Capítulo Once

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Piero

—¡Si, estoy respirando en italiano! —grito Mary bajando del jet y hablando por teléfono.

Angelo, Dante y yo nos miramos con el ceño fruncido y es que Mary estaba tan llena de energía, no había dejado de hablar durante el largo vuelo, ni de moverse de aquí allá por todo el jet. A una hora de aterrizar por fin se había dormido en la silla y yo la había llevado a la cama.

Cuando vi a Mary en esa aplicación, se me antojo una mujer segura, delicada y conservadora pero al conocerla me había dado cuenta de que su palabrería y su modo de ser podrían traerme problemas sin embargo me divertía.

—De acuerdo, te hablo luego, bye —colgo el teléfono y me miró con intriga y emoción mezclados —¿Ahora que haremos?

—Iremos a mi casa en Verona, como mi dama tienes que conocer todas mis propiedades —puse una mano en su espalda y la guíe a la camioneta blanca que nos esperaba.

—¿Cuantas propiedades tienes?

—Ademas en México y en Italia, tengo casas y edificios residenciales en España, Inglaterra, Brasil y Estados Unidos.

Me gusta su cara cuando algo le impresiona mucho y no puede contenerse.

Subimos al auto y partimos hacia la mansión que era herencia de mi padre; Mary pegó su cara al vidrio empañando todo mientras miraba las distintas edificaciones italianas, me preguntaba si algún día dejaría de impresionarse por todo lo que se le atravesaba.

La mansión de la familia De Luca era una edificación hecha en piedra caliza, de dos pisos, extensos jardines, balcones y una fuente con un inmenso ángel abriendo sus alas. Aquí había pasado la mayor parte de mi infancia y había aprendido mucho del negocio que por años a regido en mi familia.

—Quiero que estés lista para esta noche —le digo —. Las personas que vamos a ver son muy importantes y no te quiero distraída...

—¡Mira qué hermoso ángel! —grito mirando la estatua.

La tome del rostro y puse mis ojos en los suyos, me miró algo confundida pero lo de esta noche era muy importante y la necesitaba atenta a todo. Mary era una mujer muy distraída, me gustaba que admirara todo hasta cierto punto pero luego se volvía molesto.

—Mary, necesito que me prestes atención...

—Perdon, es que sufro de déficit de atención —comento arrepentida.

—Monica te guiará por la casa y te llevará a nuestra habitación, allí estarán tus maletas. Te quiero igual o más preciosa que la noche anterior ¿esta bien?

—Me dijiste preciosa.

—¿Entendiste? —aclare.

—Si, lo siento.

—Muchas personas van a venir a la mansión, no quiero que interactúen mucho con ellos pero es necesario que te presentes.

—De acuerdo.

Sonrió y me perdí en la curva de sus labios. El viento soplo y me trajo de nuevo ese aroma que había probado ese día en la cama, aquel que me hacía cerrar los ojos y suspirar, era un aroma dulce y fuerte a la vez. No sabía lo que era pero desde que Mary había pisado el apartamento en México me había hecho delirar con ese aroma.

Le solté el rostro y Mónica, la ama de llaves, se acercó a nosotros, se inclinó ante ambos y sonrió.

—Llevala a los alrededores de la mansión y conducirla a su habitación —le indique en italiano —. Asegúrate de que no salga.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora