esa penumbra impidiéndole no volverse loco mientras intentaba salir de ahí. Cerró los ojos sintiéndose de pronto muy cansado, como si su cuerpo sintiera todo el peso de la lucha que mantuvo contra los obstáculos de ese mundo que esperaba no volver a pisar.
Estaba demasiado confundido por lo que la enfermera le había dicho. ¿Coma?, miró el techo blanco y un par de solitarias y frías lamparas se mantenían en él emanando una luz que lastimaba sus ojos después de haber vivido en la oscuridad.
- Vamos a desconectar las maquinas - una mujer se acercó a él sonriente posando una mano en su hombro desnudo -. Le pido por favor que se relaje, no sabemos como va a reaccionar su cuerpo, así que si se siente mal dígamelo de inmediato, si no puede hablar mueva su cabeza asintiendo si se siente bien o negando si tiene alguna molestia.
Los aparatos dejaron de sonar. El silencio apenas roto por murmullos de los doctores y enfermeras reinó en la habitación.
Max aguantó un poco la respiración, sostuvo la mirada en la enfermera que le prestaba atención a sus signos vitales, tomó una bocanada de aire cuenco le quitaron la mascarilla del oxígeno, sus pulmones se expandieron provocandole algunos dolores en su cuerpo.
- Parece ir todo bien señor Blackthorne - lo tranquilizó la enfermera después de que se quejara un poco -, lo que siente es porque su cuerpo ha estado inmóvil por mes y medio...
Max frunció el ceño con sorpresa. ¿Había estado en coma por mes y medio? ¿Qué demonios había pasado? Entre cerró los ojos buscando recuerdos en su mente. Algunos residuos de niebla intentaban ocultarle los sucesos que le llevaron a estar inconsciente tanto tiempo.
La palabra "secuestro" apareció como una llama y después de eso las imágenes llegaron a él como un torrente que casi lo vuelve loco. Milly abrió la puerta y la vio con una desilusión tan grande que desbarató todo su orgullo y su arrogancia. ¡Roberta! ¿¿Dónde estaba ella?
Abrió la boca intentando hacer preguntas pero sólo salieron gruñidos inteligibles, su garganta estaba seca al igual que su boca que parecía estar llena de algodón.
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la bestia y la bella
RomanceMaximilian Blackthorne era conocido como la bestia en el mundo de los negocios. Nunca permitía que nadie se aprovechará de él, mucho menos un contador cualquiera. No le importaba que fuera por momentos de vida o muerte. Joseph Mathews iba a pagar po...