EL CASAMIENTO
- ¡Estas hermosa! - Exclamó Lucy emocionada sujetando el ramo de pequeñas y aromáticas gardenias con delicadeza, - pareces una princesa.
Milly le sonrió intentando ocultar la tristeza que le causaba aquella situación.
Lanzó un suspiro y al levantar la mirada sus ojos verdes se quedaron con la imagen de su padre que se mantenía apartado sin intentar ocultar su desagrado mientras hablaba con Sir Richard.
- Lleva retrasado cinco minutos, - le anunció Sam acercándose a ella con el bonito vestido azul celeste que contrastaba con su rubio cabello recogido en una elegante cola de caballo cuidadosamente peinada. - ¿Crees qué vendrá?
Milly no pudo responder, ¿Qué podia decir? Acaso, ¿Sus oraciones habían sido escuchadas? No podia decirle a su hermana que seria feliz sí la bestia no se presentaba. Deseaba que la dejara plantada en el juzgado y pudiera olvidar ese asunto acerca del robo y la dejara libre y se olvidaran de todo y que su vida volviera a ser la misma antes.
- ¡No puedo creer que se atreva a hacerte esperar!
Jack estaba molesto parado tras Sam, con su traje gris que lo hacia verse muy apuesto. Milly lo miró y le sonrió buscando tranquilizarlo.
- Tal vez se arrepintió.
- No es eso, - movió la cabeza. - Lo está haciendo a propósito para alterar los nervios de todos. Es un maldito tirano.
- ¿Por qué dices eso?
Sam lo miró con sorpresa, nunca lo había escuchado hablar así.
Jack no respondió. Un alboroto llamó la atención de todos los presentes en la sala.
Maximilian Blackthorne entraba seguido de un hombre que dejo a todos completamente sorprendidos. Era más bajo que la bestia, casi media un metro ochenta y cinco, su piel morena anuncian que no era británico. Su cabello negro azulado y su atractivo era por demás superior a la mayoría de los hombres normales.
-¡Dios mio! - Exclamó Jack acercándose a la nerviosa novia, - ¿Con qué clase de gente se han involucrado?
Milly miró a su amigo intrigada.
- ¿No lo reconoces? - Preguntó con un susurro en su oreja. - Es el demonio del desierto. El descarriado hijo de un jeque Árabe, demasiado rico para vivir por mil años con todo el dinero que tiene. Es quizá igual de desalmado que la propia bestia.
- El juez está esperando. - La voz de Max los interrumpió.
La sujetó del brazo y la obligó a caminar a su lado dejando a Jack tras ellos como sí no existiera.
- Mi padre...
- Estamos retrasados, - le recordó en un tono seco. - La ceremonia debe llevarse a cabo ahora mismo.
- Yo no he llegado tarde.
Él se detuvo y la miró obligándola a levantar el rostro hacia el suyo.
- Es bueno saber que mi futura esposa es puntual y ha cumplido su palabra como toda una lady.
Se inclinó hasta su delicada oreja decorada con un bello pendiente de perlas.
- Recuerda esto querida Mildred. Soy sólo un plebeyo al que no le van las normas que rigen a la nobleza. - acarició delicadamente su aterciopelada mejilla. - Aún así, me disculpó ante usted Lady Mildred.
Inclinó la cabeza con una expresión burlona. Se apartó arrogante y la dejo ahí, inmóvil mientras Milly atolondrada le miró acercarse a el juez.
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la bestia y la bella
RomanceMaximilian Blackthorne era conocido como la bestia en el mundo de los negocios. Nunca permitía que nadie se aprovechará de él, mucho menos un contador cualquiera. No le importaba que fuera por momentos de vida o muerte. Joseph Mathews iba a pagar po...