UNA NOCHE MAGICA
Estaba muy nerviosa. Acomodó por décima vez la inexistente arruga de su vestido verde de terciopelo recién estrenado. Miró el reloj antiguo sobre la enorme chimenea, sólo había pasado dos minutos desde la última vez que lo vio. Suspiró calmando la impaciencia que le causaba la espera.
Max regresó de su paseo ya casi cuando estaba anocheciendo, apenas pudo hablar con él. Estaba tan atractivo con las mejillas sonrosadas por el ejercicio y la gorra de lana cubriendo su cabeza. Su pálido rostro de sonrojó cuando recordó su nervioso tartamudeo cuando le avisó de la cena especial que tenía preparado para los dos esa noche. No pudo decirle más, ya que era una sorpresa.
Miró hacia las escaleras los pasos de Max sobre el piso de madera la pusieron alerta. Sus manos volvieron a alisar su vestido antes de detenerse ante lo absurdo de la situación.
Max la miró con sus enigmáticos ojos plata. Recorrieron su figura de los pies hasta la cabellera rojiza perfectamente peinada en un apretado moño elegante, le sonrió buscando ocultar su nerviosismo y se acercó a él con las piernas temblorosas.
- Siento haberte hecho esperar -, le dijo tomando su mano y acercarla a sus labios besándola con un erotismo que le enchino la piel -, pero creo que la espera valió la pena para mí.
Milly bajó la mirada completamente sonrojada, la mano de la bestia la obligó a levantar su rostro hacia él. Sus ojos se encontraron y por un momento todo desapareció quedando solo los dos en la habitación.
Poco a poco sus rostros se fueron acercando hasta que él se detuvo apenas a unos milímetros de los labios rojos.
- Seria mejor que pasemos al comedor - le dijo llegando a ella su aliento a menta y el aroma de su loción especiada -, sí te beso no cenaremos esta noche.
- No... -, carraspeo la joven dando un paso hacia atrás -, esta noche no cenaremos en el comedor.
- ¡Ah!, ¿No? - la miró frunciendo el ceño -. ¿Saldremos esta noche?
- No.
Le sonrió tomándole de la mano.
Max entrelazó sus dedos con los pequeños y delicados de ella y la miró dibujando apenas una sonrisa. Ella sonreía abiertamente emocionada como una niña y un vuelco en su pecho lo hizo sentirse débil ante la lucha que tantos años mantuvo defendiendo su corazón.
- Es una sorpresa -. Le dijo traviesa.
- ¿Tengo que cubrir mis ojos? - replicó siguiéndole el juego.
- Si tú quieres - le contestó guiándolo hacia la puerta de doble hoja de madera -, nunca voy a obligarte a hacer nada que tú no quieras.
Max la miró enigmático por unos segundos antes de asentir muy despacio.
- Soy tuyo, puedes hacer conmigo lo que quieras - le dijo con voz ronca y aligeró un poco el tono de su voz al agregar -, al menos por esta noche.
Milly lo miró y asintió.
- Sólo cierra los ojos por unos momentos - le ordenó muy dulcemente -, mientras abro la puerta.
Max cerró los ojos. Estrechó la mano femenina y la siguió. Dejó que lo guiará a donde ella quisiera, él no quería ser esa noche la bestia desconfiada y a la defensiva. Esa noche seria sólo de ella y para ella el príncipe encantado que la convertiría en su princesa. Estaba dispuesto a consentirla con lo que ella quisiera, mañana; quien sabe que podría suceder mañana.
Milly temblaba por dentro. Se sentía insegura, así que tuvo que tomar aire profundamente y abrir la puerta de doble hoja. Lo miró tenia los ojos cerrados y la seguía al mismo ritmo de sus pasos.
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la bestia y la bella
RomanceMaximilian Blackthorne era conocido como la bestia en el mundo de los negocios. Nunca permitía que nadie se aprovechará de él, mucho menos un contador cualquiera. No le importaba que fuera por momentos de vida o muerte. Joseph Mathews iba a pagar po...