Capitulo 23

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"¿Cómo sé que no es una trampa y eres Richard?" Contesté nueve horas después.

"Una vez caíste sobre mí." Su mensaje llegó en segundos.

"Bien, eres tú. Intento pensar en algo."

"Vuelve."

Leí ese último mensaje y abracé el celular contra mi pecho durante unos segundos.

Me aseguré de cargar la batería antes de que terminaran mis horas en el apartamento.

Sabía que había algo malo en mis decisiones apresuradas, pero necesitaba tiempo para plantearme qué hacer y cómo salir de el lío en el que me encontraba.

Esa tarde, antes de abandonar el lugar rompí a llorar como nunca lo había hecho. Tuve la sensación de ser la persona más débil del mundo e intentar consolarme era imposible.

Me lavé la cara con agua fría y preparé mis cosas. El día de ayer había sido muy caluroso, pero hoy era fresco. El único suéter que traía era muy delgado y casi no cubría nada. Tapé a mi bebé con una manita, pero sabía que no era suficiente.

No sabía a donde iría y menos con ese clima. Haría un intento antes de irme, le pediría a la dueña de la habitación que me dejara quedarme unas horas más.

*

-Por favor-volví a insistir.

-Lo siento, Nora, pero tengo más clientes.

-Solo unas horas-rogué. Negó y cerró la puerta de su sitio.

Suspiré y regresé a la habitación. Calenté leche y le puse chocolate. Le di a Leria la poca comida que quedaba y esperé a que terminara para al fin salir.

Alguien tocó a mi puerta. Dejé a un lado el plato que lavaba y fui a abrir.

Y ahí, detrás de la puerta y parado frente a mí, estaba Theo.

Vestía jeans negros, camiseta blanca y chaqueta café. Traté de cerrar la puerta y evadirlo, pero fue inútil. Con una mano detuvo la puerta y no tuve más que detenerme.

-Puedes huir de todos, pero no de mí-dijo mientras entraba.

-¿Y qué harás?-Pregunté. -Supongo que vienes por mí...

-No realmente. Vengo a asegurarme que estén comiendo bien-miró la mesa-, y veo que no es así.

-Tenemos que dejar la habitación-mencioné. -¿Podemos hablar más cuando estemos fuera?

-Pagué por un día más-se encogió de hombros-, no te preocupes.

-¿Qué?-Solté. -Lamento que tengas que gastar dinero por mi lío.

-No lo hice por el lío, lo hice por ella-señaló a Leria, que jugaba en el piso con un peluche. -Ella no tiene la culpa de nada.

-Te lo agradezco mucho-siempre que hablaba con él mi corazón se envolvía en un sentimiento extraño y justo en ese momento sentí lágrimas rodar por mis mejillas.

Estaba envolviendo a Theo en mi problema y eso era algo que no quería.

-Llorar no resuelve la vida, ¿sabes?-Me dio una palmadita en la espalda.

Y en lugar de recibir palabras que me hicieran sentir mal, obtuve un abrazo. Un cálido y anhelado abrazo que valía por un millón de palabras bonitas.

-Todo se ha salido de mi control-dije entre sollozos. -No entiendo cómo pude huir y ponernos en riesgo. Lamento preocuparlos y hacerlos perder el tiempo. Lamento ser yo...

-No me gusta siempre escuchar tus disculpas. No tienes que lamentarlo. Debes perdonarnos a nosotros por no comprender, por ignorar tus razones-sentí sus brazos apretándome. -Y si nos preocupas es porque eres tú y siempre serás importante.

Nos quedamos así unos segundos.

-Mamá-gritó Leria. Salí de los brazos de Theo y fui hacia ella para cargarla.

-Shh, ya estoy aquí-le dije.

-¿Deberíamos ir a comprar comida?-Preguntó. Mi interior se sintió mal y quiso negarse, pero sabía que era necesario.

-Sí, claro

Cerramos y anduvimos caminado en silencio por unos minutos.

-Ven-me dijo Theo. -Necesitas un suéter más grueso-me jaló hasta una tienda de ropa y entramos.

-No es necesario...

-¿Piensas andar por ahí con un resfriado?

Agaché la mirada.

-Solo ven.

Me dio a probar un suéter color gris de botones, estaba bonito. Todo lo que venía de él era bonito.

Madre por elección. {2014}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora