Capítulo Treinta y Nueve

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Piero

La mano me tiembla cuando arrugó el papel y lo lanzó a un lado, la rabia me corroe las venas y siento que me estoy convirtiendo en algo terrible por culpa del enojo.

Miró el cuerpo que duerme plácidamente en la cama, está desnuda pero tiene el collar de mi familia porque siempre me gusta verla con el pero ahora solo quiero que no despierte nunca, que se muera. Me ha traicionado, a mi y a mi familia, a mi apellido y a mi legado. Y yo que mientras estuve sin ella no deje de pensarla... ella estaba revolcándose con mi enemigo, con el peor ser de esta existencia, con el hijo de quien mato a mi padre.

Camino lentamente a su lado, la luna que se refleja en la ventana se refleja también en su piel y el collar brilla.

La odio, la odio ¿cómo pudo hacerme esto?

No puedo imaginar que ese hijo de puta haya tocado su piel, que ella lo haya tocado, que esas mismas caricias que eran para mi se las hubiera dado a otro y sin embargo volviera a mi como si nada.

Camino hasta mi mesa de noche y tomo el arma que siempre cargo, luego vuelvo a su lado, mirándola con desprecio mientras ella en sueños mueve su mano... la mano que tiene el anillo.

Es imperdonable. Nunca se lo voy a perdonar.

Le apuntó a la cabeza y quito el seguro, el sonido la despierta, se remueve un poco, abre los ojos y cuando ve el cañón cerca salta en la cama y se sienta, mira hacia atrás pero se da cuenta de que a quien apunto es a ella.

Y disparo.

La bala quema el colchón pero no la hiere, ella solo chilla y salta fuera de la cama arrastrando una sabana contra su cuerpo, levanta las manos y me mira confundida.

—Piero, ¿que...?

No quiero que vuelva a decir mi nombre, no quiero verla nunca más en mi vida.

No me sorprende que Angelo y Dante entren a la habitación a la fuerza, sus miradas pasan de ella, al arma y luego a mi.

—Señor, ¿que es lo que hace? —pregunta Dante pero lo ignoro.

—¿Lo disfrutaste? —le pregunto a ella con rabia. Aún no dejo de apuntarle.

—¿De qué...?

—¡Se honesta! —grito —. No voy a soportar más mentiras de tu parte y te advierto que te queda muy poco de tiempo.

—Piero... —mira a Angelo en busca de ayuda.

—Señor, suelte el arma, está asustando a la señorita.

—¿Señorita? Lo que tienen aquí enfrente es una puta — vociferó —. A que no le importa acostarse con quien sea, menos con un hijo de puta como Rafael.

Abre la boca en sorpresa. Tal vez nunca pensó en decírmelo, tal vez creyó que jamás me hubiera dado cuenta pero está vez le agradezco a Rafael por abrirme los ojos. Estuve a punto de casarme con una traidora.

—Yo puedo ex... —trata.

—¡No quiero que me expliques una mierda! ¡No quiero nada de ti!

—Piero, por favor, yo...

Otro disparo la interrumpe pero logra apartarse y pega en la pared. Dante corre hacia mi e intenta quitarme el arma, Angelo la toma a ella para sacarla de la habitación.

—¡No te quiero cerca! ¡Te quiero muerta, por traidora infeliz! ¡Te detesto, te detesto, te detesto! —grito mientras forcejeo con Dante.

Ella llora mientras es llevado por Angelo al pasillo, se lleva las manos a la nuca y desabrocha el collar para dejarlo en el suelo.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora