Capítulo Veintitrés

78 10 3
                                    

Piero

Jamás pensé que dos chicas que son tan delgadas y que parecen tan delicadas pudieran tener juegos tan bruscos en medio del Central Park por una banderilla. Se golpean, se empujan y Miranda casi cae a uno de los lagos por esos juegos infantiles.

Es algo normal ver la felicidad que se carga Mary y la emoción que expresa por cada cosa que ve, pero nunca la había admirado tanto como ahora.

Anoche simplemente no pude más, con cada acercamiento que tenía ella sobre mi se quebrantada un poco mi seriedad y rudeza. No pude más, simplemente paso y lo disfruté, no iba a negarlo. Pero tanto ella como yo, entendíamos que no era algo que pudiera ocurrir todo el tiempo, sé que dije que olvidará el contrato pero yo no quería que Mary me amara como si fuera un súper héroe y lo entendió, afortunadamente lo entendió aunque ya era imposible negar que teníamos sentimientos por el otro.

—¡Oh, Alicia en el País de las Maravillas! —exclamo Mary al ver la enorme escultura que había a un lado del sendero.

Saco su móvil y me lo dio.

—Anda, tomanos una foto —dijo.

No se qué se creía que era yo para estar tomándole fotos cada que veía cualquier cosa en el parque, pero no me oponía. Verla haciendo caras largas, lamiendo la mejilla de Miranda o simplemente sonriendo ante la cámara me ponía de buen humor. Mary era un escape a la tensión que estaba viviendo con el negocio últimamente.

Creí que después de lo que pasó anoche iba a saciar un poco las ansias pero la verdad es que no y aquello no quitaba el hecho de que fuera a ser romántico y la besara todo el rato. Yo no iba a hacer ese tipo de cosas y ella lo sabía, frío me conoció y frío tuvo sexo conmigo, eso era todo. No confundan romanticismo con ser detallista.

Me acerqué a ella por detrás, miraba el castillo Belvedere con los ojos bien abiertos, como si no quisiera perderse ningún detalle.

—¿Que piensas? —le pregunté.

—Que esto es hermoso, cuando era niña siempre había querido venir a este lugar, porque siempre lo veía en alguna película o en esas series de Disney Channel.

Suspiré.

—Mary, sobre anoche...

—¿Que? ¿Me vas a decir que no eras tú sino tu fantasma? — sonrió.

—No, lo disfruté... y mucho —note su sonrojo —pero no quiero que ese sea un punto para que te enamores de mi —me sorprendió cuando soltó una risita —¿Que es lo gracioso?

—Parece que te aterra el amor, como si fuera el monstruo come galletas.

—No me aterra, es que... no quiero que estés tan perdida por ese sentimiento tan banal que olvides lo que realmente hago y que por ello algún día yo ya no esté... o peor, que algún día te pase algo.

—Lo sé, lo entiendo —soba mi brazo con cariño —pero ya no me puedes pedir eso ahora, Piero, es ridículo, sino sintiera algo por ti yo jamás habría dejado que pasara lo que pasó anoche y como ves... —volvio a mirar el castillo —. Entiendo que lo que haces es peligroso y que por eso yo no debería sentir lo que siento, pero soy consciente de que algún día todo acabará. A mi la vida me ha enseñado que no todo es para siempre y debo aprender a soltar... Más bien tu deberías mantener la guardia, no sea que algún día ese sentimiento al que tanto le temes se apodere de ti cuando pierdas a esa persona especial.

Me dejó frío... frío es poco.

—¡Cómprame un perro caliente, chingao! —grito Miranda atrás, rompiendo el momento.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora