Capítulo Veintiseis

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Estaba cansada de insistir, cansada de pelear y te patalear pero eso no me impedía seguir siendo indiferente a Rafael.

Ahora íbamos en uno de sus tantos jet (porque así lo presumió, diciendo que tenía al menos tres), él a mi lado y yo tratando de ignorar a las azafatas que intentaban contentarme por órdenes de él.

-¿Con Piero eras así? ¿O era todo más sencillo? -pregunta pero lo ignoro -. Quiero que sepas que entre más me ignores y más difícil te pongas, más me vas a gustar.

Desprendo la mirada de la ventana y lo miro con odio. Debo tener cara de cuatro letras y parecer un vago de no ser por la ropa que Rafael me obligó a ponerme, era un pantalón blanco y una blusa Indigo pero tenía el cabello recogido en un moño espantoso y no llevaba maquillaje.

-¿Fue por el dinero? -pregunta de nuevo -¿Con eso te conquistó?

-¿Que demonios te importa?

-El vuelo es largo y me gustan las historias de amor, Mary. Soy un romántico empedernido.

-Si, tan romántico que secuestras a tus conquistas -asiento con la cabeza.

-¿Entonces que hizo él para tenerte? Debo admitir que le tengo algo de envidia. Con él eres más real, intentas destruir el tempano de hielo que es y sigues allí... ¿como se conocieron?

-No quieres sabes eso -digo.

-Ya te dije que si, dime ¿fue el dinero?

-No.

-¿Entonces...?

Lo miro y veo su interés pero me importa mil hectáreas de verga.

-Esta bien, no me lo digas, igual lo nuestro va a ser mil veces mejor, Mary.

«Si claro»

Estaba algo dolida, no había podido salir por mi cuenta de esa fortaleza y tampoco vi que Piero lo intentará. Las palabras de Rafael acerca de que Piero desechaba las cosas y las olvidaba me estaban calando el alma. ¿Será que me olvidó y se rindió?

No era la primera vez que sentía una decepción amorosa, ya me había pasado más de mil veces y con Piero tenía claro que no debía ilusionarme pero ya lo había hecho después de lo que pasó en Nueva York. ¿Tendría que resignarme a estar con Rafael?

Para nadie era un secreto que Rafael era guapo pero eso no era suficiente, había un aura que no me gustaba en él y el método en que conseguía lo que quería no me convencia. Estaba secuestrada, estaba en ese avión en contra de mi voluntad y él parecía muy relajado con la situación.

Me lleve la mano al pecho, había perdido el collar y no sé en donde, tal vez en el accidente y eso me ponía mal, no porque fuera un obsequio de Piero sino porque para él era un objeto de gran valor sentimental.

Después de unas horas, aterrizamos en Santiago de Compostela, había soñado con ir a España pero no podía estar contenta, empezaba a odiar estar allí.

-Mira allí -señalo Rafael a mi lado.

A mi lado se alzaba una inmensa mansión, si creí que la mansión De Luca era enorme y la más grande pues me equivoqué, esta casa parecían cinco estadios de fútbol juntos y en la verja de alzaba una enorme M.

-M de Montero o bien podría ser M de Mary -susurro en mi oído.

-O M de marica -dije.

Pensé que pondría cara seria o algo así por mi pequeña broma pero sonrió ampliamente y volvió a su puesto con una risita. Yo tampoco pude evitar reír con mi propio chiste.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora