PROMESA CUMPLIDA.
Los días siguientes fueron casi como si viviera en un sueño en que ella parecía ser la espectadora. Las visitas de su padre, sus hermanas, Lord Richard; algunas viejas vecinas, unos cuantos sirvientes de Rectory Mayor, Anna Miller la secretaria de Max y el príncipe 'Akil revolvieron su cabezas con tantos festejos y palabras de aliento y de felicidad, que para ella no eran más que sólo algo parecido a una gran mentira al aceptar esos deseos mientras fingían ser una familia feliz. Llegó un momento en el que casi quiso gritar y sacarlos a todos de la habitación harta de aquella farsa.
Al fin llegó el día en que la dieron de alta junto con el pequeño, al que le fue dada una gran lista para sus cuidados especiales al ser un niño prematuro. Max estuvo ahí como un atento padre y ella sostuvo por primera vez el cuerpo cálido de su pequeño cachorro. Sus maletas estaban en la cama y ella abrazándolo, admirando el pequeño ser humano que ella y Max habían creado. Era un verdadero milagro.
- Felicidades - la voz de Sean la sobresalto un poco -. Me disculpo por no haber podido venir antes, hasta ahora he podido encontrar un momento antes de que se aparezca tu guardián.
- ¿Mi guardián?
- Si, al parecer la bestia ha hecho un buen trabajo al intentar mantenerme alejado de ti - respondió con un dejo de amargura en su voz -. Sin embargo ahora he podido al fin encontrarte sola y poder hablar contigo.
- Has podido haberlo hecho en cualquier momento Max no tiene derecho a reprimir mís visitas y mucho menos de amigos que de verdad aprecio.
- ¿Eso sigo siendo para ti? ¿Sólo un amigo?
Milly se apartó de la pequeña cuna en donde acostó a su cachorro con cuidado y se acercó apenada a él.
- Lo siento Sean, mis sentimientos no han cambiado - le dijo en voz baja - a pesar de todo lo que ha pasado.
- ¿Todavía lo sigues amando? - Inquirió molesto a pesar de haberse prometido no involucrarse más -, ¿a pesar de todo lo que te ha hecho? Milly, no sé que decir, yo...
- No digas nada Sean - la joven movió la cabeza y suspiro -, es mejor así. Yo lo único que puedo hacer es aceptar lo que sea mejor para mi cachorro. Él necesita estar cerca de su padre a pesar de que al final de este plazo que me ha dado nos separemos. Yo, no creo que nunca vuelva a casarme, he decidido que viviré para mi hijo y en esa vida no hay cabida para nadie más. Lo siento Sean.
El doctor la miró con con infinita tristeza, pasó una mano por su rubio y rizado cabello antes de asentir silenciosamente.
- Creo que necesitaba oírlo nuevamente Milly - se acercó a ella hasta quedar apenas a unos centímetros de distancia -. Eso me ha ayudado para tomar una muy importante decisión acerca de mi futuro.
- ¡Oh Sean! Yo no quería que esto te afectara así - musitó levantando la mirada contemplando su rostro compungido -. Desde el principio fui honesta contigo, ¿Lo sabes verdad?
- Bueno - levantó los hombros sonriendo apenas -, siempre creí que podría tener una esperanza contigo. Quizás en algún momento te darías cuenta de que son reales mis sentimientos hacia ti.
- Lo sé - asintió la joven posando su mano en su brazo -. Pero no puedo dejar de sentir lo que siento a pesar de las circunstancias.
Sean asintió y la abrazó, estrechándola con fuerza; esa seria la ultima vez que podría tocarla, después de ese día sabia que no volvería a verla jamás.
- ¡Sueltala hijo de perra!
La voz iracunda de Max sonó por toda la habitación y seguramente por las más cercanas. Milly se apartó de inmediato de Sean colocándose frente al doctor intentando detener la agresión de Max que se acercaba peligrosamente a ambos.
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la bestia y la bella
RomanceMaximilian Blackthorne era conocido como la bestia en el mundo de los negocios. Nunca permitía que nadie se aprovechará de él, mucho menos un contador cualquiera. No le importaba que fuera por momentos de vida o muerte. Joseph Mathews iba a pagar po...