Capítulo Cuarenta y Seis

43 6 1
                                    

Salí de la habitación de ese hombre con el corazón desbocado, fuera estaba esperándome uno de los hombres de Carlos para escoltarme hasta la habitación de su jefe. Me tragué todo lo que estaba sintiendo y trate de verme normal para que Carlos o Brandon no sospechara.

Brandon y su padre me esperaban en la habitación y me miraron atentamente.

—¿Y bien? —me pregunto Brandon.

—Es confiable —respondí —. Trabajaba para esa extraña organización pero hizo mal un operativo y es retirado, me seguro en donde estaba Rafael e iré a por él.

—Perfecto, mis hombres te ayudarán en la búsqueda.

—No es necesario, quiero ir con el ex agente, no quiero levantar sospechas y si las cosas se ponen feas lo usaré de escudo.

Era la única manera en que me dejara ir pero su rostro no me mostró aprobación y se quedó en silencio. Necesitaba la autorización del jefe o ir con Theo iba a ser difícil.

A su lado Brandon suspiro.

—Yo creo que tiene razón —dijo —, Rafael debe tener un excelente anillo de seguridad y hay que levantar la más mínima sospecha posible.

Después de un rato, Carlos asintió y me sonrió.

—Confiamos en nuestra reina.

—Gracias señor.

Di media vuelta y salí al pasillo rumbo a mi habitación, suspiré tranquilamente y me encerré. Creo que al fin pude perder la compostura, porque desde que Theo me había dicho que había estado trabajando para los que mandaron a matar a mis padres me sentí terrible, sucia, mala hija, una perra que no merecía vivir. Todo este tiempo estuve matando para los Castro cuando ellos me mintieron y quitaron lo más valioso para mi.

Debía jugar bien mis cartas, debía destruir a los Castro y para eso iba a utilizar mi posición, a Theo y... desgraciadamente a dos imbéciles para hacerlo.

[...]

—¿Por qué va esposado? No es un preso —le dije al hombre que llevaba a Theo.

Theo no parecía molesto con las esposas en sus muñecas. Iba todo de negro con unas botas punta de acero.

—Por seguridad —me responde el hombre.

—Sueltalo, lo último que necesito es llevarlo como si fuera un custodio. Levantaría más sospechas.

El hombre mira a Carlos que está cerca y este asiente con la cabeza, proceden a quitarle las esposas y este se queda en su lugar. No genera confianza entre estos criminales y eso aumenta la tensión.

—¿Tienes tú arma? —me pregunta Carlos.

—Si señor.

—No dudes en pegarle un tiro si se pasa de listo —demanda y miró a Theo a quien no le molestan esas palabras —. Ha sido requisado y no lleva algún dispositivo, ni arma, así que estarás segura.

Asiento con la cabeza y tomo a Theo del brazo para salir de la habitación.

—Y Aura —me llama.

—¿Si señor?

—No quiero errores. Rafael Montero debe morir hoy.

«Eso no se va a poder. Desgraciadamente necesito de Rafael y de Piero para matarte, imbecil»

—Claro —contesto y salgo de la habitación.

Caminamos por los pasillos en silencio hasta salir a la calle. Theo me mira con preocupación.

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora