CAPÍTULO 67

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REGRESO

Sus ojos no se habían molestado en mirarlo. El Rolls recorría la carretera hasta la propiedad sin detenerse. Milly frotó sus sienes y se recargó en el asiento nerviosa. Podía sentir la mirada de Max en ella durante el trayecto. A pesar que ya no era la misma situación que hacia unos meses se podían sentir un deja vu entre el silencio que les rodeaba. Estaba regresando de nuevo a Rectory Mayor el lugar en donde su vida había cambiado por completo.

Cerró los ojos y los recuerdos nublaron su razón. La inmensa tristeza ya no era la misma que hacia meses, ahora era una tristeza de saber que al final de la jornada todo se acabaría a pesar de sus propios sentimientos.

Las lágrimas se agolparon en sus ojos y los abrió de inmediato posándolos en la ventana y el paisaje rural que se movía a gran velocidad.

- ¿Pasa algo Lady Mildred?

Milly miró a Max inclinándose a ella. ¡Oh Dios! Su corazón empezó a latir a toda velocidad, los ojos plata siempre habían tenido el poder de hipnótico sobre ella, pero estaba consciente que algo más allá de esos ojos, de ese hombre que la mantenía presa, pero ahora eso se tenia que terminar y ella estaba ahí para hacerlo. Era una última fase para obtener la libertad.

Movió la cabeza negando. Su voz no estaba muy estabilizada y temía que él pudiera ver en ella lo que pasaba en su interior.

- ¿Estas segura? - insistió Max inclinándose a ella.

Su aroma especiado y fresco llegó a su nariz. Estuvo a punto de aspirar deseando mantenerlo en su interior. Sus mejillas se encendieron y jugueteó con la trenza que caía sobre su hombro izquierdo.

- ¡Estas hermosa!

Sus palabras la obligaron a mirarlo, ¡Era tan diferente y tan igual! Abrió los labios buscando un poco de aire y entonces la boca masculina se apoderó de ellos. Fue demasiado para ella y se rindió a sus caricias. Max la tumbó hasta el respaldo pegando su ancho torso en el delicado de ella.

¡Dios! Gimió rodeando su cuello y arqueándose hacia él en su búsqueda, sentía la necesidad de fundirse en su cuerpo, pertenecerle, perderse y olvidarlo todo. Abrió la boca y él gruño devorándola llevándola con él al deseo impredecible.

El auto se detuvo, Max se apartó agitado, sostuvo sus manos que insistían en aferrarse a él y la miró; ¡Era tan hermosa! ¡Suya! Casi grito atrapando sus manos entre las suyas mientras se inclinaba buscando el largo y pálido cuello posando sus labios en la vena que latía sin control.

- ¡Ah!

Lamió la piel agitado. ¡Estaba perdiendo la noción de la realidad! Muy pronto el auto se detendría frente a la casa, demasiado pronto cuando la espera de que las rejas se abrieran automáticamente y siguieran su camino. Su cuerpo estaba despierto a el deseo que Lady Mildred le provocaba. Sus manos tocaron el vientre abultado y cubrió las manos de ella posando ambas sobre esa parte de su cuerpo, ella se estremeció y agitada lo miró, él buscó su mirada tan agitado como ella.

- Yo...

Milly pasó la lengua por su labios hinchados por los besos.

Max suspiro separándose de ella recorriéndose hasta la orilla, abrió la ventanilla dejando que la brisa fría entrara refrescando el interior.

- Componte Lady Mildred en cualquier momento llegaremos a casa.

Por un momento su corazón dejo de latir. ¿Que estaba haciendo? Se preguntó regañándose, no podía dejar que la atracción que todavía existía entre ellos acabara con su resistencia. Su cuerpo perdía la voluntad junto a él.

la bestia y la bellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora