Capítulo Veintisiete

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Escondí la nota y el dron en algún lugar de la habitación y una emoción me recorrió el cuerpo. Solo a Piero le había dicho que me gustaban los girasoles esa noche después de la discoteca, solo él lo sabía.

Pero mi emoción no solo se debía a eso, sino que también venía combinada con nerviosismo ante el recuerdo de la amenaza de Rafael.

-No quiero que estés con nadie, mucho menos con Piero...

Mi destino parecía estar sellado y condenado a vivir entre esos dos y sus disputas, pero no si lograba escapar, dejaría que se mataran entre ellos y hallaría alguna forma de irme a mi país, perderme para siempre.

Parecía un buen plan en palabras, faltaba ver qué clase de acciones tenía que hacer para lograrlo, eso significaba improvisar.

Me preguntaba cómo llegaría Piero a rescatarme y si hallaría un bache que yo aprovecharía para irme lejos de aquí.

Estuve intranquila el resto de la mañana y toda la tarde; Rafael no sé había aparecido por mi habitación y supuse que estaba muy ocupado en sus negocios, sus hombres estaban tranquilos y sin aparente amenaza ¿Cómo vas a entrar Piero?

En la noche, Rafael mando a buscarme para cenar y me pidió que estuviera bien arreglada pues estos encuentros así significaban siempre algo muy especial, así que me obligué a verme bien sin maquillaje, no tenía ganas de eso, simplemente me puse un vestido de verano color salmón y me amarre el cabello en una cola alta.

-Perfecta como siempre -sonrió al verme entrar al jardín. Le gustaba el aire libre.

-Si gracias, no me bañé -me senté en la mesa y lo vi sonreír -. Me estoy aburriendo de esto, solo me quedo encerrada en la habitación y salgo a comer, nada más.

-Las instalaciones de esta casa son todas tuyas, Mary -dijo -puedes ir a donde quieras.

-Quiero salir de esta casa.

-Ya hablamos de eso.

-Me refiero a viajar, dijiste que estarías dispuesto a complacerme y enamorarme. ¿Que mejor que enamorarme en los canales de Venecia mientras nos damos unos besitos en un bote?

Abandonó la mirada a su comida y me miró fijamente, con esas ansias de destrozar lo que llevaba puesto y hacérmelo encima de la mesa.

-¿Eso es lo que quieres? -pregunto.

-Si, y si no te importa me gustaría ir a ver a mi familia -dije con cautela.

-A México.

-Si, necesito verlos, me siento algo descompuesta y así no puedo darte amorcito.

-¿Es "darme amor" o "darme, amor"?

Supe a lo que se refería y no pude evitar sonreír.

-Que buen humor -admiti.

-Estar con la chica que será dueña de todo lo que poseo, mi esposa y madre de mis hijos me pone de buen humor.

-Mm ya hiciste planes a futuro.

-Todo el tiempo estoy planeando un futuro contigo.

-Cuidado señor Montero -dije suavemente dejando mi busto a su vista, eso lo puso tenso -, a veces lo que planeamos no sale como queremos.

Su mirada volvió a oscurecerse, al menos sabía que podía seducirlo y hacer algo para irme pero había que hacer más. Me acarició la mejilla con el pulgar y levantó la mano en una señal, uno de sus hombres trajo un pequeño cofre en terciopelo y me tense. No estará pensando en...

Dama De Compañía [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora