Capitulo 22

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No tengo idea de cómo se hagan las dedicatorias por celular :c

Dedicado a: DamaraHernndezMiguel 💕❤

Ya casi eran las nueve de la mañana y yo seguía en la estación, sentada en una banca. Había logrado por fin que Leria se durmiera, pues estuvo activa desde las seis y media.

Solo quería tirarme en una cama y hacerme un ovillo. Pero estaba segura de que descansar no iba a estar en mi lista de actividades próximas.

Me puse de pie y con mucho trabajo logré ponerme la mochila en ambos hombros, tomé la otra bolsa y caminé sin rumbo.

Anduve un rato por la calle, hasta que un taxi se detuvo a mí lado.

-¿Puedo llevarte? Tanto sol le hará daño a la chamaquita-se ofreció el chofer.

-Si no es mucho problema, por favor-me subí y en cuestión de minutos ya estábamos cerca de un barrio muy transitado.

No conocía a nadie, pero al menos el hombre no se daría cuenta de que yo no tenía casa.

Abrí la puerta, pero antes de bajarme quise pagar. El señor no aceptó mi dinero.

-Si me atrevo a cobrarte Dios me castigará. Yo fui quien se ofreció a traerte, mija.

-Le agradezco con cada parte de mí-dije y le dediqué una sonrisa. Observé el taxi hasta que desapareció de mi vista y continué.

Me quedé quieta un momento y suspiré. Las piernas me temblaron antes de comenzar a caminar y me arrepentí de haberme ido de casa.

La mirada de Jorge se me vino a la cabeza y di un paso hacia enfrente, seguido de otro y otro, hasta seguir sin parar.

Las casas, los autos y el mismo aire, me decían que no debía estar ahí, que solo habría personas que tenían otro tipo de clase. Ricos con problemas ricos. Nadie se ofrecería a darme alojo. No cuando iba acompañada de una bebé.

El dinero que llevaba conmigo solo me alcanzaba para una cosa: atendía las necesidades de Leria o pagaba una habitación.

Mi celular comenzó a sonar. Era mamá.

-¿Hola?-Contesté.

-Nora, ¿qué ocurre? ¿Dónde estás?-Sonaba preocupada.

-¿Richard te llamó?

-Sí, dijo que te habías ido de casa. No entiendo nada, ¿estás con una amiga?

-Mamá...

-Explícame, qué ocurre-interrumpió. -¿Se pelearon?

-Mamá tengo una hija.

-¿Qué...?

-Me fui de casa porque Richard me la quiere quitar...

-Nora, tú no tienes una hija. Nora, vuelve a la realidad... vuelve a casa. Tomaré un vuelo y regresarás conmigo, te llevaré con un buen psicólogo. Solo regresa...

-Mamá no estoy loca-dije. -Hace tiempo alguien la dejó en mi puerta y la acepté como mía.

-¿Piensas lo que dices? No estoy para tus caprichos. Vas a volver a casa y lo vamos a arreglar todo, no te la puedes quedar.

-No es un capricho. Y sí me la voy a quedar.

-¡No!-Ahora estaba gritando como histérica. -¡Tienes diecisiete años! No puedes tener una hija, arruinarás tu vida.

-No puedo tener una hija, pero sí puedo vivir en otro país lejos de mi familia, ¿cierto?

-Esto es diferente.

-No lo es. Me hicieron a un lado, como a ella.

-¿Por qué nunca nos dijiste que te sentías así?

-Quizá porque nunca me pidieron mi opinión. Pensaron que yo no sentía, que los únicos afectados eran ustedes. Y es estúpido porque si me preguntan por mi familia yo sigo pensando en ustedes.

-Nor...-No escuché lo que tenía que decir y colgué.

La gente que pasaba alrededor me miraba como si hubiera hecho una escena de circo.

Al anochecer decidí alquilar una noche en una habitación, gustándome al dinero tenía que buscar una forma de ingeniármelas a la mañana siguiente.

Había hecho un pequeño sacrificio al pagar por una habitación sin aire acondicionado, pero a esas alturas tener cualquier cifra de dinero era buena.

Había abierto la ventana para que entrara el poco aire que corría y no nos muriéramos de calor.

Leria miraba televisión mientras yo tomaba una ducha.

Me quedé pensando en todo. Le había dado un giro muy drástico a mi vida, teniendo en cuenta que mis acciones tenían un lugar ante mi familia y la ley.

Y como si no pudiera ocurrir algo peor, comencé a llorar. Por todo, por nada, por mí, por mamá, Theo y muchas cosas más. Tenía todo acumulado en un nudo en mi garganta, tan doloroso que llorar era lo único que podía hacer para sanarlo. Había marcado mi vida en un frenesí de situaciones que se mantenían bruscas en mi memoria.

Tenía hambre, pero todo lo dejaba para alimentar a Leria.

La bañé, le di de cenar y nos fuimos a dormir. Mi estadía en la habitación duraría hasta las tres de la tarde del día siguiente.

Dormí apenas unas horas, hasta que miré el reloj y eran las dos am.

La luz de mi celular parpadeaba, indicándome que tenía un mensaje. Lo miré y era Theo.

"Espero reflexiones y vuelvas pronto. No te sientas orgullosa de huir. No voy a juzgarte, pero si vuelves te ayudaré a salir de esto.
-Theo."

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Madre por elección. {2014}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora