Mis amigos pasaron la noche conmigo, a decir verdad fue una de las noches más largas de mi vida. Los últimos meses habían pasado cosas que se quedarían marcadas en mi para siempre y me había detenido a pensar si tal vez había hecho algo mal. ¿Habría podido hacer las cosas diferentes? ¿Me había dejado llevar por mis sentimientos adolescentes? Yo no pude adivinar si mis preguntas tenían como respuesta un sí.
Estaba acostumbrada a hacer cosas sin pensar demasiado. Esperaba no tener que pagar caro.
Al verme en el espejo la mañana siguiente, había unas ojeras muy oscuras debajo de mis ojos, eran las huellas de mi insomnio, pues penas había podido pegar el ojo. Leria seguía dormida, así que en silencio tomé ropa para darme una ducha. Cuando abrí la puerta y salí al pasillo, un delicioso aroma a hotcakes hizo mi estómago rugir. Tenía demasiada hambre.
Eché un vistazo en la cocina y Jared estaba cocinando con un mandil mío puesto. Teo comía fruta mientras miraba su teléfono sentando frente a la mesa.
–Buenos días, Nora–dijo Teo, haciendo a Jared girar.
–¿Cómo estás?–preguntó este último. –¿Has dormido bien?
–Buenos días–contesté. –No dormí mucho, pero estoy bien.
–Me alegra, creo que lo peor ya ha pasado–volvió a girarse para continuar cocinando.
–A partir de ahora las cosas se irán calmando, les agradezco que sigan conmigo después de todo...–tomé asiento a un lado de Teo.
–No es nada, eres nuestra amiga y siempre estaremos para apoyarte–estiró un poco su mano encima de la mesa y la colocó sobre la mía. Eso se sintió bien.
–¿Quieres desayunar ya?
–Dame unos minutos, primero tomaré una ducha...–me puse de pie y me dirigí al baño.
Dentro pude mirarme al espejo. Sentí pena de mi misma porque había un ligero rubor en mis mejillas, estaba enamorada cómo iba a negarlo si era obvio. No sabía como expresarlo o cómo acercarme a él si éramos buenos amigos, seguramente todo se arruinaría así que lo mejor sería ocultarlo.
Dejé que el agua de la ducha se llevara de mi cuerpo las malas vibras, estaba relajándome y tomándome mi tiempo, necesitaba un poco de esto. No tenía ganas de llorar esta vez, pero me sentía algo extraña. Un vacío. ¿Qué significaba? Las cosas con mi familia en un futuro serían incómodas.
Salí en dirección a la habitación para ver si se había despertado la niña y aún no.
En la mesa me esperaban dos hotcakes con miel y plátano, una delicia.
–Gracias, Jared–le dije y me regresó la sonrisa porque tenía la boca llena.
...
Pronto ya era martes por la mañana y salía de casa en dirección a la escuela, no hacía falta mencionar que los días pasaron rápidos y tranquilos.
Una cuadra antes de llegar a la escuela solo era Teo quien me esperaba. Estaba algo extrañada así que pregunté por nuestro otro amigo. Apenas abrí la boca Teo se adelantó.
–Se ha enfermado del estómago
–Te adelantas–dije riendo. –¿Está bien?
–Sí, yo creo que ha comido muchas chucherías–se encogió de hombros.
–También creo eso
Se creó un silencio incómodo alrededor de nosotros, pero sinceramente a mí me brotaba amor hasta por los poros.
–¿Cómo está todo en tu casa?–Preguntó Teo después de unos segundos.
–Mmm pues creo que todo limpio, barrí y trapeé ayer por la noche–contesté.
–Me refiero a cómo están tu y Leria...–soltó una carcajada y yo esbocé una sonrisa nerviosa.
–Ahh, lo siento, lo siento. Estamos bien, no ha ocurrido nada interesante como estamos acostumbrados.
–Tu vida ha estado llena de drama desde el día que te conocí –suspiró.
–¿Recuerdas cuando hicimos ese proyecto de investigación?–Mencioné.
—¿Cuando creíste que iba a besarte?–Me miró fijamente y yo desvié la mirada.
Qué pena. Por qué toqué ese tema.
Volví la mirada a él y de un momento a otro me robó un beso. Él. Teo.
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Madre por elección. {2014}
ChickLitNora se muda de país para comenzar una nueva vida, sin saber que la sorpresa de encontrar una bebé frente en su puerta la cambiará por completo.