Capítulo Treinta y Ocho

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Inglaterra

Dos semanas después

En las dos semanas que pasaron luego de mí regreso al apartamento, a Piero se le vio bastante ocupado pero no por sus negocios sino porque quería que nos trasladaramos en definitiva a Italia y dejáramos México atrás. Él no dejaría sus negocios ilícitos pero se había comprometido a protegerme y sobre todo... amarme.

Si, estábamos en Liverpool, Inglaterra ya que Piero tenía que hacer unas cuantas cosas allí y Miranda y yo estábamos de turismo.

—¿Que era eso tan importante que querías contarme? —me pregunto dándole un sorbo al té. Queríamos vivir las experiencias de Europa al pie de la letra.

—Es que te vas a ir de culo —le respondí con nerviosismo y ella rió.

—Contigo todo es una nueva experiencia, Mary, ¿que tan grave puede ser?

—Pues... —dude —tan grave como una infidelidad.

—¿Que? —sacudio la cabeza —, pero si tú no estás con Piero en serio.

—Bueno, te contaré desde el principio.

Le conté lo he había pasado con Rafael cambiando algunos detalles, obviamente, porque no podía más con la culpa. También le conté lo que había dicho Piero en el juzgado y ese día que llegue al apartamento. Había cambiado mucho, bueno, seguía siendo un puto hielo pero conmigo se esforzaba por cambiar y eso acentuaba más la culpa.

Cuando termine de contar, Miranda tenía la cara del meme de se prendió esta mierda.

—Di algo —pedí.

—¡Que perra!

—¡Miranda! —regañe.

—Lo siento, es que te veías tan sana, jamás pensé que te acostarás con otro hombre pero estabas en una especie de exilio, Mary y Piero parecía no querer nada contigo.

Ojalá pudiera contarle el detalle de que mis dos acostones son enemigos mortales.

—Pero me siento terrible —dije.

—¿Es que estás pensando volver con ese otro tipo? Porque creo que no. Ya tomaste tu decisión al estar al lado de Piero, manda a la chingada al otro y ya está.

Ojalá fuera así de fácil. Contándole a Miranda me di cuenta de que ella no podía ayudarme cuando no sabía toda la verdad.

Volvimos al hotel donde nos estábamos hospedando, aún no conocíamos la propiedad que tenía Piero en este país y no iríamos sino hasta en la noche.

—Los mafiosos son nocturnos —dije mientras buscaba el vestido que llevaría esa noche.

Piero resopló con diversión y me miró a través del espejo del tocador, estaba sin camisa y se preparaba para afeitarse.

—¿Por qué lo dices? —me pregunto.

—Siempre salimos a los eventos importantes de noche ¿no te has dado cuenta?

—No lo había pensado.

—Bueno pues, debería llevarme un vestido con mucho brillo.

Levanté un vestido dorado que era perfecto de noche y el cual me llevaría a donde fuera que íbamos a ir. Piero sonrió y se acercó para darme un beso en la boca, era una persona distinta a la que vi y conocí a través de una aplicación de citas. Sus ojos brillaban cada vez que me miraba y sentía que se había enamorado de mi.

—Lo que lleves siempre se verá hermoso —susurro sobre mis labios —, yo no me preocuparía tanto si al final de la noche el vestido va estar en el suelo.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora