—Dime la verdad, Fukunaga-chan —me preguntó Yachi-san, la nueva mánager del Karasuno—, es cierto que te cuesta acercarte a gente alta.
—Bueno, ahora lo estoy manejando mejor que a principios del año escolar —ya no sentía vergüenza en admitir ese miedo, todavía no lo superé del todo pero al menos comenzaba a abrirme con otros sobre eso—. Antes me daban ataques de pánico, era muy traumático para mí desde niña. Supongo que es gracias a los chicos del club que estoy superando todo esto.
—Pues... Yo siento que los gigantes se alimentaran de mí y se pelearan por devorarme viva —comentó la rubia temblando de miedo, yo solo la miré con cierta duda ante esa declaración.Era la noche del viernes, las mánagers estábamos a cargo de preparar las anotaciones para el día siguiente, aparte de consultar a los equipos que no eran de Tokio si necesitaban algo del mini mercado y pedirle el permiso a los profesores. Las senpais fueron quienes se encaminaron por abastecer el estomago de sus equipos (Suzumeda me prometió ir por el pedido de los chicos del Nekoma) mientras le hacia compañía a Yachi-san.
Habíamos entablado una linda relación de amistad, hasta nos pusimos a hablar de nuestras experiencias como mánagers novatas en un equipo de chicos altos. Me contó como fue que la reclutaron hace menos de un mes y lo que le costó enfrentar a su madre ante la decisión de volverse la nueva guía del equipo. Casi pasamos toda la noche hablando sobre nuestros equipos o de nosotras mismas, honestamente me parecía ver a mí misma en un espejo (salvo porque Yachi-san era una de las mejores alumnas de su curso).Los días siguientes, vi que los chicos del Nekoma estaba ardiendo de pasión en los juegos. A veces, cuando hacían remates eran tan fuertes que me hacía temblar todo el cuerpo. Nekomata-sensei tenía varios ojos en dirección no solo a nuestros chicos y sus jugadas, sino que también hacia el Karasuno evaluando a su entrenador en la evolución.
En los descansos, Shibayama-kun me acompañó a rellenar las botellas de agua por petición de Kuroo-senpai. Incluso si le aclaré que podía ir yo sola y volver con las botellas, insistió a muerte que alguno de los chicos me acompañara afuera del gimnasio. Inuoka-kun y Haiba-kun se habían ofrecido al mismo tiempo, provocando una especie de chispas saliendo de sus ojos, así que para "detenerlos" Shibayama-kun me empujó lentamente hacia la puerta.—Esos dos si que no pierden el tiempo en rivalidades —comentó Yuki-kun, mientras llenábamos las botellas—, hay veces que tanto Inuoka-kun como Haiba-kun me dejan aturdido. Ya no sé como controlarlos.
—Quizás deberías buscar una forma de retener a Inuoka-kun, Haiba-kun ya tiene bastante con los regaños de Yaku-senpai —le respondí, recordando las veces en que Lev le remarcaba la cuestión de estatura al líbero oficial del equipo—. Explicame algo Shibayama-kun, ¿desde cuándo se la pasan compitiendo por todo?
—Bueno, supongo que desde que Haiba-kun fue nombrado titular en el equipo —dijo mi amigo, poniendo las botellas ya llenas en la heladera portátil—. Antes, Sō-kun se la pasaba practicando algunas cosas en su casa. Desde que entró Lev, digamos que pasa gran parte de su tiempo libre con la pelota en la mano.
—Ahora entiendo porque le cuesta concentrase en estudiar para inglés —mirando al cielo con cierta desesperación en el rostro—, le advertí que Mamizuka-sensei era muy estricto en esa materia...
—En verdad que te preocupas por todos en el equipo, _______-chan —me sonrió mi amigo—, mejor volvamos antes de que aquellos dos comiencen a volver locos a los otros equipos.
—De acuerdo, regresemos.De nuevo en el gimnasio, el equipo estaba en sus minutos de descanso. Los partidos eran por rotación, como éramos cinco equipos, uno siempre terminaba teniendo unos minutos libres. El Nekoma siempre observaba y estudiaba a su oponente en esos momentos, con Yuki-kun les entregamos las botellas para a que se hidrataran durante el descanso. Los pocos minutos de pausa, Inuoka-kun y Haiba-kun preguntaron constantemente el porqué nos habíamos "desaparecido" de la discusión sobre quien de los dos me acompañaría, fue mi amigo quien se encargo de aquellos dos.
Luego de nueve partidos, la noche cayó sobre Tokio. Les enseñé a las chicas donde estaba la cocina y los baños, que nos habían habilitado para el fin de semana que recibiríamos a las demás preparatorias. Mientras las de tercero y segundo se bañaban, le presenté a Yachi formalmente a mi mejor amiga Suzumeda-chan. Las tres nos divertimos conversando sobre algunos chicos de nuestros equipos, la verdad escuchar que los de primer año de Karasuno eran muy problemáticos me daba un alivio. Si tuviese que lidiar con tres o cuatro chicos del Nekoma, quienes no son capaces de controlarse, además de considerar que entre los miembros de segundo y tercero llegan a tener esos comportamientos... Ya hubiese escapado, del miedo que me ocasionaría todo eso, adicionándole la fobia que tenía (y algo tengo) en ese entonces.—¡____________-chan! —preguntó Shimizu-senpai—. Necesitamos una pequeña ayuda con la cocina, hay cosas que todavía no comprendemos...
—Por supuesto, ahora te acompaño —la mánager del Karasuno asintió antes de retirase de la habitación, yo me levanté y les di unas indicaciones a las chicas de primero sobre dónde estarían los miembros de sus equipos—. Los del Fukurōdani están al final del pasillo, en el aula de usos múltiples que sería la puerta después de las escaleras. Si buscas a los de Karasuno, les dimos una de nuestras aulas de primero, solo subes las escaleras y doblas a la derecha pasando los baños.
—Relájate _____________, necesito un descanso de esos búhos que de por sí los soporto todos los días —bromeó Suzumeda-chan, recibiendo una mirada algo mala refiriéndome que no se metiera con Akaashi-senpai—. No incluyas a Keiji-kun, él es el único del equipo que nos da una mano en controlar a Bokuto-san.
—Bueno, si nos necesitan por cualquier cosa, o si alguno de los chicos del Nekoma pregunta por mí, estaremos en las cocinas de la cafetería.Seguí a Shimizu-senpai hasta la cocina, en el camino me agradeció por sociabilizar con Yachi-san quien aparentemente le costaba un poco involucrase con otros. Admito que si no fuera porque Suzumeda-chan no hubiese querido ser mánager del Fukurodani, quizás estaría igual que ella. Cuando entré al lugar, era un completo caos, no sabía si algunos de los otros clubs del Nekoma había utilizado el lugar para dejarlo así o si el personal había dejado el lugar a las apuradas.
Las ollas y sartenes sucias, en una pila de platos, vasos y cubiertos sucios en el fregadero, ingredientes usados desparramados por todo el espacio y muebles, algunos trapos para limpiar las superficies en el piso o en la mesada de la cocina... Me sentía avergonzada que las otras mánagers vieran ese desastre. Revisé la lista que teníamos a nuestra disposición en caso de que cualquiera de los clubes necesitase el uso de esta, vi que el equipo femenino de voleibol lo había usado antes que nosotras.Casi nunca me había puesto a pensar sobre las chicas del equipo de voleibol, porque nunca coincidíamos en los horarios. Aparte, Nekomata-sensei me había dicho que no me preocupara por ello, porque él tenía buena comunicación con la entrenadora del equipo femenino de la preparatoria.
—Luego le informaré a los profesores sobre esto, quizás las chicas del equipo femenino terminó a las apuradas y no tuvieron tiempo —les dije a las chicas que estaban ahí presente—. Intentaré dejarles a mano las cosas que necesitan y preparé una lista de lo que necesitaremos comprar para los próximos días —hice una reverencia—. Lamento que tengan que ver todo esto.
—Tranquila Fukunaga-chan —respondió la mánager del Shinzen—, te daremos una mano.
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Mi rascacielos humano (Lev Haiba x Lectora)
FanfictionFukunaga _________ es una chica de 15 años, una estudiante de primer año en la preparatoria Nekoma en Tokio. Es una chica de estatura promedio (1,65 mtrs.), pelo oscuro y largo, ojos marrones y piel blanca. Cualquiera que la viera, pensaría que es u...