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A la mañana siguiente, Yamamoto-senpai se acercó para disculparse conmigo por los comentarios que había dicho la noche anterior. Hasta Kuroo-san se disculpó por no haber hecho que Yamamoto-senpai cerrase la boca. Debo admitir que la situación que surgió después me dio mucha gracia, Yaku-senpai al enterarse de esa discusión mandó a Yamamoto-senpai a hacer el triple de calentamiento en cuanto llegásemos al gimnasio donde tendríamos el encuentro.
Desde que les comenté abiertamente a Inuoka-kun y Shibayama-kun sobre mi fobia, sentía una libertad de aquel miedo que antes me paralizaba todo el tiempo. Rogaba de que este fuera un paso más adelante para abandonar por completo este miedo. Subimos al autobús que nos llevaría a nuestro partido tan esperado por el entrenador Nekomata.

—¿Está ansioso por el partido de hoy, Nekomata-sensei? —le estaba preguntando, viendo como el viejo se movía inquieto en el asiento.
—Sé que no será mi antiguo rival, pero saber que volveremos a tener estos partidos otra vez, después de tanto tiempo —vi que una sonrisa amplia se formó en su rostro.
—¿Segura qué estarás bien hoy Fukunaga-chan? —preguntó Shibayama-kun, quien estaba detrás de nosotros junto a Inuoka-kun.
—Sí, creo que estaré bien —respondí con una sonrisa—. Lo estuve pensando, creo que será más sencillo para todos que me llamen ____________-chan. Sino con Shōhei nos confundiremos bastante.
—Claro, tú puedes decirme Yuki-kun si gustas —dijo Shibayama-kun—. Para mí, tenemos la confianza suficiente para llamarnos por nuestros nombres.

Llegamos a nuestro destino y los chicos fueron los primeros en bajar, los del otro equipo ya nos estaban esperando. Fui directamente a rellenar las botellas de agua para el juego, buscando canillas noté que algunos chicos del Karasuno tenían la mirada puesta sobre mí. No voy a mentir, me dejó muy nerviosa aquella situación.
  Una vez que terminé de llenar con agua las botellas, sentí mi celular vibrar dentro del bolsillo de mi chaqueta. Eché un ojo y vi que se trataba de un mensaje de Lev. Inconscientemente, una sonrisa se asomó por mi rostro. El mensaje decía que nos deseaba suerte a todo el equipo con el partido de ahora y que esperaba que pronto volviésemos a Tokio para volver a las prácticas.

   —¡Fukunaga-chan! —escuché a Nekomata-sensei, llamándome desde el interior del gimnasio. Le mandé una respuesta rápida a Lev y guardé mi móvil antes de volver a ingresar—. Acercate, por favor. Presentate ante nuestros rivales de hoy.
   —Fukunaga ____________, primer año y mánager del equipo de voleibol de la preparatoria Nekoma. Es un placer conocerlos —hice una reverencia frente a dos hombres y una chica.
   —¿Así qué la mánager, eh? Soy Ukai Keishin, el entrenador del Karasuno —dijo uno de ellos quien tenía cabello rubio teñido, con una diadema sobre su cabeza, además tiene dos perforaciones en la oreja izquierda, ojos marrones y piel algo bronceada—. Él es el profesor Takeda Ittetsu —señaló a su acompañante de tez clara, pelo negro y desordenado, ojos marrones y usa lentes.
   —Yo soy la mánager del Karasuno, Shimizu Kiyoko de tercer año. Es un placer conocerte —la única chica dentro de aquel grupo de hombres. Quizás me pasaba por unos pocos centímetros de altura, pero su cara seria no me ayudaba a sentirme más cómoda. Cabello negro que le llegaba hasta los hombros, ojos grises, usa lentes y tiene un lunar ubicado en la parte inferior izquierda de la barbilla.

  Al comenzar el partido, todos estábamos expectantes de lo que podríamos encontrarnos. Shibayama-kun estaba junto conmigo y Nekomata-sensei debido a que Naoi-sensei sería el arbitro del partido. El ataque rápido del número 10 nos sorprendió a todos, incluso por el hecho de que el rematador no miraba hacia donde dirigía el balón. Su armador tenía un nivel estratosférico, probablemente es uno de esos chicos que vive para el deporte y solo para ello.
  Kenma-san parecía muy interesado en este partido más que en cualquier otro, hasta Yamamoto-senpai e Inuoka-kun estaban en llamas hoy. Hubo tres partidos de práctica con dos sets cada uno, les ganamos en todos, todavía tenían mucho en que trabajar pero nosotros también teníamos algunos huecos. Los jugadores terminaron exhaustos de los partidos, salvo el número 10 del Karasuno quien aún quería seguir jugando.

   —Buen trabajo chicos —iba repartiendo botellas de agua, mientras que Shibayama-kun repartía las toallas—. Nii-san, jamás pensé que tus remates pasaran tan fácilmente por los bloqueos.
   —No funciona todo el tiempo —respondió mientras agarraba una de las botellas que tenía en la mano—, algunas veces tengo muros más altos que no puedo pasar fácilmente.
   —Esa batalla del basurero fue buena, pero ellos todavía están evolucionando —reconoció Nekomata-sensei, mirando a la zona de la cancha del Karasuno—. Después de todo, son cuervos, omnívoros. Con el tiempo, se volverán unos rivales formidables, unos monstruos a los cuales será interesante enfrentar.

  Para cerrar el encuentro, los entrenadores de los dos equipos intercambiaron unas palabras con los contrarios. Cuando tuve cara a cara a los miembros del Karasuno, juraría que sudaba de nerviosismo puro. Varios de ellos eran altos, pero había al menos dos o tres que realmente me parecieron gigantes. Gracias al cielo, mantuvieron una distancias prudente para que no comenzara a darme un ataque de pánico, porque tenerlos en semicírculo era una razón válida para desmayarme.
  Mientras los chicos limpiaban y ordenaban el gimnasio, salí junto a Shimizu-san a limpiar y volver a recargar las botellas de agua y limpiar un poco las toallas. No habíamos intercambiado muchas palabras, pero si alguna hablaba, normalmente era ella quien iniciaba las conversaciones.

   —Lamento si alguno de los nuestros te incomodó con algún comentario —se disculpó Shimizu-san—, estoy acostumbrada a sus palabras algo vulgares y obscenas.
   —Está bien, tranquila —respondí completamente nerviosa—. Los comentarios de ese estilo no son el mayor motivo, de hecho, probablemente termine renunciado a ser la mánager.
   —Si puedo saber, ¿por qué lo dices? —preguntó dejando de lado las botellas y mirándome con una expresión preocupada.
   —Honestamente, siento que solo estorbaría al equipo e incomodaría a mi hermano con toda la situación por la que estoy atravesando —yo seguía con labor mientras hablaba con ella. No sabría explicarlo, pero sentía tranquilidad y comodidad de hablar este asunto con ella—. Sufro de una fobia muy extraña, no puedo socializar con gente que mida más de cinco centímetros que yo. El equipo me tiene paciencia y de apoco estoy comenzando a superarlo, pero hay momentos en donde tengo recaídas.
   —Creo que no sería la mejor solución que renuncies —la miré algo sorprendida ante su comentario, ella solo me dedico una sonrisa amistosa—. Por lo que veo, sería una especie de terapia para luchar contra esa fobia. Por supuesto, no la superarás en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo... Muy en el fondo, quiero suponer, que el objetivo es ayudarte a superar esos miedos.
   —¿De verdad lo crees Shimizu-senpai? —pregunté esperanzada.
   —Por supuesto —respondió, al mismo tiempo que recogía las cosas del equipo—, mejor volvamos con el resto. Ya deben haber terminado de limpiar y ordenar todo, aparte ustedes tienen que tomar el tren bala de regreso a Tokio.

  Nos rencontramos con nuestros equipos y el escenario era demasiado extraño para mi parecer. Veía a Yamamoto-senpai llorando mientras se despedía del rapado del Karasuno; a Kuroo-san apretando manos con el capitán del Karasuno con un aura algo aterradora, al igual que Naoi-sensei con el entrenador del contrario; Yaku-senpai junto con un peligris, regañando tanto a los capitanes como a los entrenadores de ambos equipos; y a Kenma-san intercambiar (con una sonrisa en su rostro) unas palabras con el pequeño bloqueador de los cuervos.
  Supongo que le preguntaría a alguien, en nuestro camino de regreso a casa, qué fue lo que sucedió mientras yo estaba afuera del gimnasio. Llegamos a la preparatoria cuando ya era muy tarde, con Shōhei ni bien llegamos a casa, nos fuimos a la cama sin siquiera cenar.

Mi rascacielos humano  (Lev Haiba x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora