PUNTO Y COMA
-Vas mejorando cada día más.
La sonrisa de el doctor Sean Colton tranquilizó a Milly, llevaba en el hospital tres días y estaba desesperada por levantarse y salir de ahí, pero aún no le daban de alta. Miró al atractivo médico y suspiró.
- ¿Cuándo me dará de alta?
- Vamos a tomarlo todo con calma - le sonrió mostrando un par de hoyuelos en sus mejillas -, necesito tenerla en observación un par de días más, después veremos si ya puede irse a su casa.
- ¿Es esto necesario?, me siento mucho mejor.
Los ojos azules enmarcados por una cejas espesas negras la miraron con demasiada intensidad que Milly llegó a sentirse incómoda ante su mirada.
- Es necesario.
Escribió algo en su carpeta y Guardo su pluma al terminar.
Inclinó la cabeza de modo de despedida y salió de la habitación sin decir nada más. Milly se hundió en la incomoda cama de hospital y suspiró apenas. Estaba cansada de estar encerrada entre cuatro paredes, quería sentir el aire fresco de la tarde, sentir los copos de nieve caer sobre su rostro, quería volver a sentirse libre.
Miró por la ventana el cielo gris. Los ojos de un tono similar la miraban por entre la ventana, una angustia oprimió su pecho mientras su cerebro le hacia entender que él ya no le pertenecía, había elegido a la mujer que quería en su vida y no había sido ella. Todavía tenia ante sí la imagen de Max abrazando dormido a la modelo, su rostro tenia una expresión de paz, de tranquilidad; como si supiera que ella era la mujer que le provocaba esos sentimientos.
Movió la cabeza cubriendo sus ojos, intentando desvanecer aquella imagen que estaba enloqueciendola, despertando un dolor que ya no quería volver a experimentar. Apretó sus manos en fuertes puños y cerró los ojos impidiéndose llorar otra vez por él.
Sam su hermana la encontró así. Al verla abrió sus manos y le sonrió cambiando su dolor a una sonrisa entusiasta.
- ¡Sam, que alegría verte!
- ¡Milly! - Exclamó su hermana, corriendo para abrazarla efusiva.
- ¡Cuidado! - gimió Milly aguantando una carcajada -, yo también te extrañe querida hermana.
- Estaba muerta de miedo por ti - musitó escondiendo su rostro en su cabello alborotado -, no tuvimos noticias de ti por muchos días, no sabiamos que iba a pasar si no te encontraban pronto, ¿El bebé?
- Está bien - sostuvo su hermoso rostro entre sus manos -, todavía quieren que esté en el hospital unos días más. No sé si podré soportarlo.
- Lo harás - le dijo convencida -, has soportado tantas cosas que estoy segura que unos días más no van a ser la excepción.
- Tiene mucha fe en mí.
- Siempre la he tenido -. Musitó recargando la cabeza en su estómago.
Una pequeña lágrima se escapó hasta su mejilla, cerró los ojos y le acarició el cabello.
La tarde se pasó volando durante la visita de su hermana, su padre tuvo que interrumpirla llevándose a su joven hermana que se despidió de ella con un beso en la frente y en las dos mejillas. Milly suspiró a solas, era agradable tener al lado a personas que de verdad le amaban, fruncio el ceño apenas a antes de bostezar cansada mientras sus ojos se cerraban hundiéndose en un sueño profundo.
•
Sus pasos se escuchaban por el pasillo, no sabía hacía donde se dirigía tan sólo por primera vez en su vida estaba dejando que su propio cuerpo le llevara a cualquier parte. Después de hablar con los médicos su cabeza no estaba en su sitio.
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la bestia y la bella
RomanceMaximilian Blackthorne era conocido como la bestia en el mundo de los negocios. Nunca permitía que nadie se aprovechará de él, mucho menos un contador cualquiera. No le importaba que fuera por momentos de vida o muerte. Joseph Mathews iba a pagar po...