Capítulo Veintidós [+18]

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Rafael Montero...

El loco que me había visto quién sabe dónde y era un problema con las mujeres o algo así.

—Tu... —murmure.

Di un paso atrás pero ni corto, ni perezoso dio un paso adelante acorralandome. Su sonrisa cantaba victoria y si nadie venía a salvarme o no me salvaba yo solita, este hombre iba a llevarme lejos de Piero.

Son enemigos.

Maldita sea.

—¿Ya me conocías? —pregunto —. Que honor. Creí que mi presencia había pasado desapercibida ese día en que te vi en la playa... toda una diosa —recorrio mi cuerpo con sus ojos de pervertido.

—No creo que logres pasar desapercibido enviando notitas amenazantes —dije.

—Es verdad —asintio con la cabeza —. Pero no te vengo a hacer ningún daño, es más, voy a hacerte un bien.

Se mordió el labio inferior y dentro de mi hubo una voz: "violación inminente". Cuando iba a contestarte, la puerta se abrió y vi a mi salvador.

—Mary —Angelo se llevó la mano al borde del pantalón y saco un arma.

Rafael sonrió con ironía y cinismo y se giró para recibir a mi guardaespaldas.

—Angelo, qué alegría verte de nuevo. ¿Como esta la familia? —dijo.

—No estoy para bromas, Rafael —contesto Angelo —. Piero está aquí en unos negocios, no es conveniente que inicies una guerra en unos de sus establecimientos.

—Es que no va haber algún tipo de guerra, solo vine a conocerla, me parece de mala educación que Piero haya presentado a su dama pero a mí no.

—Deja a la chica, no te conviene llevarla.

—Eso lo veremos —susurro.

Angelo apunto a la cabeza de Rafael y con la otra mano me pidió que la tomara. Casi corrí a su lado y me resguarde en su brazo.

—Precioso pajarito enjaulado —dijo Rafael mirándome —. Yo seré quién te libere y conocerás mayor placer en la vida que estar atada a un hombre que no llegara a amarte nunca.

—Cierra la boca o te vuelo el cráneo —amenazo.

—Tranquilo Angelo, solo vine a saludar. Cuando me la llevé, ni tú ni Piero podrán hacer algo para evitarlo. Recuerda que yo soy más inteligente que él.

Sin decir nada más, Angelo me tomo de la mano y me saco del baño, no sin antes de que Rafael me guiñara el ojo descaradamente. Volvimos a la pista.

—No le cuentes a Piero, por favor —le pedí.

—Señorita, tengo que hacerlo, más aún si Rafael estaba aquí en el club.

—No quiero que Piero se preocupe más, si algo así vuelve a pasar le puedes contar todo pero por favor no le digas nada ahora, por favor.

Angelo suspiro y asintió con la cabeza, tampoco le convenía que su jefe supiera que me había dejado sola. Al volver a la mesa con Miranda, trate de entrar de nuevo en ambiente pero ese encuentro me dejó un poco inquieta y no podía evitar mirar a todos lados para ver si no me vigilaba. Afortunadamente Piero volvió a las dos de la madrugada y volvimos al hotel.

—Duerme conmigo —me pidió tomando mi mano en medio del pasillo.

Miranda ya me esperaba en la puerta y abrió los ojos esperando respuesta. Mire a Piero, aún parecía tenso, igual solo íbamos a dormir.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora