🦉 Dedicación especial BokuAka 🦉

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[A mis lectores, quise hacer esto porque sí, pero advierto que no me especializo en este tipo de historias, así que les pido misericordia si este capitulo no les satisface. Sino quieren arriesgarse a que los decepcione, pueden saltearse al próximo capitulo].

Luego de regresar de la luna de miel, había recibido un mensaje de Akaashi-senpai de que quería verme después de que terminase mi turno en el hospital. Según como había escrito en el mensaje, parecía estar demasiado preocupado. Me pasé casi todo mi turno preguntándome sobre lo que querría hablar conmigo, porque no creía que quisiera recordar los años de preparatoria. Akaashi-senpai no es ese tipo de persona, pero sabía que últimamente se juntaba con su colega de trabajo (aún que en realidad es el mangaka con el que trabaja) y Bokuto-san por un nuevo manga sobre el voleibol. Ya me reservé un ejemplar de su pre-venta para leerlo en cuanto saliera en las tiendas, hasta me prometió que me lo entregaría autografiado por el autor.
Salí del hospital, con un cielo completamente nublado y gris. Por suerte, traía conmigo un paraguas en caso de que se largara a llover. Agradezco haber visto el pronóstico del tiempo antes de que tanto Lev como yo saliéramos de casa, él sería capaz de olvidarse de llevar cualquiera (tanto paraguas como impermeable) al estudio. Fui corriendo a la estación, con miedo de no alcanzar el tren que me dejaría en el lugar más cercano en donde Akaashi-san había pautado nuestro encuentro.

—Tanto tiempo sin vernos, Fukunaga-san —dijo Akaashi-san, en la entrada del café en donde me había citado—. ¿Cómo fue la luna de miel?
—Fue maravillosa, pero dudo de que me hayas citado aquí para hablar de eso —le brindé una sonrisa en forma de saludo, pero su respuesta me dejó más que sorprendida. Se puso rojo de pies a cabeza y parecía evitar a toda costa mirarme a los ojos—. ¿Te encuentras bien?
—Sí, no es nada —alcé una ceja, porque no me creía ese cuento, pero tampoco quise insistir mucho. Ya me hablará cuando se sienta más cómodo—. ¿Por qué mejor no entramos y nos ponemos al día?
—Claro —me abrió la puerta y nos sentamos en una mesa contra la pared contraria a la entrada—. Bueno, ¿qué me cuentas? ¿Cómo va el nuevo proyecto?
—Bastante bien, de hecho Udai-san ya hizo la revisión del guion y solo falta que la editorial prepare los últimos detalles para el lanzamiento —me comentaba recuperando un poco el color, pero tenía un tono nervioso en la voz—. Dejando de lado un poco el trabajo, ¿haz tenido noticias de Bokuto-san?
—Pues, la última vez que tuve algún contacto con él fue el día de nuestra boda con Lev —intenté hacer memoria, entonces recordé algo—. En realidad, Bokuto-san llamó a Lev cuando estábamos en Rusia. No sé de que hablaron, pero no quiso que me enterara.
—Así que fue Haiba-kun —yo miraba a Akaashi-senpai, con la esperanza de que me diera una pista sobre lo que estaba hablando—, parece ser que Haiba-kun le dio a Bokuto-san algunas ideas para nuestras reuniones corporativas.
—¿A qué te refieres?
—Bueno, una vez cuando íbamos a hablar sobre la experiencia en la cancha para los rematadores laterales, llegó a la reunión con una montaña de dulces y no paraba de preguntarnos sobre el trabajo —yo me quedé allí, escuchando atentamente la historia. Incluso ya me estaba haciendo una idea de a donde iba esto—. Hubo otra ocasión, en la que salía de las oficinas y me encontré que Bokuto-san me enviaba flores con mensajes lindos. También, cuando le preguntamos su opinión del primer boceto, no paraba de decir algunas cosas de cuando estábamos en preparatoria.
—Amm Akaashi-san, creo que Bokuto-san no se refería al proyecto del manga —quería reírme, los chicos si que son lentos en estas cosas, tuve que hacer un enorme esfuerzo para contener mis ganas—. Creo que Bokuto-san quiere dar el siguiente paso.
—¡¿De verdad lo crees?! —preguntó levantándose abruptamente de su silla, llamando la atención de los que estaban a nuestro alrededor—. Lo siento. ¿Enserio crees qué sea así?
—Pues, al menos con lo que me estás contando, parece dar ese mensaje —levanté mis hombros, mientras veía que Akaashi-san tenía una sonrisa a medias y las mejillas levemente sonrojadas—. ¿Qué piensas hacer ahora, senpai?

Notaba que Akaashi-san estaba más nervioso sobre como "respondería" a Bokuto-san, de cuando sabía que era muy tarde para retractarse en cuanto hizo una locura junto a los del Fukurodani (esas anécdotas las sabía por Kaori-chan). En fin, parecía ser la consejera amorosa de Akaashi-san. Estuvimos toda la tarde planeando una cita, notaba que cada vez que hacíamos un itinerario veía un brillo especial en los ojos del senpai. ¿Realmente se mantuvo tantos años negándose a dar el primer paso? Admiro a Bokuto-san por ser tan paciente.
Cuando pensé que mi deber había acabado, Akaashi-san me pidió un último favor, que lo asesorara durante su primera cita. No voy a mentir, al principio me sentía incomoda por esa petición, luego de tantos intentos, insistencias y súplicas accedí a ser su asesora de citas. Regresé a casa completamente agotada, ni siquiera me di cuenta que Lev había llegado al departamento antes que yo, para prepararme una sorpresa. Quizás deba anotar esto para Akaashi-senpai para una próxima posibilidad de conquistar a Bokuto-san.

Había un camino de rosas desde la puerta de entrada, creando un sendero que llegaba hasta la cocina, donde estaba todo oscuro, salvo por unas velas. Ahí se encontraba Lev, sin camisa, en unos joggings cómodos y con una rosa en la boca. Soltaba algunas risitas, al ver que movía las cejas y señalaba con sus ojos de que se había encargado de la cena de esta noche.

—Espero que hayas tenido un día tranquilo en el hospital —me besó en cuanto me entregó la rosa que tenía en la boca—, yo estoy con mucha energía como para irnos a dormir después de cenar.
—Lo siento Lev, pero no fue el hospital lo que me dejó agotada —dije depositando otro beso en sus labios, mientras escuchaba un pequeño puchero de su parte—. Te prometo que sí mañana te liberas, seré toda tuya por más cansada que me deje el hospital.
—Bien, entonces disfrutemos de la cena —dijo él con su característica sonrisa—. Por ahí quieras disfrutar de un baño relajante, podría hacerte unos mansajes...
—Esa idea no suena tan mal.

Como había organizado con Akaashi-san, la cita sería ese fin de semana y yo estaría a una distancia de treinta metros de distancia. No intervendría a menos que sintiera que fuera necesario, no utilizaríamos los celulares para no levantar sospechas o arruinar la situación. Me encargué de decirle a su mangaka que ese día no hiciera llamadas del trabajo, tenían que crear momentos que no estuviese relacionado a su vida cotidiana, Era algo especial y único para ellos dos.
Se encontrarían en la zona comercial de Tokio, pasearían por ahí, luego irían hasta un gimnasio público, donde ya había agendado para que tuviesen un partido dos contra dos con Kuroo-san y Kenma-san, después cenarían en un restaurante local muy conocido por su yakiniku y terminarían el día en Odaiba. Todo estaba listo, pero yo tenía un pequeño problema. El tren que me llevaría hasta el primer lugar estaba parado por reparaciones técnicas.

Llegué tarde a casi todas las cosas del itinerario, hasta me encontré con Kuroo-san en cuanto me dirigía al gimnasio. Me contó que veía a aquellos dos mejor que nunca, que aparentemente Akaashi-san había cambiado de lugar para cenar. Juro que a este punto no sabía que pensar, pero sentía una especie de presentimiento, de que iría a Odaiba sí o sí. Vi que había un taxi desocupado y entré sin pensarlo dos veces.

—A Odaiba pro favor —noté que no estaba sola, volteé a ver a mi acompañante y me encontré el rostro de Lev—. ¡¿Lev/________?! ¿Qué estás haciendo aquí?
—¿Qué necesitas hacer en Odaiba? —preguntó mi esposo, yo lo miré con duda pero no con intensiones de mentirle.
—Digamos que estoy en una misión, para ayudar a Akaashi-senpai en su cita con Bokuto-san. ¿Tú qué harás en Odaiba? —pregunté confundida, ahora era el turno de Lev para mostrarse nervioso.
—Algo similar a lo tuyo —vaya forma de enredar la situación.

El viaje hasta nuestro destino fue muy corto, considerando que nos la pasamos charlando sobre las dos partes (de Bokuto-san y Akaashi-san) sobre lo nerviosos que se encontraban por esta primera cita. En cuanto salimos del taxi (tuve que pagar yo, porque Lev en su apuro de salir del estudio se olvidó su cartera), nos encontramos a aquellos dos besándose frente a la vista del río. A este punto no sabía si alegrarme por ellos o aniquilar a Akaashi-senpai ya que sentía que me estaba jugando una mala pasada.
Los felicitamos por su inicio de relación, mientras Bokuto-san saltaba de alegría y me mostraba el regalo que le dio Akaashi-senpai para oficiar su relación. Se trataba de un anillo de plata con algo grabado en su interior, los dos tenían el mismo anillo pero con mensajes distintos grabados en ellos.

Mi rascacielos humano  (Lev Haiba x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora