Capítulo Veintiocho

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Piero

—¿Donde esta? —le pregunté a Angelo.

—En la habitación, jefe. Estuvo a punto de huir.

—¿Huir? —me giró a él desconcertado.

—Si, se saltó el muro de piedra y salió a correr por el bosque, no sé cómo pero llegó al pueblo más cercano. No deje de buscarla hasta encontrarla, como usted me lo pidió.

—¿Huyó... como si quisiera quedarse con Rafael? —me sabían a culo esas palabras.

—No lo sé, pero cuando me vio fue como si fuera un asesino serial.

—¿Como esta? —me preocupaba mucho su estado.

—Golpeada, rasguñada y tiene una molestia en la cadera por la caída, tuve que darle cloroformo para dormirla, estaba demasiado alterada.

Suspiré largamente, no me había detenido a mirar la herida de bala que tenía en el brazo porque estaba muy preocupado por ella. Anoche había sido una guerra de balas que parecía no tener fin pero Rafael había resultado herido de gravedad por uno de mis disparos, me avisaron que Mary no estaba en la mansión y sin tener nada más que hacer había hecho retirada de mis hombres.

—¿Esta bien, jefe? Necesita atención médica —dijo Angelo mirando el brazo ensangrentado y la chaqueta del traje pegajosa por la sangre.

—Estoy bien. Quiero verla.

—Claro, sígame.

Aún corríamos peligro en estar en España pero tan pronto como despertara volveríamos a Italia. Estos días sin ella habían sido de tortuosa búsqueda, no quería que le pasará nada, no quería que estuviera cerca de Rafael.

Llegamos a la puerta y Angelo abrió dándome paso, ella estaba allí recostada en la cama. Le agradecí a Angelo y cerré la puerta.

Si estaba sucia y parecía un vagabundo era decir poco. Tenía un vestido corto roto en varias partes de su menudo cuerpo, el cabello parecía un estropajo, tenía rasguños en los brazos, las piernas y la cara, además de sangre salpicada ¿la habían herido?

Me senté a su lado en la cama y tome su mano fría, no tenía el collar que le había dado y me pregunte si se le había caído o Rafael se lo había quitado pero algo me llamó la atención: tenía un anillo de diamantes en su mano derecha. Mire su rostro completamente dormido y me pregunte si ese hijo de puta había osado en pedirle matrimonio... y lo peor, ella había aceptado.

Desvíe mis pensamientos cuando su mano se movió entre las mías y se quejó al mover el cuerpo, tenía que llamar a alguien para que la atendiera.

Sus ojos se abrieron algo perdidos y me miraron, mi visión fue un detonante.

—¡Aléjate de mi! ¡Largo! —grito lanzando puños y patadas — ¡No quiero ver a ninguno de ustedes cerca de mí!

Fruncí el ceño, ¿acaso quería que la dejara allí? ¿acaso se había enamorado de Rafael? ¿que mierda estaba pasando?

—Calmate, Mary. Te saque de allí, te...

—¿Como puedes permitir que maten así en mis narices?

—¿Que? —ahora si estaba confundido.

—Esas personas no sabían nada, solo les estaba pidiendo que me ayudarán a volver a México, Angelo les ha disparado en mi cara —sollozo.

—¿Angelo? Pero... Mary, sabes que no podemos dejar evidencia de nada, tal vez les dijiste algo que...

—¡Eso no tenía nada que ver! —grito —¡Ellos no merecían morir así! Por Dios, esa imagen va a estar siempre en mi cabeza... —lloro.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora