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—Entonces, ¿ustedes son compañeros de clase de mi hija? —preguntó mi padre, haciendo que los otros tres tragaran grueso, antes de que contestaran afirmativamente—. ¿Qué tal la preparatoria muchachos?
—¡Papá! Detente por favor —le rogué después de que vi, hacia dónde quería guiar la conversación—. Vinimos a hacer unos últimos preparativos antes de irnos a Miyagi, nada más.
—Está bien, pero están invitados a quedarse a cenar si gustan —dijo mi padre, saliendo de la habitación.
—Me disculpo por su comportamiento, pensé que estaría en la oficina trabajando —me disculpe con los tres chicos, una vez que estuvimos solos.
—Tranquila, Fukunaga-chan —dijo Inuoka-kun, al mismo tiempo que los otros dos asentían—. Comencemos por organizar las cosas para el resto de la semana.

  Había dejado una lista armada, de todo lo que Naoi-sensei me había pedido para comprar y abastecer algunas cosas durante los cuatro días que estaríamos afuera. Muchas de las cosas que compramos eran para el botiquín de primero auxilios, también compramos algo de comida para el almuerzo durante el viaje (teníamos planeado llegar a Miyagi cerca de las dos de la tarde) y compré para mí unas pocas cosas para el viaje como pasta de dientes, higiene personal y más libretas por si acaso.
Con los chicos revisamos la lista y teníamos todo para mañana, así que, como le había propuesto a Lev desde un principio, le explicamos junto con Shibayama-kun algunas cosas prácticas del voleibol. Inuoka-kun aportaba algún comentario de manera esporádica y se ponía a dibujar distintos esquemas en una hoja de papel que había sobre la mesa de la sala, para facilitarle la comprensión al peligris. Me sentía bien, no me surgía ningún síntoma de mis ataques de pánico.

—Creo que se está haciendo demasiado tarde —Shibayama-kun miró el reloj que estaba colgado en la pared a mi espalda. Yo me fijé en mi celular y verdaderamente era muy tarde, sería mejor que volvieran a casa, ya que tres de nosotros tendríamos que levantarnos temprano para irnos—, será mejor que vaya a la estación o llegaré demasiado tarde a casa.
—Lamento haberlos retenido por tanto tiempo, la cena queda para otra ocasión —hice una reverencia en señal de disculpas.
—No pasa nada, Fukunaga-chan —dijo Lev, levantándose junto con los otros dos chicos—. Tú también deberías descansar para que mañana sea un día muy productivo.
—Ya, nos vamos —anunció Inuoka-kun cuando se dirigieron a la puerta—. Gracias por recibirnos, nos vemos mañana.
—Vuelvan a casa con cuidado y nos vemos mañana.

Una vez que los tres chicos de primero salieron de casa, me puse a hacer la cena, ya que mi hermano probablemente volvería tarde de su reunión de "estudios" con Yamamoto-senpai. Lo pongo así, porque gran parte de las veces en donde mi hermano va a la residencia Yamamoto, termina compitiendo con Taketora-san en alguna competencia física. No creo comprender a esos dos, pero al menos, mantienen una amistad sana y genial a su manera.
En fin, terminé esa noche cenando sola con mi papá y charlamos un rato (con "charlamos", me refiero a que estuve en un interrogatorio por al menos media hora). Dormí con pesadillas esa noche, varias de esas pesadillas eran sobre lo que ocasionó mi fobia. Me despertaba sobresaltada cada vez que llegaba el momento donde me sentía impotente. Casi no pude dormir en toda la noche. A las cinco y media, todavía estaba muy despierta sin poder cerrar los ojos y me costaba volver a quedar dormida.

Mi hermano bajo para desayunar, mientras yo terminaba de armar las últimas cosas para salir. Sorprendido, Shōhei estaba a punto de preguntarme algo pero se lo impedí. Probablemente, me mandaría a la cama a dormir una hora más, pero realmente tenía miedo de volver a experimentar aquella pesadilla otra vez. Fui a cambiarme de ropa y agarrar mi bolso para poder irnos de una vez a la estación donde nos esperaría el resto del equipo.
Llegamos unos quince minutos antes que el resto, pero aproveché esos quince minutos en organizar nuestra llegada a Miyagi y las anotaciones que había hecho previamente para nuestro entrenamiento antes del partido contra el Karasuno.

—¡Buenos días! —escuché el saludo de Inuoka-kun, pero cuando levanté la vista algo extraño pasó. Quería corresponder el saludo, pero estaba estática del miedo—. ¿Fukunaga-chan? ¿Estás bien?
—¿__________? —mi hermano se acercó preocupado, yo solo retrocedí ante la sorpresa. ¿Por qué cuando había tenido un buen avance con respecto a mi miedo me pasaba esto?—. ¿Qué sucede?
—No es nada, solo estoy algo cansada —intenté evitar tocar el tema, porque ya era bastante que me costara a mí comprender la situación—. Iré a buscar los boletos.

En todo el viaje y cuando llegamos a Miyagi, no conversaba con nadie. Salvo con los entrenadores o con Shibayama-kun, pensaba que si descansaba un poco, el sentimiento de pánico se iría. Estaba muy equivocada. El comenzar a entrenar con otro equipo local, empeoró la situación. Me costaba seguir el ritmo de mis anotaciones, apenas si miraba las jugadas, cuando eran los tiempos muertos o terminábamos los partidos no podía estar cerca de cualquier miembro del equipo (salvo por Yaku-san, Kenma-san o Shibayama-kun) que parecía un perchero.
Para el quinto día, todavía seguía así y mañana sería el partido contra el Karasuno. Era de noche, estábamos alojados en una preparatoria y los chicos estaban a una sola habitación de la mía. Iba a consultarle algo a Naoi-sensei antes de irme a dormir, cuando escucho una conversación que estaban teniendo Yamamoto-senpai junto con otros del equipo.

—¡¿Acaso no les molestaría qué Karasuno tuviese una mánager mujer y bonita?! —comentó furioso Yamamoto-senpai—. Incluso, debe ser alguien capacitada.
—Vamos Yamamoto-san, Fukunaga-chan no es fea —escuché que comentó Inuoka-kun—. Yo apuesto a que Karasuno si tiene una manager.
—También opino lo mismo —concordó Shibayama-kun—, no sea duro con ella Yamamoto-senpai. Podrá saber muchas cosas, pero es algo nuevo para ella.
—No presiones a la chica, Yamamoto —le advirtió Kenma-san—. Recuerda que fueron tú junto con Fukunaga quienes insistieron en que fuese nuestra mánager.
—Quizás no debimos hacerlo —ese comentario de Yamamoto-senpai me dejó sorprendida—, talvez deberíamos pedirle que abandone el equipo.

Con el corazón algo destrozado, salí corriendo sin rumbo por los pasillos de aquel edificio. Me sentía utilizada, como si el que fuese mánager por dos meses solo fuese para llenar un vacío en la visión de Yamamoto-senpai. Yo, siendo una especie de diosa a la que tengan que alabar. Detestaba esa sensación. Corrí por casi todo el lugar hasta que, sin darme cuenta, llegué a la terraza de la preparatoria. Había un viento primaveral que me relajaba. Probablemente tengan razón, no les seré de utilidad si aún sufro de esta tonta fobia.

—No quisimos lastimarte, Fukunaga-chan —escuché la voz de Shibayama-kun detrás de mí, giré y me lo encontré junto a Inuoka-kun—. No opinamos igual que Yamamoto-senpai, tú eres alguien importante para el equipo.
—Está bien, creo que tiene razón —respondí bajando la mirada, sentía que mis ojos ardían con cada palabra que salía de mi boca—. Si sigo creyendo que lo que me pasa no los afectara, terminaré siendo un estorbo para todo el mundo...
—¡No digas eso, Fukunaga-chan! —Inuoka-kun me interrumpió—. Eres alguien importante en el equipo, eso lo creemos varios. Por ahí, no seamos capaces de ayudarte con lo que te pasa... Pero, al menos, confía en nosotros.
—¡Les costaría entender una maldita estupidez como la que sufro! —grité desesperada, sería difícil para ellos ponerse en mis zapatos. Mantenía la mirada al suelo, mientras me agachaba hacia el suelo—. Es que... Le tengo miedo, a la gente que mide más allá del 1,70 de altura.
—Fukunaga-chan —sentí una mano sobre mi hombro, levante la vista encontrándome con la mirada amistosa de Shibayama-kun—, ya lo sabíamos. Fukunaga-senpai nos lo dijo el primer día, sabía que muchos querrían presionarte para llamar tu atención.
—Queremos que sepas que, sin importar que, estaremos ahí cuando lo necesites —añadió Inuoka-kun. No pude aguantar más y lloré como nunca, parecía una niña pequeña de nuevo.

Mi rascacielos humano  (Lev Haiba x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora