Después del ajetreado mes del festival cultural, llegó el momento de enfocarnos al máximo en las preliminares de Tokio para la selección de representantes para el Torneo de Primavera. Las primeras rondas, los chicos del Nekoma se manejaron bastante bien, estaban más que en llamas luego de la derrota de la última vez que se enfrentaron en el torneo Interhigh. Estábamos en semifinales, a punto de jugar contra el Fukurōdani.
La verdad, para este momento, no sentía tanto miedo como cuando fue la instancia del Interhigh hace varios meses atrás. Gracias a los chicos del equipo de voleibol y las mánagers de otros equipos, había logrado superar bastante mi fobia, diría que ahora solo podía considerarlo un temor espontáneo. Me había quedado hablando con algunas chicas (mánagers de otros equipos), para averiguar si alguno de ellos había vistos algún hueco en los juegos del Fukurōdani. No había tenido mucha suerte en conseguir esa información, así que volví con el resto del equipo para avisarles que el partido del grupo femenino no tardaría en terminar.—Vaya. vaya, vaya —escuchamos la voz de un grupo de chicos que se acercaba, a mí al menos ellos me daban muy mala vibra. La Academia Nohebi con sus chaquetas verdes y mangas blancas, pantaloncillos cortos verdes y lo típico de ese equipo: la cara de santurrones hacia sus oponentes—. Parece que les falta decisión a los pequeños gatitos.
—Calma, Yamamoto-senpai —vi que Taketora-san quería intimidar al capitán del equipo contrario, pero me interpuse en el camino de ambos.
—Ella tiene razón, Yamamoto —me apoyó Kuroo-san, mirando con desprecio hacia el otro equipo—. No les hagas caso a estas serpientes...
—Oye Kuroo, ¿es cierto qué mides 1,80? —preguntó burlón el capitán del Nohebi, Daishō Suburu. Un chico pálido, alto, ojos verde oliva rasgados, cabello azabache y flacucho—. Como nunca cambias de peinado, quizás es una táctica para mentir sobre tu estatura.
—¡¿Qué?! —ahora tenía a Kuroo-san y Yamamoto-san queriendo liquidar a Daishō—. Yo me aseguro de que esa cosa quede bien presionada sobre mi cabeza...Al final, aquellos dos terminaron por declararse la guerra y enfrentarse en las finales para "terminar" con esa discusión entre capitanes. Sin embargo, no sabría decir con exactitud que era una discusión acorde a los estándares de un intercambio de palabras competitivo. Lo que me puso los pelos de punta en cierto momento, fue que uno de los miembros del Nohebi no me quitaba la vista de encima. Se trata de un chico de 1,80 metros, castaño de peinado desordenado, ojos oscuros, piel rosada y una mirada que reflejaba indiferencia. No sabría explicar el porqué me daba escalofríos verlo, pero en este momento me daba igual.
Nuestro partido contra el Fukurōdani fue bastante interesante, pero hay que admitir que sus habilidades superan bastante nuestros límites en varios aspectos. La mayoría de sus jugadores tienen un muy buen rendimiento en el deporte en sí, además que incluso si Bokuto-san era su mejor arma, no era la única. Perdimos ambos sets por poca diferencia, al menos me sentía feliz de que así fuera. Todavía teníamos una oportunidad para ingresar al Torneo que sería en dos meses. Si ganábamos contra un equipo más, seríamos los terceros representantes de Tokio.Lev parecía no solo desanimado, sino que también demostraba como cierta impotencia después del juego contra el Fukurōdani. Los chicos me agradecieron por hacer aportes durante los tiempos muertos, sobre las posibles jugadas de Akaashi-senpai, pero él ya había desarrollado bastantes opciones al contar con Bokuto-san. De alguna forma, después de un pequeño discurso alentador sobre el verdadero significado de formar parte de un equipo, me pareció ver que estaba menos deprimido que antes.
Como teníamos algo de tiempo antes de empezar el partido que lo definiría todo, fui a recargar las botellas de agua y también busqué un jugo energético para mi hermano a quien vi muy exhausto. En mi camino de regreso, con todas las cosas que traía, choqué con un chico del Nohebi. Si mal no recordaba de los videos, es la estrella del equipo, Numai Kazuma. Un chico que superaba el 1,75 de ojos claros, pelo rapado a los costados pero teñido el resto y piel clara.—¿Así qué los gatitos tercos tienen una mánager? —escuché que soltaba en tono sorprendido, pero decidí no prestarle atención. Solo buscaba provocarme o intentar que la moral del equipo disminuyera por medio de mí—. Es una pena que no pueda mostrarte mis movimientos en la cancha a causa de una herida, pero son gajes del oficio después de todo. Tranquila, no es a ti a quien queremos atacar...
—Numai-senpai —esa voz, me sonaba familiar de algún sitio pero no podía recordar. Volteé para ver de quien se trataba y era ese chico que me causaba escalofríos hace un rato—, Daishō-san quiere hablar con nosotros antes del partido.
—Ya voy —respondió de mala gana a su kohai y volvió la mirada hacia mí, con una sonrisa exagerada—, nos veremos dentro de unos minutos —se acercaba lentamente hacia donde estaba y sentí su respiración cuando susurraba en mi oído—. Aún que no creo poder concentrarme en el juego, con una belleza como tú tan cerca...
—Numai-senpai....
—¡Qué ya voy, Kuguri! —el rubio teñido salió corriendo hacia donde estaba parado el tal Kuguri—. Por cierto, ¿tu prima ya te trajo lo necesario para el partido?
—Lo tengo desde antes de comenzar, es gracias a Sayu que logro concentrarme en los partidos —mi cabeza hizo un click imaginario al recordar la voz. Era la misma voz, de quien me había torturado después ese incidente en la sala en el Nekoma, hace unos meses atrás.
—¿___________? ¿Te encuentras bien? —Shōhei se acercó a paso lento—. __________, tierra llamando a mi hermana. Vuelve a casa para el partido.
—Perdón Shōhei, es que... —quería contarle sobre ese chico que me había hecho tanto daño aquel día, pero si preocupaba a mi hermano durante el partido solo pensara en romperle la cara a un miembro del equipo contrario—. Em... No es nada, lamento tardarme tanto. Tuve que ir hasta la otra punta para cargar las botellas, toma —le tendí la bebida energética—. La necesitaras para el próximo partido.El juego contra el Nohebi hacia que me hierva la sangre por dos motivos en particular: la primera, les gustaba provocar a nuestros jugadores alborotadores (en este caso serían Yamamoto-senpai y Lev-kun) con comentarios molestos durante todo el partido; y la segunda, tenían jugadas que les favorecían con el árbitro, parecía que lo hubiesen comprado antes de siquiera demostrar sus habilidades en al cancha.
El número 12, el tal Kuguri, era muy bueno al momento de tomar decisiones para obtener puntos, sin dudas sería la próxima estrella del Nohebi. En varios momentos, me daban ganas de pararme de la banca y darles una paliza a esas serpientes malditas, pero Nekomata-sensei me daba una mirada directa y clara: "Ellos resolverán sus problemas en la cancha". Casi terminando el primer set, había una pelota que la recibimos con desviación hacia el público y ninguno se atrevió a salvarla. Todos, menos nuestro líbero quien se arriesgó y saltó sobre las vallas para guiar el balón a una zona en donde pudieran seguir jugando.Obtuvimos el punto gracias a los reflejos de Lev, pero el costo fue que Yaku-senpai sentía dolor tras haber ido por esa pelota. Fui corriendo hasta su encuentro y noté que estaba reteniendo las lágrimas del dolor, levantando ligeramente su pie derecho. Lo ayudé a volver a la cancha, pero él se disculpó con la persona, a quien probablemente pisó con su pie. Ni siquiera pudo dar un paso normal, que el dolor lo venció y Nekomata-sensei pidió un cambio de jugadores. Inuoka-kun se nos acercó para darme una mano con Yaku-san y llevarlo a que se sentara en la banca, para intentar buscar una solución para este problema.
Naoi-sensei no me permitió quedarme junto a Yaku-san, me dijo que mi labor principal era mantener la moral del equipo en alto, considerando que el pilar de nuestra defensa estaba en la banca por tiempo indefinido. Inuoka-kun intentó levantar el ánimo al resto, pero según la opinión de Kenma-san, solo empeoraba las cosas. Les aseguré al equipo que estarían bien, incluso si Yaku-senpai estaba en la banca, nuestra defensa era la definición del Nekoma.—____________-chan, ¿podrías buscar la bolsa de hielo qué está en el botiquín? —cuando los chicos volvieron en la cancha, me acerqué a Yaku-senpai para practicarle reflexología mientras Naoi-sensei nos supervisaba—. Creo que está junto a las botellas de agua.
—Enseguida sensei.Troté hasta la banca, buscando desesperadamente el botiquín. La situación del set estaba en deuce y ambos luchaban por ganarlo, la poca atención que le presté fue cuando el Nekoma estaba en ventaja de puntos casi llegando a los 30. Encontré la bolsa de hielo y me dirigía hacia donde se encontraban Naoi-sensei y Yaku-san, cuando algo me derribó al suelo con un golpe fuerte en la cabeza y ese objeto tocó el suelo. Para empeorar mi suerte, mi brazo quedó aplastado por mi cuerpo y ese objeto, causándome un dolor horrible.
Me sentía mareada, pero con dolor tanto en mi cabeza como en mi brazo. Pude ver la cara de Naoi-sensei junto con la de mi hermano y la de Inuoka-kun sobre mí. Levanté el pulgar en señal de estar bien, para no preocuparlos de más.
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Mi rascacielos humano (Lev Haiba x Lectora)
FanfictionFukunaga _________ es una chica de 15 años, una estudiante de primer año en la preparatoria Nekoma en Tokio. Es una chica de estatura promedio (1,65 mtrs.), pelo oscuro y largo, ojos marrones y piel blanca. Cualquiera que la viera, pensaría que es u...