Capítulo Dos

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Estoy corriendo por todo el apartamento como una loca y, básicamente; así son todas mis mañanas.

—Mierda, voy a llegar tarde —murmuro cargada con la mochila, las carpetas y los folios para una presentación de hoy.

Miranda me mira desde su habitación con cara de pocos amigos, tuvo que hacer turno tarde en la noche y desperté a la pobre moviendo todos los cajones que hay en la casa. Pero es que no encuentro un libro pequeño pero importante que contiene un artículo que necesito.

—¿Vas a trabajar después de las clases? —me pregunta mi compañera.

—Si, el turno de siempre, ya sabes —le contesto sin dejar de buscar.

—Deberiamos ir a cenar hoy, me dieron buena propina anoche y no tengo nada que hacer ¿que dices?

Levantó el libro en señal de victoria y le sonrió acercándome para besarle las mejillas.

—Claro, estaré aquí temprano —digo antes de dirigirme a la puerta.

—¿No vas a desayunar? —grita.

—¡No alcanzo!

Salgo de la residencia y corro calle arriba para alcanzar el autobús que ya va en la esquina, no sé ni cómo resisto con todo lo que tengo en las manos, supongo que son habilidades que se adquieren cuando eres pobre. El autobús está a punto de irse pero alcanzó a subirme, pago mi pasaje y trato de acomodarme en medio del mar de personas que son una mezcla de olor a jabón, colonia y también olor de sobaco y otras cosas.

La universidad si queda algo lejos de mi casa pero me alegra ver el reloj de Hora de Aventura y ver que estoy a tiempo para las clases, mientras tanto trago de memorizar lo que debo para el examen. El bus hace la parada en frente de la universidad y te lo que hacer maniobras para pasar a la parte de atrás y bajar.

—¡Mierda! —exclamo al ver mis hojas tiradas en el suelo cuando el bus se va.

Ya he dicho mierda dos veces y ni siquiera me he tomado un café.

Acomodo mi mochila en la espalda y los folios en mi brazo mientras trato de recoger todo antes de que el viento se lo lleve. Finalmente tengo que correr hasta el auditorio para no llegar tarde a mis compromisos.

[...]

—Gracias por venir a McDonald's. Vuelva pronto —sonrío.

Siento los ojos pesados y creo que ni siquiera pude sonreírle bien a la chica que había tomado su pedido pues me miró de manera extraña. Estoy a punto de llamar a Miranda y decirle que cancele los planes que tiene para hoy, no estoy de humor, es fin de semana, no tengo que estudiar ni trabajar y quiero estar acostada los dos días que tengo libres.

Estoy casi en mi mundo de ensueño (si, pensando en el momento en que el actor de Hollywood entra y bueno, ya saben el resto), cuando veo a Samuel entrando al establecimiento. ¿Que mierda hace aquí? Se supone que no recibe turno hasta después de una hora. Mierda, seguro me va a cobrar.

Paso saliva cuando saluda a uno que otro cliente y a los demás empleados y cocineros. Me siento rígida en mi puesto y solo espero que pase de largo y ni siquiera me salu...

—Hola Mary —dice a mi espalda.

Mierda.

—Hola Samy —le sonrió ampliamente.

—Oye, vine porque ayer no te vi después de tu turno y quería decirte que en serio, necesito el dinero que me debes.

—Lo sé, lo sé Samuel, pero si pudieras darme un plazo más, es que tuve que pagar unas cuentas y aquí donde me ves creo que voy a vender el aire que respiro — rió nerviosa.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora