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Unos días después de aquel partido contra el Kunihira, en el cual ganamos 2-1, me preparé para recibir a las escuelas del Grupo de Academias de Fukurōdani. Era viernes por la mañana, así que solo estaría aquí para recibir a los chicos y luego correría a clases, ya que yo no estaba exenta de estas a causa de estar en casa enferma por esa maldita fiebre. El sub-director solo me dio permiso para: saludar, acompañar a los equipos visitantes para que sepan donde están las cosas, dejar algunos elementos que llegase a necesitar nuestro equipo y listo. Volvería corriendo a las clases.
Kuroo-senpai intentó de todo para persuadir a la autoridad, pero incluso el maestro de las provocaciones tuvo límites. Yo no tenía problemas en hacerme responsable por los días en donde no asistí a clases, después de todo era eso o dejar el club por tres semanas. Deberían haber visto la cara de Yamamoto-senpai cuando se enteró de eso.

—Esto no es justo —escuché que Lev se quejaba—, eres parte del equipo y deberías de estar aquí para todo el día...
—Tranquilo Haiba-kun —intenté que se calmara, porque conocía perfectamente como se pondría si no hacia que entrara en razón—, al menos podré participar en cuanto termine las clases de hoy. Solo, encargate de demostrarle a nuestros rivales de que... La estrella del Nekoma está cargada de artillería pesada.
—¡No verán de dónde vino mi fuerza en los remates! —corrió por todo el gimnasio, levantando los brazos—. ¡La estrella del Nekoma está lista para cualquier desafío!
—¡¿Qué dijiste larguirucho presumido?! —sabía que no faltaría mucho para que Yamamoto-senpai dijera algún comentario—. Ya te dije, no puedes considerarte la estrella hasta que recibas balones de forma decente.
—___________-chan —Nekomata-sensei llamó mi atención—, ¿no será mejor qué vayas junto a Kuroo-kun a recibir a los chicos? Ya va haciéndose la hora.

Salimos con Kuroo-senpai y Kai-kun hasta la reja, en donde ya comenzaban a llegar las camionetas con los equipos. El Grupo de Academias de Fukurōdani era una asociación entre cuatro preparatorias (incluyendo la nuestra), que normalmente hacia esta concentración y un campamento en verano, con el fin de prepararnos para el Torneo de Primavera. Obviamente, los primeros en llegar fueron los del equipo de la Academia Fukurōdani. Cuando la mayoría del equipo bajo, Suzumeda-chan solo atinó a correr a mi encuentro y darme un abrazo fuerte.
  Yo correspondí a ese abrazo un poco tarde, considerando que los de su equipo posaron su mirada curiosa en mí. No les voy a mentir, aunque conozco algún que otro de los chicos que veo delante de mí (algunos de mis días de secundaria y otros por partidos que estudie por vídeos), temblaba de miedo por la altura de varios de ellos.

   —Hey, tranquila Fukunaga-chan —mi amiga notó que temblaba tanto, que intento calmarme—. Son buenas personas, te lo aseguro.
   –Lo sé, es que no puedo evitarlo —ella era una de las pocas, quienes conocía a puro detalle, como se desarrolló esta fobia—, me cuesta superarlo pero lo estoy haciendo muy, MUY despacio.
   —Está bien, Suzumeda-san —escuché una voz muy familiar, quien se acercó y me acarició la cabeza—. Dale tiempo a que tome mas confianza.
   —¡Akaashi-kun! —exclamé sonriente y abracé al armador del Fukurōdani—. ¿Qué tal las prácticas? ¿Es cierto que estuvieron cerca de ganarle al Itachiyama en las preliminares del Intercolegial? ¿Bokuto-san es tan problemático?
   —Responderé a tus preguntas, en cuanto estés liberada de las clases —respondió mostrando una pequeña sonrisa, así era Akaashi. Serio la mayor parte del tiempo, pero demuestra cuando algo realmente le alegra o le molesta—. Solo recuerda que, somos rivales en la cancha.
   —Si piensas que le soy infiel a los del Nekoma, no te encariñes tanto porque —hice una pose heroica— soy la mánager del Nekoma.

  Keiji Akaashi es un estudiante de segundo año de preparatoria, quien actualmente es el colocador oficial de la Academia Fukurōdani. Tiene el pelo negro desordenado, tez no tan pálida, pero tampoco bronceada y ojos azul metalizado. El fue mi senpai, uno de los pocos que me protegía contra algunos abusadores que tenia en mis años de secundaria. Probablemente, sepa bastante de tácticas de volleyball por ayuda de Akaashi-kun que de mi hermano.
A medida que iban llegando los otros equipos, les daba indicaciones a las mánagers para acomodarse antes de ir al gimnasio. Los del Karasuno fueron los últimos, habrán venido a los 20 minutos después del Shinzen. Para mi sorpresa, Shimizu-san venía acompañada de alguien más. Una chica baja, rubia, de ojos marrones y piel blanca.

Noté que la chica estaba más nerviosa que cuando yo empecé, aunque vaya a saber los motivos de su nerviosismo. De la nada, Yamamoto-senpai salió del gimnasio y comenzó a armar una escena frente a las chicas del Karasuno. El chico rapado del equipo de los cuervos se puso a alardear, así que aproveché el momento para llamar la atención de ambas chicas.

—Lamento todo ese escándalo —hice una reverencia, disculpando el comportamiento del rubio teñido—. Espero que hayan tenido un viaje sin problemas.
—Gracias Fukunaga-chan. ¿Cómo has estado? —respondió Shimizu-san—. Ella es la nueva mánager del equipo.
—Soy Yachi Hitoka, de primer año. Es un placer conocerte —hizo una reverencia a la cual correspondí con una sonrisa.
—Igualmente, soy Fukunaga ________, también de primer año y mánager del Nekoma —cuando me erguí, me encontré con la mirada curiosa de ambas. Quizás porque veían que llevaba puesto el uniforme de clases en vez del uniforme para los entrenamientos—. Les mostraré dónde pueden instalarse y también les presentaré a las demás mánagers. Lamento no poder acompañarlas en todo el día, pero tengo que asistir a clases. Era eso o una suspensión del club por tres semanas.
—Tranquila, entendemos que no todos puedan exentarse con estas cosas —respondió Shimizu-san, mientras me acompañaba por los pasillos de la escuela.

  Las guíe adentro y les mostré dónde estaban las demás mánagers para que comenzaran a conocerse mejor. Yo ya conocía a las chicas que estaban en el Grupo de Academias Fukurōdani, porque habíamos organizados distintos encuentros previos a esta concentración.
En las clases, me costó concentrarme porque mi cabeza solo maquinaba para lo que respectaba los partidos, las mánagers de los otros equipos y la concentración del fin semana en sí. Una vez que terminaron las clases, Shibayama-kun había venido a buscarme junto con Teshiro-kun, quienes eran los únicos de primero que no estaban jugando.

Mi rascacielos humano  (Lev Haiba x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora