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  Desperté esa mañana muy temprano, y noté que no estaba en mi cuarto. Tarde unos segundos en recordar que me había quedado en el departamento de los hermanos Haiba la noche anterior. Observé el celular para chequear la hora y no era ni muy temprano ni muy tarde para considerarlo un domingo: nueve y media de la mañana. Me desperecé en el futón que me habían dado los Haiba y después acomodé todo para luego darme una ducha. Claramente, como no tenía otra muda de ropa, me puse la misma que use el día anterior, con cierta dificultad por tener que usar el cabestrillo. Alisa se había levantado y me alcanzó una toalla para que me secara.
  Salí del baño como nueva y ayudé a preparar el desayuno (como podía) al tiempo que Lev se presentaba al comedor. Tenía los pelos alborotados que hasta parecía tener el peinado de Inuoka-kun, cuando le dije él solo se miró al espejo y se peinó con las manos intentando lo posible para no parecerse al castaño. Desayunamos tranquilamente, salvo por Alisa-chan que nos hacía preguntas cada tanto sobre la escuela y el club. 

   —Espero que cuando llegué la instancia del torneo, tengamos la oportunidad de pasar tiempo juntas con Akane-chan —dijo Alisa-chan, cuando estaba por salir de regreso a casa.
   —Cuenta conmigo para ese plan, Alisa-chan —dije colocándome las botas—. Gracias por haberme recibido sin previo aviso.
   —No hay problema —respondió ella, haciendo señal de que le restara importancia—. Qué regreses bien a casa.

Lev me acompañó hasta la estación, en donde me subí al tren y llegué a casa cerca de las once de la mañana. Cuando llegué, mi hermano no me preguntó por la vestimenta que traía puesta, lo cual agradecí desde el fondo de mi corazón. Subí a mi habitación a cambiarme de ropa y revisar un poco los correos porque no me gustaba verlos desde mi celular. Luego de varios minutos, en mi propio mundo, bajé a darle una mano a mi hermano con el almuerzo.
Algunos días después del encuentro con Lev, los de primero nos volvimos a reunir para festejar el cumpleaños de Yuki-kun. Con Inuoka-kun habíamos organizado armarle una fiesta sorpresa, además de que justo coincidía con el día en donde no tendría que seguir utilizando el cabestrillo (ahora solo tendría que concentrarme en la fisioterapia). Nos la pasamos riendo, haciendo tonterías casi todo el día en un parque de diversiones y después cenamos en la casa de Shibayama-kun.

Con las fiestas aproximándose, nuestros padres nos dijeron que no estarían en casa para navidad, pero que año nuevo la pasaríamos en familia. Así que, decidimos preguntarle a los chicos del club si hacíamos una especie de fiesta de navidad en casa, además de ofrecerles el que se quedaran en casa para pasar la noche. Todos, salvo por Teshiro-kun (quién estaría visitando a su familia en Tokushima), aceptaron venir a la fiesta de navidad.
Shōhei y yo nos pasamos toda esa semana organizando de pies a cabeza la casa y los preparativos para la fiesta sin descanso. Agradecíamos que fueran vacaciones, porque de lo contrario, no sabríamos como tener todo listo. Hasta habíamos decido reacomodar los muebles, para dejar espacio disponible para poner los futones. Dejamos el sofá pegado a la pared y la mesa que estaba en el centro la pusimos, momentáneamente, en una habitación que no utilizábamos a menudo.

—Eso sí que fue agotador —ambos nos tiramos al sofá agotados, ya era 24 y nos habíamos levantado bien temprano para dejar todo listo para esta noche—. ¿Qué tal tu brazo ____________?
—Creo que estoy bien, pero le cuesta volver al trabajo —dije en broma, a lo que nosotros solo tiramos risas ante ese comentario—. ¿Ordenamos para el almuerzo? Así dejamos la cocina disponible para la noche.
—Me parece bien —respondió mi hermano, revisando en su celular las posibles opciones que teníamos para ordenar—, veamos... ¿Pedimos sushi?
—De acuerdo —respondí, mientras me levantaba del sofá—, voy a revisar mi celular que no ha parado de sonar desde hace un rato.
—Bien, en lo que tú atiendes a tu novio virtual —lo miré extraño ante esa referencia— yo me encargo de encargar el almuerzo.
—Enserio tienes que mejorar un poco tu repertorio, Shōhei —movía la cabeza, intentando olvidarme por unos segundos de aquella broma malísima.
—¡Awww, vamos! Esa fue bastante buena —dijo él, marcando el número del restaurante para ordenar la comida.

Mi rascacielos humano  (Lev Haiba x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora