Capítulo Siete

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¿Lo primero que hicimos?

Botar cierta ropa a la basura. Aquella que de vea desgastada, que no se veía elegante o que estaba llena de salpicaduras de salsa de tomate. Deje algunas cosas en el armarios que seguía viéndose vacío pues, si iba a pasar mucho tiempo en esta casa necesitaba algo cómodo.

¿Lo siguiente?

Ir de compras. No unas normales, unas de ensueño.

—¿Están listos para la tarde más larga que tendrán en su vida? —les pregunté a Angelo y Dante.

Ambos giraron sus cabezas y se miraron algo confundidos.

Y es que fue a penas llegar al mejor centro comercial de la zona y no nos detuvimos a pensar en los precios de los vestidos caros, de las blusas lujosas y hermosas, pantalones elegantes y zapatos de tacón... Como me encantaba los zapatos de tacón.

Por primera vez en mi vida, entraba a aquellas tiendas de marcas costosas y no me miraban como un bicho raro, aquí el dinero prevalencia y por supuesto con las tarjetas de cupo ilimitado jamás me detuve a mirar precios.

—¡Mira qué hermoso! —exclamo Miranda mirando un collar en la estantería.

Angelo y Dante estaban en la puerta de Tiffany's con todas las bolsas de compra a los pies mientras que nosotras estábamos sentadas en unos hermosos sofás de terciopelo con copas de champagne mientras las vendedoras corrían de un lago a otro trayendo joyería costosa pero hermosa.

Cuando salimos del centro comercial hacia el auto, ya de había oscurecido pero no me importó mucho pues a la hora de organizar el armario creo que solté varias lágrimas. Estaba lleno, se veía hermoso y era todo mío.

En los días siguientes que Piero estuvo de viaje, me encargue de pagar todas mis deudas que incluía a varios compañeros de la universidad, pagos de algunas materias y a Samuel.

—¡Samuel!

Iba saliendo de la universidad con otros compañeros. Entre mis manos tenía un sobre con dinero en efectivo y tras de mí estaba Angelo con la camioneta. Samuel me miró y de despidió de sus colegas, supongo que pensó que solo quería pedirle más tiempo de pago pues su cara no de notaba nada contenta.

—Mary —suspiro.

—Perdón por haber tardado tanto, en serio —le entregué el sobre —. Aquí está todo lo que te debo y no tienes porque preocuparte de volverme a prestar o algo así, ya no será necesario...

Samuel junto sus cejas y miró el interior del sobre. Estaba todo completo ni un peso más ni un peso menos.

—Y también quería decirte que te puedes ir mucho a la mierda. Estás picho en plata y solo buscas fastidiar a quien no la tiene, pero en fin, espero que olvides que este malentendido paso y no vuelvas a prestar dinero a quien sabes que no pagara a tiempo solo para molestarlo... Adiós.

Me di la vuelta y Angelo me abrió la puerta de atrás de la camioneta. Por el vidrio polarizado vi que Samuel de había quedado estático en su puesto.

A pesar de todos estos lujos y todo lo que había logrado conseguir con hacer... nada, aún me quedaban varias interrogantes como ¿por qué Angelo y Dante estaban siempre encima de mi como si fuera el presidente o un narco? No se separaban de mi no un segundo y eso era un tan extraño, también me preguntaba sobre el trabajo de Piero pues todo este dinero era abismal y a no ser de que fuera algún importante hombre de política o algo así, era imposible que tuviera todo esto y lo gastará en alguien tan insignificante como yo.

—¿Sabes realmente en que trabaja tú jefe? —le pregunté a Angelo.

Estaba sentada encima de la isla de la cocina mientras esperábamos a que Miranda terminará de hacer la cena. Angelo se mantuvo serio, quería ver algún tipo de nerviosismo o alguna emoción que me permitiera ver si mentia, pero no hubo nada.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora