Cuando era pequeña soñaba con encontrar un príncipe azul, pero tenía un concepto equivocado de él. En casa me habían enseñado que el príncipe gritaba sin razón, volvía tarde y se iba sin decir más. Que lo mejor es quedarse con alguien que dice quererte luego de discusiones injustificadas.
Estando alejada comprobé que el verdadero príncipe azul no lo es por lo que dice sino por lo que demuestra. Puede no pronunciar las palabras que quieres escuchar, pero te abraza cuando lo necesitas. Si te acepta en tu peor momento y está contigo aún cuando soltaste doscientas lágrimas sin parar, entonces lo has encontrado: un príncipe de carne y hueso por quien vale la pena luchar.
Estaba mordiéndome las uñas mientras observaba a Lucinda curando las heridas de Theo. Me sentía culpable de eso y no podía remediar el pasado por más que quisiera. También pensaba en dónde estaba Richard con mi bebé.
-¿Dónde debemos buscar primero?-Preguntó Theo.
-En la oficina de Jorge, no puedo pensar en nada más-dije, ya estaba lista para buscar desde hacía mucho rato.
-Tengan mucho cuidado-dijo Lucinda. -Cuando me contaron lo que ocurrió no pude creerlo, siempre creí que Richard era una persona agradable.
-Fue mi tío favorito antes de llegar aquí, ni siquiera yo lo había visto de esa manera-recordé las veces que jugamos juntos y jamás me había hecho daño.
Supongo que no puedes esperar nada de nadie.
-Lo que importa es que conociéndolo ya no tendremos que tener miedo a que nos apuñale por la espalda-intervino Theo sacándome de mis pensamientos. Se puso los tenis y pronto estuvo de pie. -Es hora de que vayamos a por Leria.
-Sí-me paré inmediatamente. Había estado esperando a que dijera eso.
-Toma mi auto-dijo Lucinda lanzándole las llaves. -No vuelvan sin la niña.
Subimos en un dos por tres y arrancó. Estaba muy preocupada así que respiré muy profundo varias veces.
-Cuando todo haya terminado espero que te pongas al día en la escuela-dijo Theo después de un rato de silencio.
-Eso es lo de menos-me miró con desaprobación-, pero es no significa que no lo haré.
-Cuando me senté a tu lado por primera vez creí que eras una de las tantas mujeres que intentarían ligarme fingiendo su timidez-comenzó a decir con la vista en la carretera.
-¿Y no lo soy?-Pregunté intrigada.
-En definitiva, no lo eres
-Como sempre estabas tratándome mal o ignorándome, supuse que me odiabas
-La razón es que en esas semanas estaba quedando con una chica que frecuenté durante varios meses y no quería malentendidos con ninguna otra. Tenía la idea de que iba a quedarse conmigo por siempre, pero no fue como yo esperaba.
-¿Cuál era su nombre?
-María José, es unos años mayor...
-Vaya ¿y por qué estás diciéndome eso ahora?
-Jorge y Richard son peligrosos, sabemos eso. Puede que no volvamos a vernos-rió.
-Oh, Dios, solo piensas en la desgracia-hice una mueca.
Theo aparcó en el estacionamiento y bajamos con rapidez.
Ni siquiera nos detuvimos a avisar a la recepcionista. Corrimos hacia el ascensor y mientras esperábamos se sentía una enorme desesperación. Teníamos que buscar a Leria, no esperar un ascensor.
Cuando la puertas se abrieron nos abrimos paso entre el pasillo y entramos a la oficina de Jorge sin avisar.
-He esperado una eternidad-nos dijo el antes mencionado.
-¿Qué demonios...?-Solté.
Tenía a Leria en sus brazos y Richard estaba atado a una silla.
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Madre por elección. {2014}
Literatura FemininaNora se muda de país para comenzar una nueva vida, sin saber que la sorpresa de encontrar una bebé frente en su puerta la cambiará por completo.