CAPÍTULO 44

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LOCURA

Su primer día en el nuevo internado fue extraño. Claude miró desdeñoso el viejo edificio de piedra gris igual que el cielo. Odió a su padre por haberlo enviado a ese lugar. Su madre intentó convencerlo de no enviarlo al internado en Inglaterra, pero fue inutil, estaba convencido de que seria la mejor educación para un niño como él, heredero de la antigua aristocracia francesa, el joven Conde de Blois

Su grosera arrogancia le impidieron hacer amistad con los chicos de su edad, que al igual que él ellos provenían de familias de la nobleza de distintos países y fueron enviados por sus padres a uno de los mejores colegios del mundo.

Harto de vivir en ese sitio empezó a comportarse de una manera que los demás chicos empezaron a tratarlo con el mismo desprecio y abuso, en uno de esos momentos en que se liaba a golpes con otro interno fue separado por unas manos grandes y fuertes. Él era todavía pequeño en estatura para su edad, así que cuando sintió la fuerza de esos brazos que lo levantaron sin ningún esfuerzo peleó furioso pensando que seria uno de los profesores. Quizá si luchaba con más ímpetu lo mandarían a casa.

- Detente o vas a conocer lo que es un golpe de verdad - le dijo una voz gruesa, todavía sin madurar muy cerca de su oído.

Enojado continuó pataleando mientras era separado del chico que otro estudiante ya mayor ayudaba a levantar del suelo.

Un jadeo de dolor movió su rubio cabello después de que Claude le golpeara en la espinilla, enseguida fue arrojado al césped que a pesar de ser una superficie blanda le dejó sin aire. Levantó la mirada y vio ante él a un joven muy alto con el cabello oscuro lacio cayendo en mechones sobre su frente que se fruncía, no pudo evitar estremecerse ante la mirada que le dirigió.

Su primer instinto fue protegerse de una paliza segura, pero enseguida se dio cuenta que el joven con uniforme muy parecido al suyo no se movió sólo lo miraba con un brillo de curiosidad en sus ojos grises, casi plateados.

"- Todo arreglado Max."

Los ojos café de Claude se fijaron en el otro chico, era un poco más bajo que al que había llamado Max, su piel morena y alguno de sus rasgos anunciaba que provenía de algún país del medio oriente. Le miró con desdén tal y como su padre le había enseñado como debían mirarse a los que no eran igual que él.

Max sonrió apenas cuando aquel gesto apareció en el rostro casi angelical del "nuevo", miró de reojo a 'Akil que mantenía un gesto adusto junto a él.

"- Vámonos - le ordenó a su amigo."

Ambos jóvenes dieron media vuelta alejándose del chico todavía tumbado en el césped.

Después de ese día nadie se acercaba a él. Le parecía algo extraño que nadie se burlara de su acento o su nariz. A lo lejos veía a los dos sujetos que le habían ayudado esa tarde durante su última pelea, se los encontraba cada vez que paseaba por los pasillos del área de los salones de estudio, en los jardines cuando paseaba escuchando la música que su mamá le enviaba para que no se sintiera tan solo lejos de casa, inclusive hasta una vez viajaron en el mismo camión en una de las excursiones.

Con el tiempo sintió miedo. El chico que parecía un gigante entre jóvenes de diferentes edades, inclusive ante los del último año que pronto se graduarían para seguir en las exclusivas universidades de todo el mundo era Maximilian Blalckthorne, según sus investigaciones era hijo de un empresario millonario y una actriz famosa, su eterno acompañante era el hijo de un jeque árabe que se ufanaba de ser un príncipe; ambos eran respetados en el colegio. Les temían y al mismo tiempo eran queridos por la mayoría de los estudiantes.

Max y 'Akil nunca salían del internado. Pasaban vacaciones y días festivos así como los fines de semana en el internado, al parecer había algo detrás de la fachada de estudiantes modelo. Entrecerró los ojos y se dispuso a averiguar sobre ellos.

la bestia y la bellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora