Capítulo Cuarenta y Uno

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Piero

Muerta.

Esta muerta.

No dejo de mirar el epitafio en su tumba al lado de la de sus padres. Mary Molina yace bajo un montón de tierra, no la volveré a ver jamás y creo que eso es lo que más me duele.

Hay flores frescas y me preguntó quién las dejo allí, a pesar de que esté lleno de rosas yo pongo girasoles a un lado, me agachó y tocó su nombre inscrito en el mármol.

—Era una chica hermosa e inteligente —dicen a mi lado —, bueno... tal vez no tan inteligente como para quedarse con un hombre que le daría mala vida apenas viera un ápice de traición...

Giró el rostro con enfado y veo a Carlos Castro en su silla de ruedas junto con su hijo.

—Han sido ustedes —afirmo.

—No, señor De Luca, a pesar de tener ciertos negocios habíamos decidido proteger a la familia Molina pero se nos fue de las manos, solo sabemos que varias personas uniformadas de quién sabe que organización, entraron a la casa a la fuerza, mataron sin piedad a los Molina y los dejaron en el patio. Uno de ellos se quedó, Mary entro con Angelo y allí los interceptaron dejando una bomba C4...

—Sabes mucho, ¿no crees que es sospechoso? —me pongo en pie.

—No lo creo, mis hombres fueron los que reunieron pruebas y aún lo hacen para esclarecer quien ha sido, también les dimos digna sepultura.

Agachó la cabeza. Tampoco sé quién pudo haber hecho esto tan horrible, los Molina no tenían enemigos, no me explico nada de esto.

—No se aflija señor De Luca, la muerte nos llega a todos en cualquier momento... así como también debería llegarle a usted —me dice.

—¿Debería tomarme eso como una amenaza?

—De mi parte no...

Sonríe y se hace a un lado dejando ver a Rafael con un ramo de girasoles, parece que tambien la ha pasado mal pues sus ojos están inflamados y cristalinos. Me mira con odio profundo y se planta frente a mi.

—¿Que haces aquí? —le pregunto.

—Lo mismo que tu, llorarle a un amor perdido.

—Por tu culpa.

—¿Eso crees? ¿Crees que fui yo quien metió esa bomba a la casa de sus padres? ¿Crees que sería capaz de hacerle algo así a la mujer que amo? —bufo —. ¿No debería sospechar yo de ti? Da la casualidad de que después de que supiste... su traición hacia ti, pasará todo esto.

—Yo no haría algo así —expreso con fastidio. Quiero que se largué de este lugar.

—¿No? ¿No deseaste que muriera?

Noto el tono de burla y me da en donde más me duele. Me duele que la última vez que vi a Mary, le dije que la odiaba y que la quería muerta.

Rafael parece contento con mi reacción, afirma con la cabeza y se inclina para dejar los girasoles sobre los que yo dejé, pero la rabia me empuja y le golpeó la mano, haciendo que lance los girasoles al suelo.

—No querrás empezar esta guerra, Piero —me dice.

—Nunca va a terminar mientras sigas vivo.

—Señores, señores —interviene Brandon Castro —, no se apresuren a los hechos, la muerte llega en el momento menos pensado y... — sonríe de forma maliciosa —de formas diferentes, hasta muy bellas...

—¿Que quieres decir con eso? —le pregunto.

—Soy como un oráculo —dice Carlos —, y para ustedes veo un futuro cercano, una hermosa figura pero sobretodo letal...

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora